9. jm

820 164 16
                                    

Su rostro empalidece al mismo tiempo en que sus ojos se abren más aún, pareciese que mis palabras han despertado algo dentro de él que prefería mantener escondido. Hace amago de querer caminar hacia atrás, de querer salir corriendo, pero su cuerpo parece petrificado. Aún así, no aparta la vista. Se podría decir que sus ojos intentan confesarme todo aquello que su boca no es capaz de decirme. Sus manos tiemblan, sus piernas flaquean y siento que el peso del mundo entero está cayendo sobre sus hombros. Y de repente creo necesitar saber qué está pasando por su mente en este instante, saber qué es eso que tanto le atormenta. Quiero saber si aquello que ahora le paraliza es lo mismo que hace desaparecer sus sentimientos cuando baila.

-¿Jungkook?

Doy pasos cautelosos pero seguros hacia él y trato de alcanzar su muñeca, pero justo antes de que mis dedos rocen su piel, vuelve al mundo real alejándose de mí y dirigiendo su vista al suelo.

-¿Por qué bailas?

Cierra los ojos, respira hondo, quizás intentando expulsar aquellos recuerdos que le hacen sangrar. Al encontrar su mirada por segunda vez, siento un escalofrío recorrer mi espalda. Miles de sentimientos afloraban en aquellos ojos marrones, derribando muros, dejando caer lágrimas e invitándome a pensar que su pasado era más oscuro que el cielo que empezaba a cernirse sobre nosotros.

Vuelvo a encaminarme hacia él, esta vez más despacio, sin perderle de vista.

-¿Por qué bailas? -Pregunto una vez más al agarrar su mano- Puede ser que...¿bailes para alguien?

Aquella noche, las paredes de la sala de ensayos fueron quienes ocultaron sus llantos y la música que aún sonaba quien evitó que alguien pudiera oírlos. Yo tan solo fui un testigo silencioso de cómo él se quebraba poco a poco. Tan solo pude quedarme ahí, sujetando su mano mientras todo a nuestro alrededor se desmoronaba. Por alguna razón, quise acabar con cualquier demonio que pudiera estar arrastrándole al infierno que se veía a nuestros pies, pero aquella mariposa azul apareció de nuevo. Se posó sobre su hombro y me susurró que guardara silencio y simplemente me quedara allí, asegurándome de que él supiera que no estaba solo en esta oscuridad.

Un par de cartas ya se habían caído cuando él secaba sus lágrimas y forzaba una sonrisa amarga, llena de mentiras y verdades que harían arder tu alma.

-Gracias. -Susurró.

La casa de cartas que creí tan resistente, se desmorona con cada uno de sus movimientos.

mil y una mariposas. | kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora