17. jk

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-Jimin.

Jin le agarra por el brazo, con fuerza, e intenta intimidarle con su mirada. Pero él se queda callado, sin moverse, sin tan siquiera intentar liberarse.

-Si sigues así, acabará echándote.

No sé lo que está pasando, pero en el suelo bajo ellos parece que una grieta comienza a abrirse y unas cuantas llamas salen a la luz, quemándoles lentamente.

-¿Cuántas veces ha pasado esto ya?

Evita su mirada mientras sus palabras se convierten en cuchillos afilados que son lanzados directamente a su pecho, provocando que su sangre se mezcle con el fuego.

-¿Cuántas veces nos has decepcionado?

Jin le sacude, quizás intentando devolverle a la realidad, obligarle a hablar, pero no es suficiente para sacarle de su mente.

-¿Cuántos bailarines han renunciado por tu culpa?

No estoy seguro, pero me atrevería a decir que ni siquiera pestañea y me pregunto si sigue respirando.

-Él se ha marchado.

Estas simples palabras desatan un huracán dentro de él, de repente sus ojos se encuentran y parece rebosar rabia pero, al mismo tiempo, una inmensa tristeza le carcome.

-No va a volver. -Al fin le suelta- Así que olvídale ya.

Otra vez, su vista se deja caer sobre el suelo y casi puedo jurar que es capaz de ver el río de lava que se está creando bajo sus pies.

Juzgando por la forma en la que niega con la cabeza y ríe sarcásticamente al pasar la mano por su pelo, puedo presentir que está a punto de soltar todo aquello que se ha ido acumulando en su garganta. Pero cuando hace amago de decir algo, enseguida se arrepiente. Y la tensión entre ellos crece, haciendo que el aire empiece a pesar sobre sus hombros.

-¿Por qué no puedes simplemente bailar con él?

Esta vez, Jin no está gritando, es casi un simple susurro y, más que una orden, es un ruego.

-Solo bailaré con Yoongi.

Gira su cabeza sutilmente hacia un lado; si mi vista no me engaña, él cierra sus ojos y respira profundamente.

Pareciera que...

-Está mintiendo.

Salto hacia atrás ligeramente cuando alguien, pillándome totalmente desprevenido, aparece a mi lado. Cuando me doy la vuelta con mis ojos abiertos como platos y la mano en mi pecho, descubro a Tae observando la escena, serio.

-¿No crees?

Sus ojos me encuentran y una leve sonrisa se dibuja en su rostro. Pero no tengo palabras, no sé cómo reaccionar. No sé si debería salir de aquí  o detener lo que sea que esté sucediendo ahora mismo. No sé si debería permanecer en silencio o gritar para sacar a Jimin de ese fuego ardiente.

-Entonces renuncia.

Cuando su voz nos alcanza, ambos nos giramos hacia ellos de nuevo.

-Tú no sabes nada.

-¿Qué es lo que no sé? -Jin extiende sus brazos, invitándole a contarle todo aquello que desconoce- Dímelo, Jimin.

Los cuchillos en su pecho siguen tratando de llegar al rincón más profundo dentro de él  pero ya no sangra, no le queda nada por sacrificar. Parece que está vacio, como si lo estuviera perdiendo todo poco a poco. Sí, sus manos tiemblan y está a punto de caer por ese precipicio que conduce a esas llamas hambrientas que siguen gritando su nombre. En este día frío de invierno, él está ardiendo.

Silencio. Tan solo escucho mi respiración y todos sus deseos ser desgarrados como un trozo de papel.

-¿Qué está pasando aquí?

La voz confusa de Hoseok capta nuestra atención pero, por décima vez, es Jin el único que se digna a mediar palabra; eso sí, esta vez caminando hacia la puerta por la que él acaba de entrar, hacia la sala de prácticas.

-Quiere arruinarlo todo, otra vez.

No hace falta nada más.

Presencio cómo se quiebra sin conocer la razón. Le observo correr hacia la salida sin entender qué es lo que provoca en él esa necesidad de escapar lo antes posible. Veo a Jin seguir sus pasos con la mirada, derrochando frustración, rabia y un poco de compasión en su ojos y me pregunto por qué tuvo que provocar que cayera de rodillas frente a todos. Hablaría con él, pero desapareció detrás de aquella puerta llevándose a Hoseok con él, quien parecía estar acostumbrado a esto, parecía saberlo todo sin tener que escuchar nada.

Y aquí estamos, Tae y yo, quienes fuimos testigos mudos de todo lo que sucedió pero, cuando le encuentro ahí parado, tranquilo, como si el club no hubiera temblado por un momento, tengo la certeza de que él también conoce ese secreto que intento descubrir.

-Quieres respuestas, ¿verdad?

Empieza a caminar sin dignarse a mirarme una vez más, dirigiéndose lento hacia la salida.

-Entonces, sígueme.

Lo último que cruza por mi mente antes de darle la bienvenida al cielo gris, provoca mil suspiros y hace que le busque desesperado con mis ojos cansados, fallando en el intento.

¿Dónde estás, Jimin?

mil y una mariposas. | kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora