37. jk

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Exhaustos, conseguimos llegar a nuestro destino con alguna que otra gota de sudor resbalando por nuestras frentes, a pesar del frío que cala nuestros huesos.

Pasando el puente de piedra en el que estuve con Tae, un barranco nos corta el paso. Los rayos ténues del Sol brillan débiles, mezclándose con un rojo fuego y un naranja que quita el hipo. Un atardecer que se despide con una brisa amable, nos regala unas vistas que desearía poder guardar para siempre en algún rincón de mis recuerdos.

-Si pides un deseo gritándolo desde el filo del acantilado, -Comienza a confesarme Jin mirándome con ojos que reflejan fe- sin importar lo que desees, se cumplirá.

Y aunque parezca la típica mentira que se le cuenta a un niño que aún puede contar sus años con los dedos de una mano, la ilusión recorre mi cuerpo acompañada por una esperanza embriagadora que me empuja hacia delante. Una leve brisa me revuelve el pelo con timidez, como si quisiera darme ánimos.

-¿Vas a pedir algo ya? -Inquiere Hoseok impaciente con ambas manos en la cintura pero con tono despreocupado en su voz- Sino, lo haré yo.

Y sin más dilación y con su rostro conquistado por una sutil sonrisa que emana paz, se gira hacia el ocaso frente a nosotros y exhala tanto aire como puede para luego soltarlo convirtiéndolo en un chillido que tiene como objetivo hacer llegar estas palabras:

-¡Quiero que ese maldito productor se de cuenta del gran talento de estos bailarines!

-¡Pero, idiota! -Exclama Jin acercándose a él- ¡Pide algo para ti!

Le golpea en el brazo provocando que Hoseok grite de dolor, claramente exagerando, y lleve su mano directa hacia el punto de impacto para frotárselo.

-¡¿Qué demonios haces?! -Se queja frunciendo el ceño.

-¡¿Por qué no has pedido algo para ti?! -Vuelve a insistir Jin, ahora poniendo los ojos en blanco y negando varias veces, pareciera que está regañando a un crío.

-¡¿Por qué no me das las gracias en lugar de gritarme así?!

Nosotros tan solo podemos limitarnos a reír ante esta escena tan cómica, y es que, a pesar de sus voces indignadas y sus gritos que taladran nuestros oídos, sus ojos suaves se clavan sobre el otro y se puede palpar, por la forma tan cercana con la que se tratan, que sus actos, más que estar cargados por verdadera ira o rencor, rebosan afecto y ese amor cálido que brinda una familia. Más que una pelea entre dos adultos, esto es una rencilla entre dos hermanos que pelean por darle al otro el mundo que sujetan en sus manos.

Mis ojos caen sobre Jimin que, embelasado por esta escena, sonríe y sus ojos parecen aún más pequeños sin perder, ni por un instante, esa luz que solo ellos irradian. No me había dado cuenta hasta ahora pero, cuando sonríe, el viento que nos rodea parece volverse más paciente con nosotros y las nubes de ahí arriban parecen sonreír también. No sé qué es lo que habrán espetado esos dos ahora porque todos mis sentidos están centrados en él, pero se echa hacia delante riendo, como si la risa le pesara en la espalda y no pudiera evitarlo, mientras da un par de palmadas.

Nunca le había visto así.

La noche en la que rió al presenciar cómo me convertía en un niño pequeño por un momento, su aura era distinta. Sí, su risa radiante me daba la sensación de que estaba hecha a base de los rayos de Sol que habían sido sepultados en el cielo por la Luna egoísta, pero su figura delgada y débil me susurraba al oído que sus demonios le seguían de cerca y el pasado estaba pegado a la suela de sus zapatos. En cambio, hoy, no hay ni rastro de esos seres oscuros que le roban la vida cada vez que respira. Hoy, aunque unos recuerdos que queman lentamente su felicidad sigan dentro de él, parece estar ignorando ese fuego infernal, parece estar conjurando alguna lluvia mágica que apacigua su pesadez y tristeza.

mil y una mariposas. | kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora