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Una semana había pasado desde el día en el que  Carey decidió irse.

Todos coincidían en que era duro, difícil de sobrellevar. Tony parecía haberse quedado sin lágrimas y sin alma, su felicidad se fue junto con su hija y su rostro era el mismo siempre, sin expresión. May aún estaba muy afectada y Peter simplemente se comportaba como Tony, no quería hacer nada ni tenía ganas de nada, ni si quiera de hablar sobre el tema o simplemente llorar.

Ya no salía con Ned ni hablaba con Michelle desde hacía días. Su mayor pasatiempo era su identidad de  Spiderman y salir a "proteger" Queens, aunque lo que hacía realmente era distraerse. Comenzaba incluso a ser más que una ayuda era un estorbo.

El héroe de antes ayudaba a todo el mundo y sin dañar demasiado a nadie ya que solo usaba sus inofensivas telarañas en contra de los que consideraba que hacían algo malo. Ahora no, ahora él luchaba en contra de ellos hasta dejarlos inconscientes y los envolvía en telarañas, un castigo bastante doloroso y a veces un poco exagerado. Ya no tenía piedad con ninguno, el castigo era el mismo para todos, tanto como para alguien que robase una bicicleta como para alguien que robara un banco.

Ese comportamiento nuevo impropio de Peter no pasó desapercibido para Tony, que lo tenía muy vigilado ahora que le había devuelto el traje. Tenía que hablar con él y de paso, comunicarle que se mudaban de la torre Avengers a un complejo en las afueras.

—Peter. —llamó la atención el mayor del nombrado.— ¿qué te está pasando? Sabes de sobra que eso no está bien.

Peter, inexpresivo y sin ganas de hablar con Stark, alzó su vista y la dejó clavada en el rostro del hombre. Estaba seguro de que iba a empezar a regañarle por algo que realmente, le daba igual.

—¿Sabes qué no está bien? Robarle el bolso a una anciana. Hice justicia. —contestó Peter seguro de que él no había echo nada malo.—

—Spiderman no es así Peter.

—Tú qué sabrás cómo es Spiderman. —se levantó de donde estaba sentado, dispuesto a irse.— tú eres Iron Man no Spiderman. No sabes nada...

Tony miró al joven e hizo una mueca de desagrado por su comportamiento. Se repitió mentalmente que era normal, que estaba en la edad de la rebeldía. Pero no podía dejarlo estar, el comportamiento del joven no era nada adecuado y si no le decía nada iría a peor.

—A mi también me han dejado, Peter. —dijo finalmente Stark.— sí, a mí me duele tanto como a ti, incluso más. Tú perdiste a tu novia, pero yo a mi hija. —se acercó y abrazó al joven.— ella va a volver, cuando tenga la mayoría de edad volverá con nosotros. Se ha ido pero no por siempre, debes entenderlo y que la situación no afecte a tu identidad como héroe. —se separó y lo miró.— debes aprender a separar el trabajo de la vida personal.

—¿Cómo lo hago? Se fue hace una semana y no me responde a los mensajes, no me atiende a las llamadas, no sé nada de ella. —miró al hombre sintiendo como los ojos comenzaban a picarle, estaba a punto de llorar.— en Instagram no publica nada desde hace tres semanas y no hay rastro de ella en otra red social. Señor Stark, es raro hablar de esto, pero es que estaba enamorado y siento que ya todo entre nosotros se acabó. —tomó aire para calmarse y no llorar.—  ¿ella me sigue queriendo o simplemente se olvidó?

—Estoy seguro de que ella te adora tantísimo como tú a ella, pero recuerda que está con Marie y ella quiere que esté con Alan, no contigo. —sacó de su bolsillo un teléfono.— su madre seguramente le haya prohibido hablar con nosotros, antes de irse me dio su teléfono, así que tengo yo su teléfono. —dijo dándoselo a Peter que ahora tenía una cara de confusión.—

—Esto es una mierda. —declaró con sinceridad Peter en un prolongado suspiro.— voy a ir a buscar a mi novia y me da igual que su madre me lo prohíba. Al menos necesito hablar con ella, aunque sea un mensaje.

La Stark Donde viven las historias. Descúbrelo ahora