35. th

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-¿A dónde fuiste anoche?

-¿De verdad tienes que preguntar?

En el fondo sé, como si hubiera seguido sus pasos la noche anterior, que escapó hacia aquel lugar prohibido, sin embargo, algo en la forma en la que brillan sus ojos oscuros me confiesa que encontró algo nuevo frente a esa puerta.

- Pero tranquilo, estoy bien.

Algo en el tono de su voz me susurra que es cierto, que de verdad está bien. No es solo su boca intentando convencerme mientras su cuerpo entero tiembla sepultado bajo el arrepentimiento.

Él de verdad está bien.

Sonrío para mí mismo, deseando poder presenciar esta escena cada día de ahora en adelante: está concentrado en todos los pasos que se mezclan en su mente para nuestra siguiente coreografía, un millón de ideas flotan en su cabeza mientras muerde su labio inferior, esperando que este sutil gesto le ayude a elegir correctamente, a elegir aquellos que harán vibrar los corazones del público. Irradia el deseo de subir a un escenario de nuevo, el mismo deseo que perdió la noche anterior cuando las luces se apagaron. Sus dedos no tiemblan y la atmósfera a su alrededor parece llena de paz, como si hubiera sido purificado por alguna sacerdotisa. No puedo ver ningún demonio, aunque el agujero en su pecho sigue tan grande y profundo como en el pasado y la sangre sigue cayendo por su torso, convirtiendo el suelo bajo él en un lago de lava.

-Tengo algunas ideas para nuestra coreografía grupal.

De repente, Jungkook aparece en la sala de prácticas, caminando hacia nosotros tan rápido como sus pies se lo permiten, agitando un par de papeles en el aire, probablemente donde plasmó toda su imaginación. Y ni siquiera pasa un segundo, en el momento en que su voz retumba en las paredes de la habitación, Jimin se gira hacia él para encontrar sus ojos y es justo entonces cuando me doy cuenta.

Él es la razón.

No fue magia, tampoco una sacerdotisa de algún cuento japonés. Y tan seguro como que hay un infierno que no fue causado por las preocupadas nubes o la entrometida Luna.

-Ya veo... -Me susurro.

Sus miradas se conectan, brindando la sensación de que son parte de un mismo puzzle, y ambos sonríen sin temor a la penumbra que les rodea, llenando esta habitación con sentimientos que florecen poco a poco. Sus manos se rozan sutílmente cuando intercambian, excitados, todo lo que guardaban en sus mentes sobre la pasión que comparten: el baile. Y a mí me hes imposible no observarles embelesado, porque no pude evitar pensar que era increíble cómo dos almas perdidas habían hallado al fin un hogar. Al mismo tiempo, negué levemente al tener la certeza de cuán irónico era el destino, empujando a dos corazones rotos por el mismo sendero esperando que sanaran las heridas del otro.

La primavera, la estación en la que Jimin perdió de vista la luz al final del túnel, está a punto de abalanzarse sobre nosotros, sí, los árboles han comenzado a difundir rumores. Tan solo puedo desear que, esta vez, no me encuentre bajo el cielo rabioso sin más remedio que sostenerle entre mis brazos mientras me confiesa, ahogándose en sus propias lágrimas, que está enamorado.

-¡Jungkook! -La voz de Jin se cuela por la puerta- Te necesito aquí un momento, por favor.

Y una vez más, estamos solos y siento cómo suspira anhelando que él no tuviera que marcharse.

-Fue por él, ¿verdad?

Dirige su mirada hacia mí veloz, confuso, frunciendo el ceño y dejando su cabeza caer ligeramente hacia un lado.

-Cancelaste vuestra presentación por él.

La expresión en su rostro me revela que ahora todo está tan claro como el agua para él; sabe de qué estoy hablando.

-Bailar provoca que mil recuerdos oscuros se conviertan en cadenas que le atan al pasado. -Dice con la voz de los que ponen en palabras sus mayores secretos- Así que, por ahora, no quiero que baile delante de nadie. No está preparado.

Una risa sonora escapa de mis labios al darme cuenta de cómo las cosas pueden cambiar en un simple segundo. Así como el Sol sale, la lluvia invade nuestro mundo haciéndolo suyo. Tan rápido como caemos, podríamos estar tan, tan alto, que seríamos capaces de tocar el cielo.

-Creía que tan solo usabas a los demás como si de juguetes se tratase. -Apoyo la barbilla sobre la palma de mis manos y los codos sobre la mesa- ¿Cuándo comenzaste a proteger?

Una media sonrisa aparece en su cara y, al estar a punto de hablar, la puerta se abre otra vez y Jungkook entra junto a Jin y Hoseok para compartir sus ideas con nosotros.

-Desde que le conocí. -Susurra antes de concentrarse una vez más en los papeles delante de él.

Primavera, por favor, protégeles.

mil y una mariposas. | kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora