34: Premonición

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♦— P R E M O N I C I Ó N —♦
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Mi pulso cardíaco estaba totalmente acelerado, mi corazón no dejaba de palpitar desenfrenado, y cuando al fin logré despertarme con mi respiración descontrolada, me di cuenta que también estaba sudando.

Traté de regular mi respiración  al tiempo que encendía la lámparita de noche al lado de mi cama, y colocándome mis anteojos, observé la hora en mi celular.

Las 3 de la madrugada.

No tenía ni la más mínima idea del motivo de mi pesadilla, sin embargo decidí ignorar la situación, y sin más, recostarme otro rato y tratar de conciliar el sueño.

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Mi desayuno era igual de monótono que siempre; frutas picadas con pan tostado y jugo de Naranja. Igual de aburrido a todas las mañanas. Pero esa vez había decidido ignorar por completo la falta de originalidad de mi progenitora,  porque la verdad yo a lo único que me permitía prestarle atención era al  plato frente a mi, mientras que, de forma desganada, iba removiendo con el tenedor las distintas frutas que allí se encontraban.

Estaba segurísima que se podía notar a kilómetros lo cansada que me encontraba, y es que, aparte de que me costó bastante dormirme esa madrugada, cuando lo hice volví a despertarme. No sabía el porqué, pero tenía cierto sentimiento que me decía que algo estaba por ocurrir. 

Una tétrica sensación.

— Nina… ¿Te sentís bien? — La voz de mi mamá embutió por completo en mi ensoñación, su expresión era confusa, al mismo tiempo que se mostraba preocupada.

La sonrisa cansada y lánguida que le mostré lo único que logró fue preocuparla más, lo contrario a lo que yo quería. Mi mamá enseguida dejó su café de lado para escudriñarme el rostro atentamente, como si pudiese encontrar todas las respuestas allí.

— Sí, solo estoy algo cansada. — Contesté, para después notar cómo la preocupación que había en su semblante, de inmediato cambiaba a enfado.

— ¿Te volviste a quedar despierta leyendo? Ya te dije que tenés que descansar Nina, es malo para tu cuerpo quedarte despierta toda la noche… 

La verdad era que lo último que se me antojaba en ese momento era escuchar las riñas de mi mamá, por eso en cuanto noté que justamente por ahí iba el discurso sobre la salud, me despedí, completamente agotada de siquiera hablar.

Aún era temprano para el Blake, por lo que solo fui al parque a distraerme un rato. Tomando en cuenta el hecho de que mis párpados dolían y el cuerpo me pesaba, lo primero que hice fue sentarme en la banca que se encontraba cerca de una fuente. Puse mis codos sobre mis piernas, y de la misma manera, mi cara reposar en mis manos, mientras el agua que caía de la fuente me hipnotizaba, haciendo que mis párpados cayeran de vez en cuando.

— ¡Nina! — El eufórico llamado me hizo pegar un brinquito en mi asiento. Sin duda alguna, el grito de mi mejor amiga me había despertado. — Qué casualidad, justo estaba... — En seguida, cuando notó mi desfavorable aspecto, detuvo su palabrerío, analizándome con su mirada. — ¿Estás bien?

— Sí, solo me asustaste y estoy algo cansada. — Expliqué, haciendo un gesto despectivo con las manos.

— ¿Por qué?

Simplemente tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora