63. jk

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Unos golpes constantes me despiertan de repente, asaltando mi sueño como si de bombas se trataran. Él yace a mi lado aún durmiendo, así que me deslizo fuera de la cama con cuidado, rozando la intriga y embargado por la preocupación.

Nervioso y veloz, me precipito hacia la entrada, abrochando los botones de mi camisa.

Al abrir la puerta, encuentra a una mujer que ya ronda la adultez y viste unos ojos tan grandes como expresivos, una sonrisa amable que denota cierta confusión y un rostro que, a pesar de estar ya marcado por unos años duros de vida que ya quedaron atrás, transmite un aura de gentileza y cierta dulzura.

-¿Quién es usted? -Puedo apenas preguntar, aún vencido por el sueño.

Pero justo antes de que ella pueda responder, unas manos se posan por detrás sobre mis hombros y escucho su calmada voz a mis espaldas:

-Ella es mi madre. -Me revela para después continuar- Mamá, este es Jungkook...

-¡Ya sé! -Exclama con cierta alegría, como si conocer mi identidad fuera algún logro- Tu nuevo compañero de baile, ¿verdad?

Su voz parece convertirse en una brisa dulce que acaricia tus mejillas con cautela, brindando paz y armonía a una mañana de primavera.

-Sí. Encantado de conocerla, señora...

-¡Por favor! Puedo parecer algo mayor, ¡pero mi espíritu es aún joven! -Interrumpe mis palabras con un movimiento exagerado de manos- Solo llámame Jimin.

-¿Jimin? -Pregunto algo sorprendido.

-Sí, muchacho. -Asiente y suspira, una vez más, de una forma un tanto exagerada- Digamos que mi imaginación falló y me limité a ponerle mi propio nombre.

Y río sin tan siquera conocer la razón, quizás fuera porque ella lo hizo y, por algún motivo, su risa es la melodía más contagiosa y llena de vida que jamás he escuchado.

En un segundo, sus ojos se tornan más serios, invitándome a pensar que acaba de recordar aquello por lo que vagó por estas calles en una mañana fría poco después del alba. Sus palabras como filos de un cuchillo se clavan en Jimin:

-¿Has pasado aquí la noche?

Él permanece en silencio y, aunque no puedo verle porque su figura se esconde detrás de mí, puedo asegurar que las palabras se enredan en su boca, no siendo capaz de emitir sonido alguno.

-¿Por qué no me dijiste que pasarías la noche fuera? -Prosigue con su interrogatorio, más poseída por la preocupación que por la ira- ¡No estoy acostumbrada a que no vuelvas a casa!

-Mamá...

Por un segundo y juzgando por su tono de voz, pensé que espetaría una y mil quejas, pidiéndole a la mujer frente a mí que, por favor, guardara silencio y volviera a casa pero, para mí sorpresa y quizás debido a esa voz embelesadora que ella posee, tan solo fue capaz de decir:

-Perdón. -Ahora clavo mis ojos sobre él- No volverá a pasar.

Y tras brindarle una sonrisa sincera, se acerca a ella poniéndose su abrigo, listo para saludar a esos pájaros que ya componen mil sintonías bajo los primeros rayos del Sol.

-Volvamos a casa.

Ella asiente, indulgente, reinada por un alivio que la incita a dejarse rodear por el tacto afectuoso de su hijo. Sin embargo, no dan ni un solo paso. Y él, levantando una ceja en señal de extrañeza, me observa en silencio frente a la puerta del club, al igual que su madre.

-¿Qué? -Pregunto llevado por una gran confusión.

-Tú también vienes.

Y aunque sonara más como una orden que un ruego, sentí que aquella fue su forma de pedirme que le acompañara a casa.

mil y una mariposas. | kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora