E X T R A XV

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EXTRA XV: “Inseguridades”

N I N A

Mis inseguridades habían vuelto, aquella muralla que anteriormente usaba para protegerme también había regresado, mis miedos e inhibiciones junto con todas aquellas desconfianzas del mismo modo lo hicieron.

Por un breve instante fui capaz de levantar la mirada para observar la palidez en Gastón, sus ojos estaban más abiertos que nunca y su expresión parecía desolada.

— ¿Qué? — Fue lo único que pronunció, aquella confianza y seguridad que lo caracterizaba había desaparecido por completo. Ahora era solo él, mostrándose en el lado más vulnerable con el que lo vi alguna vez en mi vida. — ¿Estás hablando en serio?

No contesté, tan solo me limité a desviar la mirada.

No sabía que hacía o decía, ni siquiera sabía que era lo que estaba sintiendo yo en aquel momento. Ese miedo irracional y esa aprehensión en el pecho, mi mente estaba descontrolada y ni siquiera podía distinguir mis propios pensamientos.

— ¿Nina? — Él seguía insistiendo, mientras tanto yo seguía absorta en el suelo. — ¡Carajo, Nina, respóndeme! ¿Es en serio lo que estás hablando?

Lo conocía tan bien que sabía que usaba la furia cuando se sentía realmente herido o pesaroso de algo, pero en ese momento no lograba diferenciarlo.

— ¡No lo sé, Gastón! ¡No lo sé! — Fue ahí cuando todo dentro de mí hizo colisión, mis ojos de pronto estaban desbordados en lágrimas y mi corazón estaba hecho trizas por completo. — No lo sé, porque realmente no tengo ni idea de lo que tú estás sintiendo en este momento.

— ¿Qué querés decir con eso? — Cuando no contesté, su voz aumentó decibeles. — ¡Carajo, Nina! ¡Explícame, porque si no lo haces no podré entenderte!

— Esa chica Gastón… — Fue todo lo que dije, pero me vi obligada a continuar cuando me miró expectante, confundido. — Esa tal Danna, es obvio para cualquiera que está enamorada de ti. Y vos al parecer sentís lo mismo.

Su expresión se endureció al tiempo que una sonrisa irónica cruzaba por sus labios, no tan grande, pero una pequeña sonrisa que parecía casi escalofriante viniendo de él. Toda su actitud era tan surrealista, que parecía que estaba teniendo un sueño.

Una pesadilla.

— ¿Y vos? ¿Qué me decís de ese chico? — Fue mi turno de mirarlo confundida esta vez. — Estaba tan ensimismado coqueteando contigo, pero al parecer no tuviste el tiempo suficiente de aclararle que tenías novio.

— ¡¿Cómo rayos sabés eso?! ¿Cómo podés asegurarlo si estabas bastante concentrado sonriéndole a Danna? — Devolví el puñal, queriendo calmar ese ardor que sentía en el pecho. — Niégamelo, Gastón.  Niégame que sentís algo por ella. 

Mi pedido era más bien una súplica. Deseaba con todas mis fuerzas no tener la razón, que Gastón me llamara loca por mis pensamientos, o que tan solo corriera hacia mí y me abrazara como siempre lo hacía. Estaba dispuesta a cualquier cosa para que mis palabras no fueran ciertas, quería que me negara todo una y otra vez… Pero no lo estaba haciendo.

¿Por qué no lo estaba haciendo?

En cambio lo único que dijo fue:

— No lo puedo creer…— Su respuesta me confundió, e iba a preguntarle a que se refería cuando comenzó a negar con la cabeza reiteradas veces, una mueca totalmente inescrutable cubría su rostro. — ¿Y qué? ¿Y qué si te digo que sí?  ¿Qué pasaría si te digo que lo que alguna vez sentí por ti, ya está desapareciendo?

Simplemente tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora