mil y una mariposas. | kookmin

52. jk

Desde aquella noche, ya siendo parte de nuestra rutina, tras cada largo y agotador día al que sobrevivimos, nos encerramos en la misma habitación al final del pasillo para, poseídos por un gran deseo, dejarnos llevar entre mil gemidos. Desde aquella noche, nos hemos perdido en la infinidad que abarcan estas cuatro paredes que ya se han transformado en un escudo, en torno al cual formamos un fuerte que nos aisla y protege de este mundo cruel.

He conocido cada rincón de su figura delgada, y he viajado a través de esas vías de un tren sin rumbo que recorren su espalda. Podría recitar en voz alta cada lugar en el que esconde algún lunar, dónde se hallan sus partes más sensibles y dónde es más suave su piel que ya es tan tersa. Podría recitar en voz alta y hablar durante siglos sobre ello como si se tratara de una poesía que ha sido escrita sobre mí con tinta negra. Pero lo sé.

Sé que mi cuerpo cubierto en sudor sobre el suyo es solo un reemplazo de aquel a quien él querría tener cada noche a su lado. No hay ninguna diferencia entre aquellos extraños y yo.

Lo que estamos a punto de hacer, no significa nada para mí.

Aún así, esa parte esperanzadora y romántica sigue esperando que estas noches furtivas que pasamos a escondidas, tomen algún día un significado para él. Una parte de mí, cuando ya estoy al borde del sueño en este colchón, desea que él siga aquí cuando me despierte pero, cuando abro los ojos a la mañana siguiente, él ya no está aquí.

Y hoy es uno de esos días, de esos en los que permito que la esperanza tome el control.

Le descubro a punto de marcharse, listo para abandonarme una noche más, y decido desear en voz alta.

-Jimin...-Suspiro extendiendo mi mano hacia él- Quédate.

Pero, sin tan siquiera girarse por un segundo para mirarme, cruza la puerta.

Aún intento consolarme desesperadamente, repitiéndome a mí mismo que no pudo escuchar mi leve voz porque, quizás, los pájaros cantaban demasiado alto.