12. jm

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Copos de nieve caen del cielo congelando todo a mi alrededor. Podrían incluso convertir mi corazón en una piedra de hielo, si no fuera porque está encerrado en una caja que nadie puede romper. El cielo gris parece triste, parece estar extrañando algo o alguien; me recuerda a mí. Las nubes están llegando, manteniendo todo lo que hay sobre nosotros en secreto. Lo único que puedo escuchar son mis pasos en esta solitaria calle que conduce a ese lugar al que no debería tan siquiera acercarme. Mientras sigo calle abajo, absorto en mis pensamientos, mi mente viaja a aquella tarde de hace un par de días.

Temblaba delante de mí, como un vaso de cristal a causa de un terremoto. La sala de prácticas parecía estar prendida en fuego, el suelo parecía estar derritiéndose bajo sus pies. Y mientras él se desmoronaba, solo podía observarle. Cómo sus ojos rojos estaban llenos de pequeñas lágrimas, lágrimas que guardaban miles de recuerdos que deseaban escapar de aquella cárcel que era su cuerpo. Cómo sus pestañas, mojadas, brillaban por la luz en ellas. Cómo sujetaba mi mano, su piel suave pero fuerte agarre, mientras me usaba para mantenerse de pie y no caer de rodillas. Nunca olvidaré como su rostro empalideció y perdió la respiración cuando escuchó esas palabras:

-Creo que puedes hacer lo que sea.

Si hubiera sabido que aquello ocurriría, habría permanecido en silencio. Pero él estaba tan cansado de intentar, respiraba a desritmo después de horas queriendo expresar sus sentimientos a través de su baile. Estaba a punto de renunciar a lo que más amaba, de renunciar a, quizás, lo único que le quedaba. Y cuando la posibilidad de que él fuese a dejar aquella habitación y nunca volviese a subir a un escenario cruzó por mi mente, sentí la necesidad de decir algo para detenerle. Una pequeña mariposa azul empeñada en aparecer cuando quería, se posó sobre mi oreja, y me susurró esas mismas palabras que le hicieron romper en llanto.

Maldita mariposa. Aqui está de nuevo.

Me paro abruptamente, de alguna manera temiendo dañarla, por muy loco que pueda sonar. Esta vez no vuela sobre alguien, intenta llamar mi atención y comienza a volar en dirección contraria, calle arriba.

¿Qué demonios quieres?

Sacudo la cabeza intentando sacar todo este sin sentido de ella, pero aún puedo verla. Mueve sus alas tan rápido como le hes posible, ¿por qué tengo la sensación de que quiere guiarme a algún sitio?

Un par de copos de nieve caen sobre ella, puede que esta sea la razón por la que, tan rápido como apareció, se desvanece. Y yo sigo mi camino hacia ese lugar prohibido.

El invierno tan solo acaba de sorprendernos con ese manto blanco que provoca que mil escalofríos recorran nuestras espaldas y, aunque es la estación en la que todo sigue muriendo, algo empieza a florecer.

-¿Está aquí?

Pongo mis manos en mis bolsillos delanteros para mantenerlas calientes, porque sus palabras me hielan más que cualquier ráfaga de viento.

-No quiere verte.

Ya estoy esperando con ansias la primavera.

-Márchate.

Porque fue en un día de aquella época en la que cientos de flores nos daban la bienvenida, cuando te vi por última vez. Así que si la primavera llega de nuevo, quizás tú vuelvas a mí con ella.

La casa de cartas a mi alrededor sigue cayendo poco a poco.

mil y una mariposas. | kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora