23. jm

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-Buena suerte.

Estas palabras de Namjoon fueron lo último que escuché antes de subirme al escenario, esa expresión orgullosa en su rostro me brindó el coraje necesario para estar aquí ahora. Cada uno de sus actos me confiesa que esta vez no le he decepcionado.

Estoy flotando con el ritmo de la música, teniendo cientos de ojos sobre mí, sus expectativas son piedras que caen sobre mi espalda pero no me derrumban. Los focos sobre mí, la luz casi quemando mi piel, pero mantengo la cabeza bien alta frente a ellos; no puedo parar, ni siquiera si mis pies me fallaran o mis rodillas perdieran su fuerza.

Conozco cada paso de esta canción, sé cuando girar a la derecha y cuando dirigirme a la izquierda, sé cuando parecer feroz y cuando dejar que la debilidad me conquiste. Aún así, hay duda en algún rincón de mi cuerpo que me impide concentrarme en mi baile y olvidar el mundo real.

¿Por qué bailas?

Esa pregunta, esa maldita pregunta vuelve a mí como un bumerang cargado de relámpagos, siendo arrastrado por el viento enfadado que quiere vengarse de mí. Porque sí, este suelo que se está quebrando y también mis ojos cansados, ellos saben por qué me estoy quedando sin aire y necesito escapar.

La razón por la que bailo ya no está aquí.

Y la sabia Luna se acerca a mi oreja para hacerme saber lo hipócrita que soy, alejando a Jungkook del escenario porque sus sentimientos se extraviaban al poner un pie en él, cuando yo incluso perdí de vista lo más importante al bailar.

Rozar el corazón del público.

Pero, ¿por qué debería extender mis dedos en su dirección y dejar a mis alas batir libres, si aquel a quien más anhelo alcanzar ya no se encuentra bajo este techo?

La música para, todos aplauden. Como títeres vitorean mi actuación, ajenos a la falta de color en un baile que se teñía de negro con cada nota musical. Gritan satisfechos tras haber podido dejar a un lado el peso en sus pechos por un momento, mientras yo lucho por mantenerme en pie hasta que los focos se apaguen y al fin pueda correr hacia esa calle que ya debe estar sepultada por la penumbra.

Encierro en mí pura ironía al abrir la puerta para huir y mirar hacia atrás buscando a alguien que me detenga.

Sigo encerrado en esta casa de cartas que ya está marcada por mil huracanes.

mil y una mariposas. | kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora