76. th

262 82 24
                                    

Es como si la historia volviera a repetirse, estas palabras que un día fueron pronunciadas por Jin, visitan el caos que es mi mente al encontrar su sombra.

-Hey, Jungkook. -Susurro en tono amable al rodearle con mi abrigo, ya que incluso sus labios han adoptado un color morado- Volvamos al club; te prepararé algo caliente.

Y aunque creímos que ésta tendría un final diferente, pareciera que hemos vuelto al principio, ya que nos hallamos de nuevo en medio de la noche en este lugar prohibido, buscando a alguien que se marchó sin previo aviso, o quizás las pieces que nuestros corazones han perdido, intentando deshacernos de nuestros fantasmas del pasado.

-¿Qué prefieres? -Pregunto al intentar moverle, empujarle con cuidado calle arriba- ¿Té? ¿Café?

-No. -Pero él rechaza mis manos gentiles y se aleja, estampando su espalda contra la pared fría del club- Necesito verle otra vez.

El destino es cruel, ésto es lo único que cruza mi mente cuando clava sus ojos en los míos, unos ojos que comienzan a perder su color y de los cuales miles de lágrimas empiezan a salir.

-¿Sabes, Jungkook? -Suspiro al acercarme con cautela, sintiendo cómo mi voz quiebra- Yo también le extraño.

Y así, me hundo en el océano en el que hemos estado navegando desde que él nos abandonó, ya que desde entonces hemos viajado a través de un oleaje interminable sin rumbo alguno. Hoy, al fin, nos hallamos en el fondo de un azul oscuro que se impregna en nuestra piel, pues hace ya seis noches desde que perdimos las velas del barco que nos mantenía a flote.

-¿Tae? ¿Jungkook?

Sin tan siquiera darme cuenta, gotas cristalinas se deslizan melancolícas por mis mejillas, mecidas por una brisa helada de una noche primaveral en la que la Luna egoísta nos arrebata bruscamente esa fuerza que tanta falta nos hace. Me encuentro contra la pared, justo junto a la entrada de este maldito club, y mis manos tiemblan. Pero me arropan unos brazos llenos de afecto, los cuales me envuelven con cuidado, invitándome a pensar que temen que en cualquier momento pueda desmoronarme. Y al levantar la vista, me topo con su mirada comprensiva.

-Hoseok...-Musito entre dientes.

La calidez me consume al estar cubierto por su abrigo de color azabache, mientras a mi lado Jungkook se deshace del suyo para ofrecérselo a la figura que se alza frente a nosotros, dando un par de pasos hacia atrás.

-No voy a volver. -Asegura firmemente, aunque sus rodillas flaqueen.

-Jimin se ha marchado. -Afirma en voz alta, como si nosotros no fuéramos conscientes de ello- Y sé, creédme, sé que os arde el pecho al no distinguir su silueta entre los demás cada mañana al llegar al club. Sé que vuestra vista se nubla al ser incapaces de bailar junto a él, o al menos, verle bailar en el escenario al que sabemos que pertenece.

Hace una corta pausa, y toma una gran bocanada de aire al apretar el puño con ímpetu, dejándonos saber que su corazón también ha perdido un par de piezas irreemplazables. Después, entrelaza su mirada a la de Jungkook, quien escucha atento con pies temblorosos.

-Sé que es doloroso perder a quien amas.

Acto seguido, se gira hacia mí una vez más, otorgándome una sonrisa sutil que desea poder convertirse en un halo de luz, en la oscuridad de la profundidad del océano en el que nos hallamos extraviados.

-Y sé que duele tener que perder una vez más a un integrante de esa familia que todos juntos formamos una vez, lo sé, porque yo también le he perdido.

Las nubes se disipan, brindando a las estrellas la oportunidad de brillar más que nunca sobre él, sin embargo, sobre nosotros se cierne una penumbra que no nos permite respirar.

-Pero Jimin tomó su propia decisión. -Estas palabras se tornan en armas de doble filo, las cuales se clavan directas en nuestros pechos- Él decidió abandonarnos. A todos.

Camina hacia el coche que se encuentra aparcado frente a nosotros, a tan solo escasos metros, y abre una de las puertas traseras sin adentrarse en él, limitándose a fijar sus ojos sobre nuestras figuras mientras, con un leve movimiento, nos invita a subir.

-Así que ahora ambos vais a volver al club. -Asiente varias veces, queriendo así convencernos al fin- Jin y Namjoon nos están esperando y estoy seguro de que habrán preparado café para que podáis entrar en calor.

-Pero...-Jungkook trata de añadir algo, pero es interrumpido.

-Y Namjoon ha comprado pasteles de arroz dulces...

-Hoseok...-Esta vez son mis palabras las que intentan detenerle...

-Además, el club ha permanecido con las puertas cerradas desde entonces, y tenemos que volver a abrir en algún momento...

-¡Hey! ¡Hoseok! -Exclama Jungkook al acercarse a él, siendo consumido por la rabia.

-¡Porque Jimin sigue hacia delante! -Grita antes de que pueda alcanzarle, evitando nuestras miradas inquisitivas- ¡Él ha tomado un camino distinto, sí, pero no detiene sus pasos! ¡Él sigue caminando hacia delante sin mirar atrás!

Suspira antes de pronunciar con cierta tristeza en voz alta, mientras su mente es devorada por la nostalgia y la frustración que esta noche fría nos regala:

-Y nosotros también debemos seguir hacia delante, aunque sea sin él.

Al conducir calle arriba a través de esta solitaria carretera, mis ojos viajan por los rostros que intentan hallar algo de paz, y todos ellos son reinados por las lágrimas. Ahogamos nuestros sollozos en el silencio del coche, ya que ninguno se atreve a mediar palabra alguna.

Seguimos hacia la deriva en las profundidades tenebrosas, pero bajo este cielo azul, alguien lanzó un ancla resiste a la que ahora nos aferramos con fuerza. Puede que esté dañada y cubierta por una fina capa de musgo creado a partir del sufrimiento, y puede que tenga un par de rasguños debido a las miles de batallas a las que ha sobrevivido, pero se mantiene firme bajo estas aguas, asegurándonos que no nos abandonará.

-Gracias. -Susurro al colocar mi mano sobre la pierna de Hoseok, quien conduce con la vista ya cansada.

No, no nos abandonará.

Deja caer su mano sobre la mía, tan solo rozándola, incitándome a creer que ni siquiera le quedan fuerzas para apretar con más ahínco.

Ni hoy, ni mañana.

-¿Y tú, Jungkook? -Pregunta mirándole a través del espejo retrovisor- ¿Vas bien ahí atrás?

Pero no responde, tan solo mantiene su mirada perdida en la inmensa soledad que le arropa en sus vacíos brazos, y casi puedo sentir cómo cientos de demonios escalan por su cuerpo para plantarse en sus hombros. Casi puedo escuchar cómo le susurran que el final ha llegado.

-Tranquilo. -Intenta calmarle, fallando- Ya casi hemos llegado.

Nunca nos abandonará.

mil y una mariposas. | kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora