45. jk

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Seis fríos días han pasado desde aquella noche y poco a poco, parece que tras aquel incidente en el que Jimin tembló una vez más, todo vuelve a la normalidad.

Namjoon está concentrado en su conversación con los encargados de las luces y decoración, decidiendo cuáles serán las que harán al público suspirar embelesados. Jin y Tae hablan vívidos con los demás bailarines, dando los últimos retoques a la coreografía que fue producto de nuestras mentes aquel día tan agotadas. Hoseok, quien ahora limpia un par de gotas de sudor de su frente con las mangas de su jersey, ayuda a cargar cajas con el vestuario y demás. Mientras el club empieza a parecer uno de esos auditorios de las películas que quita el hipo, voy de aquí para allá ofreciendo una mano dispuesta a ayudar a aquel que lo necesite.

Sí, poco a poco, se empieza a respirar tranquilidad de nuevo.

Pero las estaciones se han detenido. En la primera mañana de primavera, los copos de nieve se atreven a visitarnos. El viento helado se cuela por la ventana, los pájaros se esconden del blanco tan frío que quema y nosotros anhelamos oler el aroma de las nuevas flores. Estamos atrapados en un invierno eterno.

Aún así, de una manera u otra, seguimos adelante.

-¿Y Jimin? -Pregunta Namjoon desde una esquina del escenario- ¿Tampoco ha venido hoy?

Jin se gira veloz en su dirección para, con una mezcla de desgana, molestia y miedo a perderle, dice al fin:

-No. No ha venido.

-Estamos a tan solo ocho días de la gran noche. -Anuncia en un tono bastante alto, lleno de rabia y decepción- ¡Debería estar aquí!

Refunfuñando entre dientes, desaparece tras la puerta que conduce a su despacho, cerrándola con fuerza, quizás para descargar algo de la ira que le corroe.

Aún así, al menos nosotros, seguimos adelante.

A pesar de las preguntas que vuelan en el aire y de esas palabras que nadie se atreve a pronunciar, todos siguen con aquello con lo que ocupan sus mentes, puede que para reprimir esa angustia que les carcome por dentro. Y es que, aunque intenten desesperadamente disimular su desasosiego y aparentar que no hay mil arañas tejiendo trampas frente a ellos, puedo notar cómo sus miradas viajan hacia la puerta principal de vez en cuando, esperando que él aparezca. Aunque Taehyung ni siquiera se haya dignado a dirigir sus ojos hacia Namjoon cuando éste preguntó por Jimin, pude percibir como, por un segundo, sus movimientos se detuvieron y sus manos dudaron, arrepentidas de algo que desconozco.

Aún así, nadie se atrevió a echar la vista atrás para buscarle.

¿Pero quién soy yo para juzgar sus actos cobardes, si yo tampoco conseguí reunir el valor aún para enfrentarme a él? Incluso si la curiosidad me devora lentamente y mis manos desean poder alcanzarle y cerciorarse de que sigue respirando, mis pies se quedan paralizados ante el muro de piedra que levantan mis temores.

Miedo a su pasado.

Miedo a las palabras que puedan salir de su boca.

Miedo a sus sentimientos.

Miedos. Miedos. Y más miedos.

El sonido de unas cajas que son puestas bruscamente sobre el suelo se cuela entre mis pensamientos, devolviéndome a la realidad. Al deslizar mis ojos hacia el lugar del que provenía el ruido ensordecedor, encuentro a Hoseok aproximándose rápido hacia nosotros.

-Se acabó. -Espeta con ambas manos sobre sus caderas- Tenemos que encontrar a Jimin.

-No quiere ser encontrado. -Suelta al instante Tae, ya rendido- Es inútil.

Y continúa con aquello que estaba haciendo, sin tan siquiera pensarlo dos veces, descarta por completo la sugerencia de Hoseok.

-¿Dónde empezamos a buscar? -Jin se aleja del resto de bailarines y se encamina hacia el chico de cabello castaño, sacudiendo sus manos.

-Tú ve a su apartamento.

-Yo iré al acantilado de los deseos.

Esas palabras dejan mis labios casi por sí solas, como si hubieran estado siendo reprimidas por mucho tiempo y ahora hubieran hallado el empujón que necesitaban para saludar la superficie.

-Bien, entonces...

Justo antes de que Hoseok nos revele hacia dónde se encaminará para intentar divisar la sombra perdida de un alma que necesita salvación, una voz le interrumpe y unos pasos se escuchan cada vez más altos.

-Yo iré al club de Yoongi.

Esa voz. Es Namjoon.

Ya se está poniendo su abrigo y cogiendo las llaves que descansaban encima de una pequeña mesa pegada a la pared.

-Hoseok, acompáñame. -Se para un isntante para señalar a Tae, quien, impasible, le observa- Y tú, deja lo que sea que haya pasado entre vosotros a un lado y búscale en el parque del Oeste.

Frunce el ceño y se cruza de brazos, a pesar de que sus ojos cuentan una historia diferente, asegura sin pestañear:

-Yo me quedo aquí.

Namjoon pone los ojos en blanco, como si para él fueran simples críos a los que una simple y estúpida disputa había separado.

-Puede que este no sea el Jimin que solíamos conocer. -Comienza con un discurso que parece haber estado preparado desde hacía años- Y puede que desde hace un tiempo, todo lo que toca sea destruido poco a poco. Sí, incluso yo estoy harto de brindarle tantas oportunidades a ese muchacho imprudente, y más de una vez he sido casi derrumbado por su frialdad.

Recorre cada centímetro de nuestros ojos absortos en sus palabras antes de proseguir:

-Pero antes que simples bailarines de un club nocturno, somos una familia. -Esboza una sonrisa cálida que comienza a derretir la nieve- Y eso significa que no dejaremos que ninguno se pierda en la oscuridad. Nadie caminará solo en medio de una tempestad que le tiene cegado por completo.

Respira profundamente, me da la sensación de que aquello que está a punto de decir le cuesta más de lo que debería.

-Ya perdimos a uno de nosotros hace tres años. No dejemos que vuelva a pasar.

Y extiende su mano con la palma apuntando hacia el suelo, esperando que nos unamos a él.

-¿Estáis conmigo?

Con otras cuatro manos sobre la suya, nos sonreímos esperanzados.

Jimin, espéranos.

mil y una mariposas. | kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora