98. yg

323 85 22
                                    

Nuestras miradas ya no se cruzan, y nuestras manos permanecen alejadas a pesar de que nuestros cuerpos se encuentren tan cerca. Sus ojos vacíos siempre parecen buscar algo que se escapa a su alcance, una felicidad que se escurre entre sus dedos, y de vez en cuando toma una gran bocanada de aire, como si por un momento hubiera olvidado respirar.

Mi corazón que ya emponzoñado por un desamor fatídico comenzó a marchitarse, sigue aferrándose a una mota de esperanza que reluce entre las rocas grises con las que tropiezo al adentrarme en una cueva insólita y solitaria, en la que pierdo mis huellas y me hes imposible encontrar una salida. Aún deseo sujetar su mano tan solo un poco más, porque aún soy incapaz de despedirme de esta figura que por tanto tiempo ha querido estar junto a mí.

Y que sea el cielo quien me castigue por haberme aprovechado de su débil corazón, que sea el destino cruel quien me empuje al abismo, pero ahora mismo, mi alma agotada ya se ha rendido.

-Últimamente... -Mi susurro llama su atención, obligándole a girarse hacia mí- He estado pensando en nuestro futuro.

Enseguida su rostro se torna taciturno y una sonrisa amarga se dibuja en ese lienzo blanco, ya que mis palabras se clavan en él cual cuchillos, mientras el agujero en su pecho se expande a través de todo su ser.

-Quisiera que viajáramos juntos alrededor del mundo, quisiera descubrir nuevos lugares junto a ti y que, cada vez que mirase hacia atrás, pudiera econtrar tu sombra siguiéndome desde cerca. -Me acomodo en la silla, suspiranso- Me gustaría que nos mudáramos lejos de aquí, a alguna ciudad que no encierre mil recuerdos oscuros en ella, y que pudiéramos comprar una casa junto a las montañas, tal y como siempre has querido.

Mis palabras caen pesadas al suelo, quebrándose, pues sé que desde hace tiempo él anhela en silencio poder marcharse.

-Desearía que pudiéramos bailar sobre el mismo escenario para siempre, al ritmo de la misma canción, hasta que nuestros pies nos lo permitan.

Una risotada producto del sarcasmo sale de mis labios, los cuales tiemblan al contemplar la tristeza que puede palparse a su alrededor.

-Y quizás sea demasiado pronto para decir esto, pero quisiera casarme contigo. -Confieso en voz alta- Quisiera poder envejecer a tu lado, y que cuentes cada arruga que salga en mi rostro con una sonrisa.

Él permanece atrapado por un silencio que me aterra, mientras todo el coraje que poseía se desvanece.

-Quisiera que fueran tus pequeñas manos aquellas que sujetaran con fuerza las mías cuando respirara por última vez y mis ojos se cerraran para siempre.

-Yoongi...

Intenta detenerme, pero continúo.

-Sé que entonces podría despedirme de este cruel mundo diciendo que tuve una buena vida, y que fui feliz.

Sus manos no tratan de alcanzarme ya, pues ambos oímos los truenos de la tormenta que se cierne sobre este lugar al que nunca pudimos llegar a llamar hogar.

-Y una vez pensé que también podrías despedirte anunciando que habías sido feliz, siempre y cuando permanecieras la vida entera a mi lado, porque una vez tú también me amaste.

Mis propias palabras me derrumban, me traiciono a mí mismo al admitir por fin aquello que quise negar durante tanto tiempo, y ello provoca que las lágrimas se asomen a las ventanas en mi rostro.

-Jimin. -Clavo mis ojos sobre los suyos, los cuales tiemblan- El día que conociste a Jungkook, ¿viste una mariposa volando sobre él?

Mi pregunta desvaratada no le sorprende ni un ápice, pues conoce el significado tras esas letras, y por ello se limita a asentir en la penumbra, también ahogando un sollozo.

-Por favor. -Ruego más al destino que a él- Dime que también viste una mariposa cuando nos vimos por primera vez.

El tiempo que fluye con tanta rapidez pareció congelarse por un segundo y mi corazón dejó de palpitar al observar cómo negaba lentamente.

-No. -Responde en un hilo de voz- No pude ver ninguna mariposa.

Y soy asaltado por la repentina certeza de que, a veces, nos econtraremos con personas que no están destinadas a conocernos. Tengo la certeza de que el destino es irónico, pues me llevó a enamorarme de alguien que desde el principio estuvo destinado a enamorarse de alguien más.

-Sigue a esa mariposa, Jimin.

-Pero...

-No digas que me quieres. -Me adelanto a sus palabras- Te arrepentirás.

Y me sería imposible dejarte marchar al escuchar semejante mentira, una que me brindaría esperanza.

-Sigues aferrándote al pasado por miedo a volar solo, o quizás temiendo que yo me derrumbe. -Musito apretando el puño, para así reprimir más lágrimas- Pero a pesar de que fui el primero en amarte, no seré el último, así como tampoco serás tú el último que me amará.

Aunque mis palabras vayan dirigidas a él, consuelan también mi pobre corazón, el cual ya ha sido teñido por un negro azabache y sigue marchitándose a pesar de que estemos en primavera, invitándome a pensar que jamás florecerán flores dentro de mí.

-Aunque nunca llegara a ver una mariposa volando sobre ti, te amé.

Cierro mis párpados al asentir, guardando esas palabras en un cofre en algún rincón de mi mente, ya que, para mí, son más valiosas que cualquier tesoro que algún pirata haya podido hallar en el fondo del océano.

-Lo sé.

Y roza mis dedos fríos por primera vez en una eternidad, pero tan solo se trata de un acto que me obliga a enfrentarme a la cruda realidad.

-Gracias por enseñarme ese lado del amor al que no debo temer.

Esto es una despedida.

Y cuando su sombra desaparece, me doy cuenta de que esto no se trata de un hasta luego o un hasta la próxima, se trata de un adiós que arde en mi pecho.

Supongo que esta vez soy yo quien tiene un agujero en el lugar donde debería estar mi corazón, sangrando, rogándole a los demonios que comienzan a escalar hasta mis hombros que, por favor, me dejen en paz.

mil y una mariposas. | kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora