26. jm

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El Sol brillaba con ganas sobre nosotros, tornando cada paso que daba aún más pesado, invitando a gotas de sudor a deslizarse por mi frente para más tarde caer y colapsar contra el suelo ardiente. Pero yo no podía dejar de bailar.

El verano estaba a punto de acabar, pero no podrías adivinarlo. Aún te volvía loco el fuego del cielo y provocaba el deseo de querer ser joven para siempre. Por aquel entonces, creía que las estaciones caprichosas me permitirían bailar sin fin al ritmo de la canción que sonaba en mi cabeza, en medio de aquella plaza, siendo observado desde cerca por decenas de ojos capturados por mis movimientos.

Habría continuado sin que el cansancio se asomara a la ventana de mi mente, incluso si en algún instante hubiera querido tirarme al suelo; habría continuado si aquel transeunte no hubiera interrumpido mi actuación, obligándome a detenerme bruscamente.

-Tus habilidades de baile son increíbles.

Sus ojos notablemente más abiertos de lo normal y el indicio de asombro en su expresión, hacían juego con la medio sonrisa en su rostro y la forma orgullosa en la que estaba parado frente a mí, como si hubiera encontrado aquello que tanto había buscado.

-Gracias. -Agradecí ignorando su presencia y empezando a recoger mis cosas.

-¿Has considerado alguna vez trabajar como bailarín?

Me asalta con una pregunta simple que, para mí, encierra mil posibilidades.

Me limito a encogerme de hombros, perdiendo mi voz entre los rayos de Sol.

-¿Por qué bailas?

Una pregunta más que a simple vista puede parecer de respuesta fácil, pero para alguien que aún intenta descubrir por qué la música le atrapó de tal manera, es más compleja que el mayor de los enigmas.

-No lo sé. -Musité tras suspirar- Simplemente me gusta bailar.

-Cuando encuentres la razón por la que bailas, serás un gran bailarín.

Frunzo el ceño al girarme hacia él, quien está sentado sobre el borde de la fuente y, por un momento, me siento vulnerable bajo su fija mirada, teniendo la sensación de que sus ojos exploran cada rincón y analizan cada lunar de mi piel.

-¿Por qué bailas tú? -Pregunté haciendo énfasis en la última palabra.

-¿Yo? -No parecía sorprenderle que jugara a su propio juego- Porque quiero alcanzar el corazón del público a través de mi baile.

-Eso es bastante cliché.

-Oh, ¿sí? -Arqueó su ceja- Al menos yo tengo un motivo.

-Encontraré el mío.

-Y conozco el lugar perfecto para que lo hagas.

Aquel día, mi destino fue sellado. Mientras caminamos calle abajo, yo en silencio y él contándome todo lo que sabía sobre el club al que nos dirigíamos, fui hipnotizado por su voz, por aquellos ojos que parecían ser capaces de atravesar tu alma. Quedé embelesado por aquella frenética melodía que era su risa y todos esos misterios encerrados en él esperando a ser resurltos por mí.

Aquel día, mi destino fue sellado porque tuve la certeza de que me enamoraría de él de forma inminente.

mil y una mariposas. | kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora