79. jk

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Han pasado ya dos meses desde que Jimin echó a volar con Yoongi, lejos de aquí, y aún me descubro pensando en él de vez en cuando.

-Jungkook. -Una voz profunda suena cerca de mí, más bien, justo a mi lado- ¿Por qué no pides un deseo?

Los rayos del Sol se clavan ardientes sobre nosotros en el Acantilado de los Deseos, para así anunciar la inminente llegada del verano. En el cielo azul no hay ni rastro de las entrometidas nubes que solían nublar la inmensidad azul de ahí arriba, y los pájaros vuelan libres sin necesitar huir del frío. Sin embargo, soy yo quien es reinado por un interminable invierno, y así, lágrimas se resvalan veloces por mi piel.

-¡Tae! -Exclama Jin al levantarse y dirigirse hacia donde nos hallamos sentados- ¡Ya le has hecho llorar otra vez!

Y es que desde el día en que Jimin comenzó a batir sus alas y se marchó dejándome atrás, tan solo puedo pedir el mismo deseo una y otra vez. Desde aquel día, las fuerzas me han abandonado y una gran debilidad se ha apoderado de mí, por ello, las lágrimas me visitan cada día.

-¿Qué? -Responde ofuscado- ¡Pero si no he hecho nada!

Incluso en ellos se puede percibir un rastro de tristeza, y puedo ver ese manto de nostalgia que les cubre al extrañar una parte de ellos que se perdió en el abismo hace tiempo.

-Perdón. -Pronuncio en voz alta al intentar acabar con las gotas cristalinas en mi rostro- Yo...

-Está bien, Jungkook. -Me interrumpe Namjoon, poniendo uno de sus brazos sobre mis hombros.

Pero ni siquiera ese aura amable que desprende es capaz de calmarme, pues leo en sus ojos cansados ese mismo dolor que recorre mi cuerpo.

Desearía que el destino no fuera tan cruel.

-Jungkook, todo irá bien.

Me brinda una sonrisa sutil que se desvanece al escuchar mis palabras:

-¿Qué pasará si siempre me siento así?

Por espacio de un segundo, el silencio nos atrapa y tan solo oímos el sonido de las hojas siendo mecidas por esta brisa primaveral, la cual da la bienvenida al verano. Y con el cantar de un par de pájaros, entrelaza nuestras miradas y se dispone a limpiar un par de lágrimas descuidadas que estaban empeñadas en no abandonarme jamás.

-Llegará un día en que todo esto sea solo un recuerdo lejano, y ahí estaré yo, a tu lado diciéndote que ningún sentimiento es eterno.

Y así dejo mi cabeza caer rendida sobre su hombro, mientras todos se sientan sobre la hierba verde y fresca a nuestro alrededor, comenzando a hablar sobre temas frívolos que esconden tras ellos la profundidad de mil océanos, la cual ocultan porque temen enfrentarse a ese sufrimiento que les carcome, porque es mejor olvidar.

Pero mis manos aún tiemblan, y la incertidumbre me devora, pues dudo que algún día pueda olvidar qué sentía al entrelazar nuestros dedos o la melodía en la que se convertía su risa. Pues fue él quien me ayudó a darme cuenta de que nunca caminé solo, para después, a sangre fría, arrancar mi corazón que ya le pertenecía y marcharse, sin ser consciente de que, si no camina junto a mí, siento que vuelvo a caminar en solitario.

Y dime, mariposa azul, si él ya se ha marchado, ¿por qué sigues tú aquí a mi lado?

mil y una mariposas. | kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora