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Apenas había empezado el día y Peter, que había llegado con prisas, no dejaba de escuchar a la gente murmurando sobre alguna persona que llegaba ese día. No sabía de quién hablaban, ni por qué estaban todos tan emocionados y ansiosos, pero tenía la curiosidad totalmente activada. El precio que tenía que pagar por haber llegado tarde era el de ser el único de todo el lugar en no tener idea de quién era la celebridad que se robaba la atención de todos, además de no encontrar a sus amigos.

Caminando por el pasillo con paso apresurado y torpe, pero al extremo para no llamar la atención, tuvo el error afortunado de cruzarse con Liz Allan, su amor platónico desde hacía dos cursos. Palideció y balbuceó ligeramente, y cuando creía que podría controlar sus nervios ella le dirigió la palabra.

—¡Peter! —pronunció con exagerado entusiasmo.— que bien que te veo por aquí. Justo te buscaba.

Los nervios igual no ayudaban, pero Peter parpadeó varias veces antes de procesar lo que había escuchado. Se le hacía imposible que eso estuviera pasando.

—¿Me buscabas? —repitió sin dar crédito.—

Del otro lado del pasillo aparecía en escena Ned, su mejor amigo, cuya expresión se relajaba al finalmente ver a Peter, parecía que le había estado buscando.

—Peter Parker, ¿dónde estuviste metido? —dijo Ned, metiéndome entre ambos.— te buscaba por todas partes, tengo que contarte algo.

—Seguro que puede esperar. —contestó Liz, antes de volver a dirigir su atención hacia Peter.— el caso, necesito tu ayuda.

Peter no cambió su expresión de confusión, el día se le hacía demasiado presuroso y babélico como para entender algo de lo que estaba pasando. La gente iba muy ávida y veloz por los pasillos y hasta el momento, nadie era capaz de decirle nada.

—Me encantaría ayudarte. —comenzó diciendo Peter— pero ayúdame a mi a entender todo esto. —añadió con un tono de voz más bajo.—

—¿Todavía no lo sabes? —preguntó Liz con algo de gracia—

—¡Deberías de saberlo ya! —exclamó Ned vorazmente.—

—increíble que no lo sepas, creía que serías el primero en saberlo. —siguió Liz alimentando la impaciencia—

—¡No soy omnisapiente! ¿Qué debería de saber? —insistió Peter—

—Un nombre. —comenzó diciendo Ned.-

—Más bien, un apellido. —agregó Liz.— se trata de Carey, Carey Stark.

Una vez más, sus ojos hicieron telón para poder recapacitar la información. Efectivamente Liz tenía razón, no era el nombre, sino el apellido. Carey Stark. La famosísima y oculta hija del multimillonario Tony Stark. A pesar de que él se consideraba a sí mismo un vengador no había tenido el gusto de conocerla, y que de repente viniera a su misma escuela, sin previo aviso, le chocaba increíblemente.

Absorto en tanto pensamiento Peter llegó a la conclusión obvia, ¿qué tenía que ver él con Carey y con Liz?

—Tierra llamando a Peter. —canturreó Liz, riendo levemente.—

—Perdón. —se disculpó avergonzado.— ¿qué tengo que ver yo con Carey y para qué me necesitas?

—Bueno... Yo creía que la conocerías, además, alguien tiene que enseñarle la escuela y a pesar de que me encantaría, me temo que el baile de otoño me tiene el tiempo ocupado. —le explicó Liz brevemente.-

—¿que qué? —preguntó Peter asombrándose por milésima vez durante esa conversación.— ¿cómo voy a conocerla? ¡Debe ser una celebridad! Además, ¿por qué yo?

La Stark Donde viven las historias. Descúbrelo ahora