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—¿Qué es lo que pasa? —preguntaba Tony alterado tratando de desatarse.—

Se encontraba atado a la pared, como de costumbre a esas horas, pero algo le tenía inquieto. Se escuchaba mucho ruido fuera y además su "secuestrador" estaba muy nervioso. A cada ruido se asustaba el secuestrador casi tanto como el secuestrado.

Cierto es que para el gusto de Tony era un hombre bastante inútil y todo lo que decía o hacía él, se lo tomaba a broma. Pero siempre fingía ser un buen secuestrador y hoy no lo estaba haciendo.

Entre el ruido de fuera y el miedo tan notorio de su propio secuestrador, Tony supo que ese era el momento momento idóneo para dejar de fingir ser una doncella en apuros y salir de ahí lo antes posible.

—Escucha muy bien lo que te voy a decir maldito inútil, o me sueltas ya o te mataré de la manera más cruel que se me ocurra. —dijo mientras tiraba con fuerza de las esposas que lo mantenían atado.—

—No puedo, necesito saber dónde están los planos de tus malditas armas. —le respondió aquel hombre al borde de un ataque de nervios.— si no te suelto me matarás, pero si te suelto ellos me matarán. Prefiero que lo intentes tú estando atado.

—Tú lo has querido. —murmuró entre dientes y siguió tirando con toda la fuerza que tenía, aunque de nada sirvió.— cuando salga de aquí, que será muy pronto, te mostraré con quién debes meterte y con quién no.

Tony siguió tratando de desatarse con la fuerza que tenía, estaba tan ocupado con su tarea que ni siquiera escuchó cuando alguien entró en la habitación. Lo único que escuchó y reconoció al momento fue un sonido que le resultaba demasiado familiar.

Era el sonido de los propulsores que tenían los guantes de su armadura.

—¿¡En serio me robaste la armadura?! ¡Esto es un ultraje! Tú no puedes usarla. —alzó la vista pero se quedó callado al ver lo que tenía delante. Su supuesto secuestrador estaba inconsciente en el suelo y al lado había una armadura igual a la de él, pero de otro color y más pequeña.— ¿y tú eres...? —preguntó sin intención de ocultar su asombro.—

—Buena pregunta. —dijo Carey con su vocecita caricaturesca.— supongo que... Iron Girl. No, espera, Spiderman tiene quince años y no se llama SpiderBoy así que soy Iron Woman. —se quedó pensativa para luego añadir.— o mejor... Iron Daughter.

Tony suspiró con pesadez y se tomó unos dos segundos para ordenar las ideas en su cabeza antes de hablar.

—¿Iron Daughter? —trataba de hablar con la mayor tranquilidad que podía, pero eso se le estaba haciendo imposible.— por Dios te lo pido Carey, dime que no eres tú. —le pidió horrorizado el hombre con la idea de que su hija estuviera ahí.—

Carey se quitó parcialmente la máscara y le sonrió con ilusión.

—¡Sorpresa papá! He venido a salvarte.

—¿A salvarme? Maldita sea Carey, lárgate de aquí.  —gritó el hombre cada vez más aterrorizado con la situación.— no te metas en los asuntos de tu padre y menos aquí, te pueden matar. —empezó a respirar de una manera exagerada mientras volvía a tirar de las esposas.- ¡Suéltame tengo que salvarte!

—Papá si sigues así acabarás teniendo un ataque de ansiedad...

—¡Tú no sabes nada!—gritó con enfado.- no sabes al peligro al que te estás enfrentando.

Su hija se volvió a colocar la máscara de la armadura y se acercó rápidamente para romper las esposas con ayuda de uno de los propulsores.

—No sé qué haces aquí, no deberías de estar aquí.  ¿Sabes las consecuencias de tus actos?

—No entiendo tu enfado, he venido a salvarte. — contestó Carey un poco cansada de los regaños de su padre.—

—Cállate, está hablando el adulto, ¿vale? Yo soy el adulto, no tú. Tú no tienes que estar en un secuestro, ni luchando contra nadie. —suspiró con cansancio.—eres una niña tratando de ser adulta. 

—No hay tiempo para que me regañes. —murmuró con tono de culpa.— y me da igual ser una niña queriendo ser adulta, igual te sacaré de aquí.

—Ya hablaremos de esto en casa. —caminó como pudo hacia la verdadera armadura de Iron Man, que estaba en una esquina de esa misma sala. Estaba bastante dañada ya que Tony la había usado para su anterior misión antes del secuestro.— ¿cómo pudiste venir tú sola? —preguntó mientras entraba a su armadura.—

—En realidad Peter... —Tony la interrumpió, recobrando todo el enfado que había empezado a perder.—

—¿Está Peter contigo? —gritó de nuevo.— ¡como les pase algo los pienso matar! ¡a los dos!

—Mata mejor a Steve que fue el que... —y de nuevo Tony la interrumpió.—

—No me digas que todo esto fue plan del estúpido de tu tío Steve.

—¡Ya deja de interrumpir! —Carey iba a seguir hablando, pero notó como la sala en la que estaban se comenzaba a llenar de gente.— ay... —susurró antes de ver como su padre comenzaba a luchar contra todos.—

Carey no quería quedarse quieta, no debía quedarse quieta. Tomó aire y comenzó como pudo a imitar los movimientos de su padre.

Al otro lado del edificio y tras haber dejado inconscientes a un gran grupo de agentes, Se encontraba Steve Rogers, alterado e inquieto porque no sabía ni el paradero de Peter ni el de Carey.

—¿Alguien me recibe? —preguntó poniendo su dedo índice sobre el comunicador que tenía en su oido, esperando que alguien le contestara.—

—¿Necesitas ayuda, Cap? —respondió enseguida Tony. Había recuperado su traje, por lo que también recuperó la comunicación con todo el equipo.—

—¿Tony? —murmuró Steve sonriendo instantáneamente.— Emm... Hola.

—¿Hola? ¿En serio? Hijo de... —respondió Tony- Dime dónde está Peter y explícame qué hacen mis niños en un campo de batalla.

—No es buen momento para explicaciones Tony, y Peter... —hizo una gran pausa, lo que Tony tomó como un "No sé dónde diablos está".—

—¡Que aparezca el niño, Steve! —fue ese grito por parte de Tony lo último que oyó el nombrado desde el comunicador, así que comenzó a correr por un largo pasillo, en busca de alguien del equipo.—

Se encontraba con algunos guardias durante su camino, nada que no pudiera solucionar con uno o dos golpes. Pero su agobio iba en aumento al no encontrar a nadie. Ni rastro de Natasha, ni de clint, ni de Thor... Ni rastro de alguien que le pudiera decir que Peter estaba bien o que lo habían visto. Iba a empezar a volverse loco cuando reconoció en una pared una de esas telarañas que tantos problemas le había causado.

—¡Peter! —gritó mientras buscaba con la vista alguna que otra pista, lo único que obtuvo de respuesta fue un gran estruendo.—

Steve se giró dispuesto a atacar pero suspiró al ver de qué se trataba.  Lo que había causado ese ruido fue su escudo al chocar contra el suelo, Peter se lo había quitado anteriormente por lo que segundos después apareció el hombre araña.

—Peter, gracias al cielo. —suspiró con alivio el Capitán mientras se acercaba a toda velocidad a él.—

—Señor Rogers... —susurró Peter antes de caer al suelo.—

Steve sintió como si le cayese un balde de agua fría sobre su cuerpo. El miedo y la culpabilidad no tardaron en hacerse presente y cuando estuvo al lado del chico comprobó la sospecha que tenía.

Peter estaba herido y había sido por su culpa.

—No, por favor, dime que no. —se arrodilló frente al  chico y puso la mano sobre la herida, presionando esta.—Peter, pase lo que pase no te duermas. ¿Bien? —le quitó la máscara del traje para que así pudiera respirar con mayor facilidad y además, comprobar si cerraba o no los ojos.—

—Estoy bien. —respondió Peter cerrando los ojos.—estaré bien.

—Abre los ojos Peter, no los cierres. —dijo en tono autoritario.— si te mueres te mataré por morirte.

—Eso no tiene sentido. —se burló débilmente Peter, intentando obedecer a la difícil orden del capitán.—

La Stark Donde viven las historias. Descúbrelo ahora