Simplemente tú.

52: Restableciendo relaciones

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R E S T A B L E C I E N D O
R E L A C I O N E S 
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La mano de Gastón no abandonó la mía en ningún momento durante el vuelo, tratando de aportarme esa seguridad y valentía que necesitaba en ese momento. Y es que la verdad era que yo no me sentía muy cómoda que digamos en las alturas. De igual forma, mi cabeza estuvo recostada en su pecho mientras que pasaba su brazo por mi hombro para acurrucarme contra él.

El vuelo duró un aproximado de ocho horas y media, por lo que al menos dos horas de ellas decidí pasarlas dormitando en el pecho de mi novio, mientras que las demás se fueron entre canción y canción en mi reproductor, ojeadas al libro que había llevado conmigo o simplemente conversando con Gastón.

— Estimados usuarios, Baires Airlines les informa que ya puede hacer uso de sus aparatos electrónicos. Gracias por preferirnos y volar con nosotros. — Se escuchó que informaban a través del intercomunicador.

En seguida me erguí en mi asiento y me desperecé mientras lanzaba un bostezo al aire. Mis manos eran cubiertas por las largas mangas del suéter perteneciente a Gastón que me había puesto, mi cabello estaba recogido en una desordenada coleta mientras que mi visión se encontraban sin obstrucción de los lentes, pues había decidido quitármelos y guardarlos para estar más cómoda al dormir.

Un viaje de casi nueve horas no era para nada fácil, ya entendía a mi papá y la razón por la cual no le gustaba estar yendo y viniendo desde Miami a Argentina.

— ¿Tu papá nos espera? — Preguntó Gastón en lo que comenzábamos a formarnos en el pasillo para salir del avión.

— Se supone... Aunque, probablemente sea solo a mí a quien espere. — Dije en un murmuro, clavando la vista en el piso por leves segundos y jugando distraídamente con mis dedos. Cuando alcé de nuevo la vista, noté la mueca de confusión que tenía el rostro de Gastón. — Es que no sabe que vienes conmigo. — Expliqué, aunque la confusión en su semblante no desaparecía del todo.

— Pero si vos le habías dicho que venía contigo.

En ese momento ya habíamos bajado las escaleras del avión y nos aproximábamos a recoger el equipaje. Gastón entrelazó su mano con la mía mientras caminábamos.

— Sí, en su momento le dije... Pero luego ocurrió la discusión que tuvimos y pues él se enteró. — Dije, notando como Gastón dejaba su vista fija en el suelo y asentía levemente.

La verdad era que no sabía cómo reaccionaría mi papá al verlo y es que, pese a todo el cariño que le tenía a Gastón, él se había molestado bastante cuando se enteró del motivo de nuestra discusión. Y no es que yo se lo haya dicho directamente como gran chismosa, de hecho ni si quiera se lo había hecho saber a ninguno de mis progenitores, sin embargo el instinto de mamá y su sexto sentido le decía que algo me pasaba, además de que me notaba triste y decaída; así que de una vez decidió llamar a mi papá en busca de refuerzos y así tratar de averiguar qué me ocurría. No se lo dije de una vez, pero como al décimo intento de mi papá no pude contener el llanto y las palabras salieron desbordadas de mi garganta, él por su parte me decía que me tranquilizara y un montón de consejos más que esperaba que me ayudasen.

No obstante, pese a que le molestó muchísimo lo que Gastón le había hecho a su "princesita", también me decía que todo podía ser una confusión y que no lo creía capaz de hacerme algo como eso.