53. jm

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Día tras día, desde que los pájaros nos dan la bienvenida y hasta que la Luna comienza a observarnos preocupada, practicamos sin descanso hasta que nuestros cuerpos son movidos por el agotamiento y, respirando a destiempo, nos detemos mientras el sudor se desliza rápido por nuestra piel. Ya conocemos cada paso de esta coreografía que creamos deseando que se convierta en un puente que nos guíe a nuestro mayor sueño. Podríamos bailar al son de esta canción con los ojos cerrados, en alguna habitación desconocida, sí, sabemos cada paso de memoria.

-¿Por qué soy incapaz de transmitir algo al bailar?

Pero una cierta marea sigue manteniéndole preso.

Pasa una mano por su pelo, frustrado, y niega repetidas veces. Siento que se está disparando millones de preguntas así mismo, intentando averiguar el porqué. Me limito a observarle en silencio, notando cada pequeño detalle, así como, casi de manera inconsciente, he estado haciendo últimamente.

Golpea el suelo una y otra vez con el pie derecho, quizás tratando de provocar un terremoto que pueda mostrarle la respuesta a este enigma. Sus largos dedos no dejan de moverse, esas manos cubiertas en sudor parecen temblar, puede que buscando también entre las telarañas de su mente. Muerde su labio inferior, nervioso, incluso temo que llegue a invitar a un fino rastro de sangre a deslizarse por él. Arruga la nariz de vez en cuando, llevándome a pensar que alguna idea descabellada cruzó por su cabeza y, de esta forma, la apartaba de sus pensamientos.

Seguimos en silencio y sé que el tiempo sigue fluyendo pero, cuando me pierdo al mirarle, pareciera que el tiempo se ha detenido y podría quedarme así el resto de mi vida.

La razón por la que bailo era mi madre. Para encontrarla entre el público sonriendo orgullosa.

De repente, estas palabras que fueron confesadas por Jungkook son atraídas a mí por un furioso huracán, me golpean con fuerza y es entonces, en este preciso instante, cuando me doy cuenta de aquello que estuvo frente a nosotros todo este tiempo.

-Ya lo sé.

Se paraliza y me contempla con una mirada llena de esperanza, impaciente, reprimiendo las ganas de rogarme que hable de una vez, para que así pueda deshacerse de esa frustración en su pecho.

-Creo que pierdes tus sentimientos mientras bailas porque, incluso ahora, después de tantos años, aún buscas a tu madre en el público.

Mientras mi voz rozaba sus mejillas, sus ojos se volvían más y más grandes e intentaba ahogar todas las emociones que escalaban por su garganta para más tarde caer por las ventanas de su rostro.

-Cuando subas ahí arriba, tienes que intentar ser consciente de ello, Jungkook. -Hago una pausa antes de pronunciar las siguientes palabras:- Ella ya no está aquí.

Asiente de una forma tan leve que este gesto podría pasar fácilmente desapercibido. Pero, aunque sus actos me susurren, sus ojos aterrados me confiesan una historia totalmente diferente, una llena de negación y desesperanza.

-No puedo. -Sentencia al fin en voz baja- Cada vez que bailo, yo...yo...

-Está bien. -Le detengo con un movimiento brusco de manos- Intenta concentrarte en otra cosa, entonces.

Comienzo a caminar en círculos en la sala, llendo de un lado a otro con la mano sobre mi barbilla, abriéndome paso entre mil matorrales y senderos para hallar aquello que nos sacará de este laberinto que hasta ahora nunca tuvo una salida.

Ya lo tengo.

Detengo mis pasos en medio del lugar y encuentro sus ojos, los cuales, de eso estoy seguro, han estado siguiendo mis trazos sin perderme de vista ni un segundo.

mil y una mariposas. | kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora