E X T R A XVII

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EXTRA XVII:“El mejor obsequio

N I N A

Era una total y completa estúpida, eso lo admitía, y la verdad no lograba comprender en qué momento se había salido todo de control. En un instante estábamos tranquilamente viendo una de sus películas favoritas, y para el otro Gastón me echaba de su apartamento. Decir que no me dolió habría sido una descarada mentira, pero por otro lado lo entendía, a él y a su reacción.

Pero es que yo había entrado en shock; por supuesto que quería vivir con él, por supuesto que quería que mi futuro fuera junto a él. Sin embargo, todo había ocurrido tan rápido que no supe cómo explicarme, ni siquiera pude reaccionar ante la clara decepción que cubría todo su rostro.

Intenté llamarlo, a cada minuto que transcurría yo enviaba un nuevo mensaje o simplemente hablaba con su buzón de voz. Esa presión que aumentaba en mi pecho era dolorosa, no sabía cómo actuar ante todo, y es que Gastón jamás se había molestado conmigo de esa manera.

Aunque por la mirada que me lanzó cuando salí del departamento, supe que en realidad no estaba molesto, sino decepcionado. Y eso me dolió mucho más. Aumentó mi dolor también cuando preguntó si era por mi inseguridad que no aceptaba, me dolió que él todavía creyera que era eso lo que me alejaba de él, porque no era así. Yo lo amaba, y desde aquella discusión que habíamos tenido que ocasionó mi ataque de pánico, esos miedos e inseguridades no estaban más.

Porque, cómo le había prometido, hice todo lo posible para que esas aprehensiones que se arraigaban en mí, desaparecieran junto a todas mis dudas. Él me amaba, ahora estaba segura de eso. Y yo también lo amaba a él, tanto como para iniciar mi futuro a su lado.

Por eso, sonriendo por mi repentino ataque de valentía, me levanté de la cama para aproximarme a sacar toda mi ropa del closet y de los gabinetes del dormitorio. Seguidamente, busqué la maleta para acomodar cada una de mis cosas allí.

Concentrada en mi tarea agradecí el hecho de que no le devolví la llave a Gastón de su departamento, pues se llevaría una gran sorpresa cuando llegara de la universidad.

°°°°°

Tras acabar de acomodar mis prendas y productos personales en la habitación de Gastón emprendí mi viaje hasta la cocina. Había decidió preparar una merienda por su cumpleaños, una que esperaba no se opusiera en disfrutar junto a mí, pues a pesar de que decidí llevar todas mis cosas hasta allá, aún no sabía cómo reaccionaría, y es que él aún seguía sin responder mis llamadas o mensajes.

No obstante, decidí no tomarle importancia a ese hecho y alejé todos los pensamientos pesimistas, concentrándome en solo los positivos ¿Quién lo diría, no? Nina Simonetti, siendo positiva en algo. Pero todas esas ideas que corrían por mi mente, fueron al tacho en el instante en que Gastón atravesó la puerta de entrada, una Danna completamente arreglada tras él.

Por un momento mi novio, me miró conmocionado, como un niño que es atrapado en plena travesura ¿Qué me estaba perdiendo?

— Hola… — Me atreví a cortar aquel incomodo silencio que comenzaba a reinar, eso pareció sacarlo de su ensoñación y dejó sus ojos en los míos.

— Hola. — Su voz fue tan fría, como confundida. —  ¿Qué haces acá? — Inquirió, al tiempo que lanzaba su morral al mueble de la sala y amablemente le pedía a Danna que tomara asiento.

No pasó para nada desapercibido para mí la forma en que su labial estaba un poco regado, y en cuanto pasó por mi lado, evitó mirarme a la cara cuando me dio una sonrisa apenada en forma de saludo. Lo quería evitar, en serio que sí, pero no pude alejar todos los pensamientos pesimistas e incontrolables que venían a mí, como queriendo advertirme a mi misma de algo que no tenía la certeza de qué era. El castaño también evitó mirarme, y eso hizo que mis nervios aumentaran más si es que era posible.

Simplemente tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora