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La mañana siguiente, tras la vuelta de Steve de ir a correr y de que Peter y Carey se despertaran, se encontraban todos en un incómodo desayuno familiar. La tensión que había entre los jóvenes ante los recuerdos de la noche anterior casi se podía cortar con un cuchillo. Tampoco ayudaba la mirada divertida de Tony ni el rostro serio de Steve. Ambos se sentían culpables y desorientados y cualquier cosa que hicieran o dijeran los mayores los hacían dudar sobre si se habían enterado o no.

—Ya le avisé ayer en la noche a tu tía que te quedabas aquí a dormir. —dijo Tony acabando con un prolongado silencio incómodo.— me llamó preocupada porque no sabía dónde estabas, menos mal que entré en la habitación de Carey y te vi durmiendo. —aguantó una risa y bebió de su café.—

Eso puso en alerta a los dos jóvenes, que cada vez estaban más tensos. Había una gran posibilidad de que Tony lo supiera todo.

—¿Qué hacías en mi habitación sin permiso?—Dijo Carey a la defensiva.—

—Perdón por tener este extraño interés en saber si mi hija sigue viva. —respondió Tony con el mismo tono.—

—Cálmense los dos. —habló Steve con tono autoritario.— ¿podrá haber un día en el que no se discuta en esta casa?

Ambos se quedaron callados y no dijeron nada más hasta que se escuchó la voz de FRIDAY por toda la casa.

Señor hay una persona que pide verle.

Todos se miraron entre sí y luego miraron a Tony, esperando a que contestara.

—¿Quién es? —se levantó sacudiendo sus manos y yendo hacia el ascensor.—

Al salir Tony de allí no se escuchó más la voz de FRIDAY. Todos volvieron a mirarse entre sí, Peter estaba confundido, Carey asustada y Steve como siempre tenía una expresión indescifrable.

Al cabo de diez minutos volvió a aparecer el millonario, esta vez la palidez reinaba en su rostro y pareciera como si la vida hubiese abandonado su cuerpo. Steve preocupado se acercó con rapidez hacia a él y no dudó en preguntarle qué era lo que le pasaba.

—No, no es nada... —murmuró doblando el papel que tenía en la mano y guardándolo en su bolsillo trasero.— es sólo que odio que me entreguen cosas en mano. —alzó la mirada para mirar a Peter y Carey.— ¿ustedes no tienen cosas que hacer?

—Hoy no tenemos clases. —murmuró preocupada Carey por el estado de su padre.—

—Pues vayan a vigilar Queens, venga. —dijo dando unas suaves palmadas, animándolos a que se levantaran y se fueran.— si no trabajan duro no podrán hacerse unos vengadores jamás.

—¿Puedo yo también usar mi armadura? —preguntó con ilusión Carey mientras lo miraba sin dar crédito.—

—Hoy sí, pero vete rápido antes de que me arrepienta. —y sin decir nada más, ambos jóvenes desaparecieron del lugar.—

Steve había entendido a la primera que Tony quería que los jóvenes se fueran para poder contarle lo que realmente le pasaba.

—Es una citación judicial. —dijo finalmente el azabache.— Marie me ha denunciado y reclama la custodia total de Carey.

Steve abrió los ojos con sorpresa y tras varios segundos tratando de asimilarlo logró hablar.

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