29: Decisión

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∞— D E C I S I Ó N

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Mi celular sonó, avisándome que tenía una nueva notificación. De echo, Felicity tenía una nueva notificación. Pero no era un buen momento para eso, y es que mi mente no se concentraba y mis pensamientos no dejaban de viajar a Gastón. Así que decidí ignorarla, por lo menos hasta que lograra tomar una decisión concisa.

Me sentía terrible, un sentimiento de culpabilidad y arrepentimiento yacía en mi pecho. Quizás ya era hora de que todo se supiera, o que por lo menos Gastón supiera.

Lo había hablado con Luna y ella me había aconsejado que tal vez debía decirle, un secreto como ese no se podía guardar tanto tiempo.

Después de la hermosa tarde de picnic que habíamos tenido el día anterior, el sentimiento de culpa se había intensificado, no me dejaba pensar en claro, pero lo que sea que decidiera, tendría que hacerlo pronto.

Salí de mi habitación en busca de mis anteojos, era lo único que me faltaba para irme a mi encuentro con Gastón, solo eso, y claro, tomar la decisión.

— ¡Mamá! — Exclamé — ¿Sabés donde están mis anteojos?

— ¿Por qué debería saberlo? — Vociferó ella de vuelta, desde la cocina.

— ¡No lo sé! ¡Pensé que tal vez los hayas visto!

— ¡No! ¡No los he visto!

Bajé las escaleras haciendo memoria donde me los había quitado, y vagamente, recordé que la noche anterior los había puesto junto a la sudadera de Gastón, en el escritorio de mi habitación. Así que soltando un quejido volví hacia arriba en busca de los lentes, los tomé y pesándolo un momento, tomé también la sudadera, quizás ya era hora de que volviera a su dueño.

Durante toda la búsqueda de mis anteojos, había analizado la decisión.

Se lo diría, y no habría arrepentimiento alguno.

Una hora después llegué al Roller con la sudadera en mi antebrazo, le envié un mensaje a Gastón avisándole que lo esperaba y enseguida me aproximé a buscar a Luna en la pista.

— ¡Luna! — Le hice una seña con la mano, indicándole que se acercara.

— ¿Que pasó, Nina? — Preguntó al llegar a mi lado. — ¿Que pensaste?

— Se lo diré. — Manifesté decidida. En seguida el semblante curioso de Luna cambió a uno de sorpresa total.

— Eso es genial, en serio tienes que hablar con él.

Miedo.

De pronto esa palabra me sonaba bastante conocida, miedo a la reacción que pudiera tener Gastón. No sabia como se lo tomaría y eso me erizaba la piel, sin embargo, también estaba decidida, más allá de como se lo tomaría, debía atenerme a las consecuencias de mis actos. Y tras todo eso, también debía sentirme orgullosa de llegar a esa instancia, donde, a pesar de que todos mis sentimientos estuvieran enredados, tomé una decisión importante.

Sí, hablaría con él esa misma tarde, y también le entregaría la sudadera.

— ¿Y si no se lo toma bien? — Pregunté nerviosa, sin tomar en cuenta mis pensamientos.

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