mil y una mariposas. | kookmin

85. yg

Jimin me quiere.

Las luces de las farolas comienzan a encenderse, para así iluminar nuestros pasos mientras caminamos calle arriba, abriéndonos paso entre las miles de personas que se dirigen apresuradas hacia sus destinos. Los colores del atardecer se mezclan en el cielo con los tonos oscuros de la noche, simulando una explosión de tonalidades sobre un lienzo con el que un niño con afán de pintor decidió jugar. Las hojas movidas por las fuertes ráfagas de viento otoñales se estampan de vez en cuando contra nosotros, y después se abalanzan sobre el suelo frío, llegando así al final de sus días.

Y al preguntarme cuánto faltará para nuestro final, el cruel destino provoca que nos topemos con la respuesta frente a nosotros, cuando Jimin choca contra una silueta que se disculpa una y otra vez hasta que, al fin, sus miradas se encuentran y un brillo especial nace en sus ojos.

-Jungkook. -Musita en voz baja.

-Jimin. -Sonríe al inclinar sutilmente la cabeza hacia un lado- ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que nos vimos? ¿Un par de meses?

Puedo percibir que intenta ocultar miles de secretos y una gran pena bajo una felicidad fingida, intentando reprimir las centenares de palabras que desearía gritarle ahora mismo.

-Cinco meses. -Responde él enseguida- Han pasado cinco meses.

Y me atrevería a asegurar que ésto causa una gran sorpresa en él, pues le observa con la boca medio abierta y el silencio le posee por espacio de unos segundos, hasta que le extiendo mi mano.

-Jungkook. -Le saludo sonriente- También ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos.

Asiente aún con sus ojos sobre Jimin, quien también le observa, mientras yo aprieto su mano.

-¿Cómo están los demás?

-Bien. -Me asegura sin dudar ni un segundo- Todos están bien; Hoseok incluso ha vuelto a bailar.

Entonces, Jimin se adelanta e interpone entre nosotros, provocando que rompamos nuestro agarre abruptamente, y le enfrenta siendo poseído por una inmensa alegría, acompañada por un entusiasmo que empieza a recorrer cada centímetro de su cuerpo.

-¡¿De verdad?! -Exclama aún sin ser capaz de creer sus palabras- ¡¿Nuestro Hoseok?!

Jungkook vuelve a asentir, ahora mostrando una sonrisa que parece haber sido creada con el único fin de ser otorgada a la silueta que se alza frente a él.

-Es el nuevo bailarín principal.

Sin embargo estas palabras se convierten en cuchillos afilados que se clavan con despecho en Jimin, quien parece haber sido golpeado por la cruel realidad.

-Bueno. -Intervengo- Jimin también es ahora bailarín en el club donde yo trabajo.

-Me alegro. -Dice sin apartar su vista de él.

Pero siento que es una mera mentira disfrazada, pues en su interior grita mil veces que desearía que él volviera junto a él ahora mismo. Puedo deducir, por la forma en la que aprieta su puño con fuerza, que anhela poder sostener su mano, y quisiera arrebatarle de mis brazos en este instante, para así seguir caminando calle arriba juntos bajo la Luna que ya reina en el cielo.

-Debo marcharme ya, así que...-Comienza a decir señalando hacia delante.

-Quiero verle. -Interrumpe Jimin- Quiero ver a Hoseok bailar.

A pesar de que su deseo nos haya pillado desprevenidos a ambos, soy yo el único que permanece callado, siendo un simple espectador en esta escena, mientras Jungkook le dedica una sonrisa más y traga mil confesiones que se clavan en él como espinas de una rosa.

-Ya sabes donde está el club. -Se limita a decir- Ven cuando quieras, te estaremos esperando.

Y así, continúa su camino calle abajo y nosotros seguimos en dirección contrario, alejándonos cada vez más de su sombra y, aún así, siento que algo más fuerte les mantiene unidos pese a la distancia.

Y al girar a la derecha y descubrir a Jimin perdido en pensamientos con una sutil sonrisa en su rostro por primera vez desde hace ya una eternidad, me doy cuenta de que cada vez que le miraba, él tenía sus ojos clavados sobre Jungkook. Siempre.

Jimin me quiere.

Ahora me pregunto en qué momento comencé a repetirme esas palabras tratando de calmar a mi corazón, quien ya es consciente de aquello que tanto intento negar.