mil y una mariposas. | kookmin

100. jk

Nos hallamos sentados en el acantilado, tal y como prometimos algunas noches atrás, y las risas se convierten en un eco que retumba hasta caer en el océano de ahí abajo.

-Bueno, chicos. -Namjoon llama nuestra atención dando una palmada- Tengo algo que anunciar.

Se levanta de un salto y sus zapatos son cubiertos por la hierba fresca que baila al son del viento, mientras le dedica una mirada cómplice a Jin, para después dirigirse a nosotros al fin.

-Como ya sabéis, Jin y yo hemos estado trabajando duro este último año, tanto que nuestras agendas apretadas solían impedir que pudiéramos reunirnos con vosotros. -Una sonrisa de oreja a oreja se dibuja en su tez morena- Pero al fin, conseguimos ahorrar el dinero suficiente para comprar un pequeño local a las afueras de la ciudad. No es nada comparado al antiguo, pero es todo lo que podemos permitirnos y...

Antes de que pueda acabar o tan siquiera continuar, ya nos abalanzamos sobre él, tirándole al suelo.

-Significa que podremos volver a bailar juntos, ¡¿verdad?! -Exclama preso del entusiasmo Hoseok, quien encima de él le observa con los ojos abiertos como platos.

-Sí. -Afirma Namjoon, casi sin poder respirar.

-¡Y podremos dejar nuestros aburridos trabajos! -Espeta aliviado Tae al abrazar a la figura de los hoyuelos.

Jin, quien observa la escena desde la distancia, aún sentado con sus piernas cruzadas, sonríe lleno de afecto y asiente, para después tomar una gran bocanada de aire y soltar:

-Este es el comienzo de un nuevo capítulo.

Namjoon consigue deshacerse de nuestro fuerte agarre, dejándonos suavemente sobre el verde que se expande a nuestro alrededor por todas partes, mientras la brisa cálida y amable nos mece entre sus indulgentes brazos.

-No. -Musita- Es el comienzo de un nuevo libro.

-¡Bien! -Grita Tae al ponerse de pie bruscamente y poner ambas manos sobre sus caderas- Entonces debemos dejar atrás todo aquello que aún nos atormenta.

-¿Y cómo se supone que haremos eso? -Pregunta intrigado Hoseok, quien le contempla enamorado.

-Gritando.

-¿Qué? -Inquiere, asombrado por la desbaratada respuesta de su marido.

Tae se acerca al borde, contemplando el horizonte y el azul que cubre el mundo entero desde aquí.

-Gritaremos todo aquello que continúa clavado en nosotros como espinas, caerá por este precipicio y desaparecerá.

Evitando sus miradas sorprendidas e ignorando a la mariposa azul que intenta detenerme, sigo los pasos marcados por Tae sin dudarlo.

-¡Aún le quiero! -Exclamo al sentir mi corazón ser aplastado- ¡Pero desearía que nuestros caminos no volvieran a cruzarse!

Me brinda una mirada en la que distingo algo parecido al alivio y el orgullo, como si durante todo el tiempo transcurrido hubiera esperado que estas palabras abandonaran mis labios.

-Ahora, corramos. -Ordena Tae.

-¿Correr?

Y sin dudar, comienza a alejarse, siendo seguido por el resto de figuras que ni siquiera se detuvieron a cuestinar las letras que su boca soltaron.

-¡Corre!

Y empiezo a correr. Corro dejando atrás mis sentimientos, los cuales se estampan contra las rocas y se quiebran, pero no mueren.

-¡No pienses en nada! -Le escucho gritar frente a mí, mirándome por encima del hombro- ¡Solo corre!

Los gritos de Hoseok parecen tener eco aunque nos encontremos corriendo en medio de un valle ahora, porque se repiten una y mil veces en mi mente. De vez en cuando, da un pequeño salto y me sonríe para, después, echar la cabeza hacia atrás preso de una incontrolable risa, siempre sin detenerse ni por un segundo. El cabello de Tae parece bailar al ritmo del viento, al son de la melodía llena de esperanza y el deseo de comenzar de nuevo, comenzar un nuevo día en el que nos limitemos a caminar hacia delante. Las manos de Jin y Namjoon permanecen entrelazadas, con fuerza, porque no quieren separarse jamás. Así que corren, juntos. Y después estoy yo corriendo tras sus espaldas, perdido en mil pensamientos y recuerdos de este largo viaje que emprendimos hace tiempo, desde el momento en que se convirtieron en parte de mi vida.