E X T R A XX

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EXTRA XX: "Propósitos de año nuevo"


Mis movimientos incómodos en la cama ocasionaron que Gastón me presionara más contra él, su rostro en la curvatura de mi cuello y podía sentir su uniforme respiración en mi piel. Cada que intentaba escaparme de sus brazos, me presionaba más, pese a que estaba dormido. Era gracioso y tierno a la vez la manera que tenía de encontrarme entre sueños y dejarme junto a él, por eso tan solo sonreí y nos enrollé aún más en las sabanas de satén que nos ofrecía ese costoso hotel.

Sin embargo... Aún no paraba de pensar.

Pensar en toda la discusión que se formó en casa en cuanto le contamos a papá que nos mudamos juntos; y a decir verdad, me extrañó un poco su reacción, gritándole a Gastón que había roto una promesa, y diciéndonos lo locos que nos habíamos vuelto a dar un paso tan grande y nosotros tan jóvenes. Mi mente se bloqueó al momento en que nombró la promesa que al parecer mi novio había roto, pero no hice mucho hincapié en aquello porque mi papá seguía su severo sermón hacia Gastón, mientras él no hacía más que tratar de calmar las aguas.

Sinceramente yo no pensé ni por un segundo que todo eso fuese a ocurrir en cuanto llegamos a Argentina a pasar las fiestas, y resultó que la navidad se arruinó por completo cuando dimos la noticia a familia. En ese instante mi papá se comenzó a doblar de la risa, y nosotros no entendíamos nada.

- Es una broma ¿Cierto? – Fue lo que dijo él, calmando su escena y limpiando una lágrima invisible de su pómulo. Miré a Gastón confundida y él me devolvió la mueca, igual de dudoso que yo.

- Eh, no... Nina y yo empezamos a vivir juntos hace un tiempo.

A continuación otra carcajada de mi papá, pero cuando miró alrededor y se percató que nadie más reía y todo tenían muecas serias en su semblante, mi progenitor también se enserió.

- ¿Me están hablando en serio? – Inquirió él, pero tan solo nos dio tiempo de asentir en respuesta, porque enseguida se levantó furioso del sofá y comenzó a caminar de allá para acá, con una mano sacudiendo su cabello. - ¡¿Pero cómo es que es posible?! Ustedes son unos niños todavía... ¡¿Es que acaso no lo pensaron bien?!

Sus palabras eran imprecisas, pero igual no dejaba de ser severo. Todos los demás lo miraban atentos a cada uno de sus movimientos, y me dio muchísima vergüenza de que los padres de Gastón presenciaran eso. Y es que habíamos decidido pasar navidad todos juntos para eso, para confirmar lo que mis suegros ya sabían y lo que mi mamá sospechaba.

- ¡¿Y vos ya lo sabías, Ana?! ¡¿Por qué no me dijiste nada?! – Continuó mi papá.

Mi mamá asintió a medias, al tiempo que le mostraba una mueca.

- Con todo respeto Señor, pero nosotros ya estamos grande y nos queremos, que es lo más importante... - Empezó a decir mi novio, pero en seguida mi papá lo interrumpió.

- ¡Qué ya son grandes decís! ¡Pues yo tengo entendido que tus padres aún te mantienen! – Vociferó - ¡Lo que quiere decir que están viviendo con el dinero de tus padres y todo lo que te han dado! – En ese instante Ricardo giró en dirección a mis suegros, y los apuntó a cada uno. - ¡Y ustedes se lo permiten! ¡Están jugando a la casita con su dinero, y ustedes se lo permiten!

- ¡Nosotros no estamos jugando a nada! – Alzó la voz mi novio. Por eso de una vez entrelacé nuestros dedos y di un apretón, buscando calmarlo.

- ¿Ah, no? Entonces cuéntame Gastoncito... ¿Con que pensás mantenerlos? – Cómo vio que Gastón no contestó, se giró a mí. – Y vos... es por eso que no has deshecho tus maletas ¿Cierto? Porque pensás que después de decirme esto te pensabas ir con él de nuevo.

Simplemente tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora