10: Propuesta

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P R O P U E S T A

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— Auch — Grité

— Vamos Nina, tu puedes. — Luna tomó mi mano, mientras  ayudaba a levantarme del suelo.

Estaba en la pista intentando patinar. Sí, intentando, pues no podía mantenerme en pie sin caerme. ¿Recuerdan cuando les dije que me arrepentiría de eso? Porque creánme, me estaba arrepintiendo mucho, y cuando digo mucho, es mucho a la undécima potencia.

Después de decir la frase que me metió en tantos problemas, Luna me empujó —Literalmente— a la pista, los demás lo que hicieron fue seguirla. Cuando llegamos tuve una cálida —Nótese el sarcasmo— bienvenida por  parte de Ramiro. Y no le culpaba, es más, creía que tenía razón; solo recuerden mi "Hola, soy Nina Simonetti y no patino" esa era mi presentación a todo el que iba conociendo. Pero luego ese "No patino" se convirtió en un "Intento patinar" y agréguenle un "Prácticamente Obligada" Bien, acepto que no tan obligada pues la que aceptó fui yo. Tenía que tener compromiso y atenerme a las consecuencias de mis actos.

Claro que Luna ayudó un poquito pidiéndome toda la mañana en el Blake que intentara patinar.

Me levanté del suelo con ayuda de Luna, gracias a eso tuvo que pedirle a los demás que fueran más lento para que pudiera seguirles el ritmo. Una vergüenza total, no sabía ni siguiera andar en patines, imagínense bailar en ellos.

Mientras tanto, los del otro equipo solo me observaban divertidos, mas específicamente, Ámbar y Delfina. Y para más vergüenza, Gastón me miraba inescrutable; no sabía si estaba intentando controlar la risa o es que apenas se daba cuenta que yo estaba allí. O tal vez creía que era un espejismo, digo, Nina Simonetti ¿En patines? Algo muy confuso de ver.

Solo trataba de imitar los pasos de los chicos, claro que a medias, ellos giraban, yo daba media vuelta, ellos saltaban yo me quedaba estática, y así iba; pero ningún paso lo hacía igual que otro, lo único que no cambiaba en mi rutina era el final; en el piso. No entendía como les salía tan fácil algo como eso. Enserio, como me arrepentía de esto, pero todo sea por ayudar a una amiga.

Lo único que hice cuando cuando terminó el entrenamiento, fue irme directo a los lockers, no quería escuchar los crueles comentarios de Ámbar y Delfina, aunque Luna estuviese ahí, porque si estaba ella defendería mi intento de patinar, pero no quería ni me gustaban las discusiones, —Siempre trataba de evitarlas.— menos si eran por mi culpa.

Tropecé.

— ¿Estás bien? — De inmediato Gastón llegó a mi lado y me ayudó a levantar.

— S-si — Balbuceé

— Vení, te ayudo.

— Gracias.

— No tenés porqué agradecer. — Restó importancia — Intentá mantener las piernas flexionadas, así tenés más equilibrio. — Me aconsejó.

— Eso intento. — Murmuré.

— Me parece que necesitás alguien que te enseñe.

— Luna me ayuda. Pero también necesita estar al pendiente de la pista, así que medio me las arreglo yo.

— Entonces necesitas a otra persona. — Sonrió.

¿Que trataba de decir?

— Sí. Quizás le diga a Simón, Pedro o tal vez Nico.

— No — Se apresuro en decir de inmediato, para después dar un leve carraspeo de garganta — Digo.. Ellos también tienen que estar al tanto de la pista. — Su cara ahora estaba dividida con una sonrisa. — Además, se viene el Open,  creo que están ocupados.

— Si... — Interrumpió.

— ¿Que tal si yo te enseño? — Me quedé inmóvil ¿Quería enseñarme? ¿O solo era cortesía?

— Gastón Vamos. Ya estamos por empezar. — Interrumpió Delfi.

— Sí, ya voy. — Dirigió su vista hacia mi. — Nina pénsalo. ¿Si? — Asentí casi imperceptiblemente y bajé mi vista un tanto avergonzada.

Mientras se iban escuché que Delfi le preguntaba a Gastón que era lo que debía pensar. Y lo mismo me preguntaba yo ¿Que debía pensar? No había nada que pensar, claro que le diría que sí, pero tardé tanto tiempo procesando la propuesta de Gastón, que seguro él se fue con ideas erróneas, pensando que no quería que me enseñara, algo que no era para nada cierto. Uno de los mejores patinadores del Roller me quería enseñar, una oportunidad que no podía desperdiciar, así le daría mas tiempo a Luna de encargarse de practicar ella y atender la pista, ahora no tendría que estar conmigo todo el tiempo intentando que patine bien.

Estaba tan absorta en mis pensamientos que llegué a la cafetería sin darme cuenta. Nico me atendió y me trajo un jugo de naranja, también le pedí un poco de Agua, aparte de cansada estaba muerta de sed. Me preguntaba como haría Luna ¿No se cansaría en algún momento?

Pasé el resto de la tarde entre piso, descanso y ensayo. En ese orden. Con solo estar de pie caía, Luna decía que era por el cansancio y descansábamos, luego retomábamos la rutina. Así estuvimos hasta que me cansé por completo y decidí terminar. Fui a los lockers con Luna pisándome los talones e insistiendo que siguiéramos, a lo que me negué rotundamente, pero ya conocen a Luna Valente, no aceptaba un No por respuesta, sin embargo, seguí respondiendo con negativas, pensando que en algún momento se rendiría.

Llegamos hasta los lockers discutiendo sobre querer patinar, hasta que por fin accedió y quedamos en que el día siguiente al salir del Blake, iríamos directamente a patinar.

— Nina, te estaba buscando. — Se unieron a nuestra conversación.

— Hola Gastón. — Saludó Luna.

— Discúlpame Luna, no te había visto. Estaba tan concentrado buscando a Nina, que no me percate que estabas aquí.

¿Concentrado? ¿Buscándome?

Hice como que nunca escuché eso.

— No importa. Tranquilo — Dijo Luna a Gastón — Nina iré a la pista seguro me necesitan. — Dijo esta vez dirigiéndose a mi.

Asentí.

Lo que me faltaba, quedarme a solas con Gastón.

Cualquiera pensaría que estaba loca por no querer quedarme a solas con él dado su historial que siempre era uno de los mejores en todo y de los chicos más guapos del Blake. Pero en mi defensa tenía una muy buena razón; él me preguntaría sobre su propuesta y no sabía como decirle que sí, sin quedar muy obvia.

Gastón me gustaba, eso lo tenia claro, pero también tenía claro que Gastón era Gastón, un chico como él no podría fijarse en alguien como yo. Al decirle que sí, se me haría imposible superarlo, puesto que, pasaría más tiempo con él y me ilusionaría más.

Él era un chico amable y dulce de naturaleza y esas cosas hacían que me gustara más. Pasando tanto tiempo con él, no lograría olvidarlo.

— Nina, ¿Nina? — Su mano estaba frente a mi cara, de alguna manera haciendo ademán a que hablara — ¿Estás ahí? — Lo miré.

— Sí, si, perdón. ¿Decías?

— Te preguntaba si lo pensaste. ¿Dejarás que te ayude?

Simplemente tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora