Antes De Dormir

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Emma se acurrucó en mi pecho junto a su osito de peluche, y tras algunos minutos con la vista pegada en las caricaturas de la TV, se durmió. Así que, procurando ser delicado, la tomé en mis brazos para dejarla en la cuna de su habitación, tras eso, me aseguré de que la radio estuviera encendida para estar atento si despertaba.

Mientras la veía dormir plácidamente, bostecé. Un gran bostezo que me recordó las pocas horas de sueño que había tenido últimamente, entre el ajetreo de la empresa, los viajes, el estrés, realmente no había descansado bien las últimas semanas, y sin contar que aún debía deshacer el equipaje; yo solo quería tirarme en la cama y dormir por horas y horas. Salí de la habitación de Emma para encerrarme en el baño, pasaron largos minutos mientras me bañaba y luego me puse una pijama.

— ¿Qué puedo hacer para cenar hoy? — Escuché a Nina preguntar. Ella estaba sentada frente al escritorio, adelantando algo de su trabajo, cuando giró su cabeza hacia mí me di cuenta de la sonrisa que me envió.

— Cualquier cosa está bien... Solo déjame terminar aquí, y te ayudaré. — Mis manos se movían casi en automático sacando y acomodando la ropa del equipaje, sentía mis párpados cerrarse de vez en cuando. — Ya casi termino...

Honestamente no tenía muchas ganas de meterme a la cocina, ni siquiera tenía apetito en ese momento, sin embargo comprendía que, al igual que yo, Nina había tenido bastante trabajo aquí sola, y merecía mi esfuerzo para ayudarle un poco al menos. Estaba pensando en preparar algo fácil y que sea rápido... Moría de sueño.

Bostecé una vez más, apartando la maleta de la cama.

— No es necesario, Gastón. Sé que estas cansado. — Mencionó ella en cambio. En cuestión de segundos la sentí abrazarme por la espalda, buscando dejar el confort que sabía que necesitaba, sin perder el tiempo me giré y le devolví el abrazo.

— Y tú también estás cansada, mi amor. Tienes bastante trabajo de la empresa y además cuidar a un bebé tú sola, no es trabajo fácil.

Yo estaba consciente de ello; mi esposa prácticamente había tenido que hacerlo sola estos dos meses, encargarse de la casa, de la comida, de nuestras bebé, ir al super, atender su trabajo... Y todo por que yo pudiera estar tranquilo resolviendo los problemas de la empresa. Me sentía sumamente agradecido con la vida de tenerla como mi esposa, de que quisiera ayudarme, por eso sabía que también necesitaba mi comprensión, necesitaba ser atendida y mimada en ocasiones. Y yo amaba mimarla. En realidad ese no era un problema, yo estaba para ella en lo que necesitara, el problema radicaba cuando no dejaba ayudarse.

— Pero quiero ayudarte también, se que estas semanas han sido difíciles para ti. — mencionó ella, podía verla cerrar sus ojos mientras enterraba su cara en mi pecho.

— Han sido difíciles para los dos... No sólo para mí. — Le recordé, y sabiendo que ya estaba casi que durmiendose de pie en mi pecho, sonreí y besé su frente. — Acuéstate y duerme amor. ¿O tienes hambre?

— En realidad no. — Su voz se escuchaba apagada y ahogada en mi pecho — ¿Tú?

— Tampoco... Acuéstate, yo voy a tomar agua y vuelvo.

Ella me hizo caso y se acomodó en la cama, enrrollandose con el cobertor, las noches en Oxford estaban bastante frías por lo que ella me había contado, por eso también di un leve vistazo a Emma y procuré que también estuviera bien abrigada. Luego de tomar agua como había dicho, noté que Nina también procuró dejar arreglado todo en su escritorio, así que solo me acosté a su lado, acercándola a mi.

— ¿Ya estas dormida? — Pregunté en un mero susurro, para responder sólo negó ligeramente con la cabeza. Me di cuenta que ya se estaba durmiendo, así que solo preferí mantenerme callado y tratar de dormir también, sin embargo la manera en la que me abrazó y besó la curvatura de mi cuello no me lo permitió del todo.

Simplemente tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora