La Pizza De La Discordia.

1.2K 72 16
                                    


Mi sonrisa había cobrado vida propia, no podía dejar de mostrarla en cuanto estaba con ella, queriendonos como chicos enamorados. Su mano acariciaba, de forma inconsciente, su barriga de 4 meses de embarazo, no estaba tan grande en realidad, pero si lo suficiente para que se empezara a notar, su semblante estaba tranquilo, prestándole suma atención a la pantalla del televisor frete a ella. Yo en cambio tenía unos papeles regados en el escritorio de mi oficina, buscando algo de concentración para revisar la administración de la empresa... Pero con Nina haciéndome compañía, era casi imposible concentrarme en otra cosa que no sea ella.

Así que solo bajé la vista de nuevo a la laptop para comenzar con unos nuevos gráficos, pasaron tan solo minutos para que apagará el aparato y me diera por vencido. Me levanté con paciencia del asiento y me aparté del escritorio, guardando y ordenando todos los papeles importantes.

— Amor... ¿Nos vamos ya? — Fue mi pregunta la que sacó a mi esposa de su ensimismamiento, ella me miró sonriente y asintió.

De inmediato estuve a su lado para ayudar a levantarse, aunque ella insistía en que podía hacerlo sola, a mi me encantaba poder acompañarla hasta en los más mínimos detalles. Nina rodó los ojos, pero aún así la tomé delicadamente de los brazos y levanté su cuerpo.

— Gastón, te lo he dicho mil veces, por el momento puedo hacerlo sola.

Apagando el televisor, le di una última ojeada a mi oficina, buscando algo que estuviera fuera de lugar. Las plantas que adornaban la sala estaban un poco secas y ya era hora de darles un poco de agua, eso sí no quería escuchar las regañinas de mi mamá por no cuidar su regalo. También tenía que hacer un nuevo arreglo, las paredes empapeladas ya no me estaban gustando mucho que digamos, aunque sinceramente la última remodelacion que había hecho fue una gran idea y aún me felicitaba por ello, el poner un televisor en la esquina y un pequeño sofá había hecho que Nina pasara más tiempo en la oficina, buscándome al salir, y eso para mí era excelente. Aunque claro, existían ocasiones como esas en las que no podía concentrarme por su presencia.

— Sabes que te amo, y no te voy a dejar en paz por un segundo.

Su sonrisa era hermosa, con solo hacer una mueca de esas ella me tendría de rodilla si así lo quería, y mucho más si había otra persona creciendo dentro de ella.

— Esta noche no quiero cocinar... Estoy cansada.

— Yo también estoy cansado para cocinar... ¿Comemos fuera, o pedimos delivery?

Mi esposa tomó mi mano cuando entramos al ascensor.

— Pizza. Quiero Pizza.

— Nina, sabes que no puedes comer ese tipo de comida.

Porque se había vuelto bastante hambrienta, cualquier comida o chucherías que encontrara en casa era seguro que Nina las iba a engullir todas, por eso muchas veces tenia que esconder los dulces de su alcance. Dios, ya hasta sentía que mi hija era ella.

— No me importa. Quiero Pizza.

Sip, también se había vuelto muy demandante y gruñona, lo que ella dijera tenía que hacerse, sino quería soportar que me ignorara todo un día. Aunque, bueno, debía admitir que me encantaba mimarla en todo y para mi no era ningún problema complacerla en algún berrinche, solo que en ocasiones se pasaba un poco de la raya. Como esa vez.

— Mi amor, la obstetra te dijo muy claro que debías disminuir las comidas chatarras. Si quieres podemos pedir una sopa de pollo de tu restaurante favorito. — Respondí, pacientemente.

Cuando llegamos al estacionamiento soltó mi mano, alejándose unos pasos de mí. Sus cejas se estaban frunciendo de esa forma que solo hacía cuando estaba molesta, y estaba más que seguro de que estaba a punto de iniciar un berrinche.

Simplemente tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora