49. jk

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Una noche tranquila nos arropa en esta esquina de la sala. El silencio nos mece en sus brazos cansados, y el sudor que cae aún por mi cuerpo es lo único que me queda.

Sentado a mi lado, con su mirada concentrada en sus zapatos, ya casi ha terminado de vestirse. Apurado, se levanta de un salto y se prepara para ponerse su camiseta cuando mis ojos curiosos descubren un misterio más sobre él.

-Parece una constelación.

Se detiene en seco, girando tan solo su cabeza lo suficiente como para mirarme de reojo al responder:

-¿Qué?

Me incorporo rápido, plantándome justo detrás de su figura delgada.

-Aquí, -Dije señalando el lugar con mi dedo índice- tienes cinco lunares que parecen haber sido pintados sobre tu piel, queriendo imitar cinco estrellas.

Vuelvo a dejarme caer sobre el colchón, deseando que fuera capaz de amortiguar cualquier caída.

-Como una constelación.

-Pero, ¿qué dices? -Preguntó burlón entre risas.

Encojo las piernas, rodeándolas con mis brazos y posando mi barbilla sobre mis rodillas, contemplando con ojos mudos cómo se gira hacia mí.

-Una constelación en la espalda.

Se detiene al encontrar mi mirada. La luz tenue que atraviesa la ventana se proyecta en él, siendo el único pilar que llega a iluminarse en la penumbra de esta sala.

-La Luna reflejada sobre ti.

Inclina la cabeza ligeramente, ahora perdiéndose poco a poco en mi voz que, presa del agotamiento, suena tan débil.

-Un brillo especial en tus ojos.

Extiendo mi mano, esperando que él acepte entrelazar nuestros dedos y, quizás debido a alguna extraña fuerza, así fue.

-Unas manos que, al bailar, parecen rozar el Sol.

Sonrío, respirando hondo al deleitarme un segundo más con esta escena frente a mí.

-Es como si tuvieras un universo entero encerrado dentro de ti.

Nuestros dedos se separaron lentamente, rozándose mientras se despedían. Su sombra se alejó tras el sonido sordo de la puerta al cerrarse, y puedo asegurar que esta habitación nunca me había parecido tan oscura. Aquí, siendo ocultado por una manta que apenas es capaz de cubrir todos mis anhelos y disimular mis suspiros, cierro los ojos y me aferro a mí mismo. Mis pies me ruegan que vuelva a casa, mi cuerpo desea regresar y, al fin, descansar. Pero mi mente obcecada me impide moverme. Y es que estas sábanas aún desprenden su aroma, en esta habitación aún están grabados sus gemidos y mis huellas aún pueden palparle justo a mi lado.

Suspiro al dejar que el sueño se apodere de mí, sin embargo, una parte de mí aún espera y desea oír el crugir del suelo y el pomo de la puerta girarse. Desea escuchar sus pasos acercarse por detrás y que, cuidadosamente, se deslice bajo las sábanas blancas. Una parte de mí, esa que aún tiene la inocencia de los niños que pueden contar sus años con los dedos de una mano, espera que él regrese y se quede junto a mí, al menos esta noche.

La primera noche en la que le sostuve entre mis brazos.

mil y una mariposas. | kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora