65. jm

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La casa de cartas que una vez construí. Continúa tambaleándose, temblando, provocando que caiga de rodillas. Sigo escuchando a alguien gritar mi nombre incontables veces desde ahí fuera, un par de sonidos leves, pasos que se acercan, y dedos delgados que atraviesan la ventana abierta intentando alcanzarme.

-Nunca lo había notado pero...

Yo, sin darme cuenta, he comenzado a caminar hacia la puerta que parece estar cerrada. La llave no puede ser encontrada por ninguna parte, así que no sé cómo huiré de este caos.

-...Pero tus manos son muy pequeñas. -Toma una de ellas, observándola desde cerca, incitándome a creer que está analizando cada rincón de mi piel.

Aquí en esta habitación, estoy sentado justo frente a él en esta cama tan blanca, mientras él tiene su espalda contra la pared y sus ojos vagando por los recovecos de mis finas manos.

Incluso en medio de esta penumbra puedo percibir su sonrisa.

La casa de cartas continúa quebrándose. Una vez, las ventanas estuvieron tapidas a causa de mi miedo a que alguien se adentrara en aquellos pasillos, una inmensa oscuridad custodiaba el lugar, haciéndome imposible ver lo que había delante de mí. La puerta estaba asegurada con cientos de cadenas, y ni siquiera podía atreverme a dar un paso hacia delante, para intentar abrirla.

-Aún así, encajan perfectamente.

Mi mano sobre la suya, nuestras palmas conectadas y nuestros dedos rozándose. Su mirada clavada en mi rostro sin tan siquiera esperar que pronuncie palabra alguna, tan solo observándome, así como ha estado haciendo desde hace un tiempo ya. Porque sus pupilas parecen seguir mi sombra allá donde vaya, asegurándose de que no pierda mi camino, queriendo cerciorarse de que no perderé de vista la luz al final de esta cueva. Él se ha convertido en uno de esos farolillos también, uno al que nunca quiero dejar marchar.

-Sí. -Afirmo en un mero susurro- Tal y como si hubieran estado destinadas a encontrarse.

La casa de cartas ha sido casi reducida a cenizas. Las ventanas abiertas de par en par; reconozco la voz que proviene de ellas. La puerta frente a mí, parece rota, marcada por mil batallas y lágrimas. Y tras todos los días que he pasado siendo vigilado por la preocupada Luna, aterrado por el fantasma del pasado, al fin ha sucedido.

La puerta se ha abierto.

-Jungkook...

Pero mis palabras se enredan en las telarañas que el miedo teje en mi garganta, así que permanezco en silencio, aferrándome a él, tan solo siendo capaz de desear que, por favor, pueda leer mis pensamientos.

Esa mariposa posada sobre tu hombro, ¿intenta ella acaso confesarme que eres tú mi destino?

mil y una mariposas. | kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora