Simplemente tú.

48: ¿Realidad o irrealidad?

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¿ R E A L I D A D
O  I R R E A L I D A D ?
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Definitivamente el estar enamorado es unos de los sentimientos más hermosos por los que puede atravesar el ser humano; no obstante, también puede llegar a ser una de nuestras más grandes perdiciones si así lo permitimos.

Enamorarse nos hará depender drásticamente de la otra persona, dejándonos claramente pendiendo de su estado de ánimo. Sí él está triste, automáticamente nuestra anímica cambiará a la tristeza también, lo mismo pasará con la alegría o cualquier otra emoción o sentimiento.

Empatía le llamaban.

Y Gastón era una de las personas más empática que yo conocía, si me veía feliz él reiría conmigo o si me veía triste haría lo que fuera por sacarme una sonrisa. Por eso me parecía sumamente rara su actitud de los últimos días, su distracción estaba por las nubes y para que pudiéramos tan siquiera charlar un poco tenía que pedírselo de antemano.

Sin embargo, lo excusaba creyendo que estaba así porque dentro de algunos meses tenía que hacer un viaje a Inglaterra para finiquitar algunos temas en cuanto a Oxford respectara, así que por eso preferí dejarlo tranquilo y no hacerle muchas preguntas; pues al fin y al cabo, confiaba sumamente en él.

— Eh, Nina ¿Cómo estás? — Luna llegó sonriente a mi lado, y de un saltito, tomó asiento en uno de los sofás frente a mí.

— Bien… ¿Vos? — Contesté, cabizbaja. Mi voz salió más apagada de lo que pretendía, mientras que en mi rostro se trataba de formar una sonrisa.

— ¿En serio, estás bien? Por qué no se te nota… — Asentí e hice un gesto despectivo con las manos, sin embargo conocen a Luna, ella no se daba por vencida tan fácilmente. — Es por Gastón ¿Cierto? — No lo contradije, tan solo me quedé callada y con la vista fija en el suelo, de alguna manera contestando a su pregunta sin emitir palabra alguna. — ¿Todo sigue igual?

Mi vista inconscientemente subió en dirección a su dulce mirada, tratando de  transmitirme a través de ella un sinfín de buenos sentimientos y buscando con la misma lograr calmar mi corazón latiendo desbocado en el pecho.

Yo solté un suspiro, midiendo mis siguientes palabras.

— Sí Luna, todo sigue exactamente igual. Y para serte sincera no tengo ni idea de que hacer al respecto, le pregunto qué  le pasa y siempre me responde lo mismo; nada. Tengo miedo Luna… ¿Y si se está dando cuenta que yo no soy para él? — Confesé, mis pulsaciones cardiacas acelerándose conforme iba soltando atropelladamente las palabras.

— Nina… Primero que todo, eres una gran chica, tan hermosa como inteligente, por supuesto te lo mereces. Ya todo se va a arreglar. — Sus manos se posicionaron sobre mis hombros y fueron dando calmadas caricias en busca de reconfortarme. — Además, sabes que desde que Gastón se puso de novio contigo él cambió demasiado, no tienes porque preocuparte. — Continuó.

— No sé, Luna. También  ha cambiado bastante últimamente, ya casi ni hablamos. — Debatí  yo en cambió. — ¿Sabés qué? Mejor cambiemos de tema. — Pedí, quitando sus manos que aún regalaban caricias en mis hombros.

— Sí mejor cuéntame… ¿Ya hiciste el equipaje? Falta menos de un mes para que te vayas a Miami.. — Una sonrisa formándose en sus labios captó mi atención, mientras que sus cejas se movían de arriba hacia abajo eufóricamente.