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Lucas sin duda no había entendido el mensaje de Peter.

Peter le quiso decir que la perfección no existía y que por eso no era necesaria la corbata, porque ni aún con esas lograría ser perfecto.

Lucas entendió que la corbata lo hacía ver estúpido y que si se la quitaba iba a ser perfecto de nuevo... Así que sí, ahí estaba el Lucas de siempre vestido con un traje de alta costura, pero esa vez sin corbata.

—¿Qué opinas de mi nueva apariencia? —le dijo Lucas a Peter con una sonrisa.— ¡soy perfecto de nuevo! ¿A que sí?

—Yo pienso que no entendiste nada de lo que dije. —contestó Peter mientras comenzaba a caminar por el complejo con Lucas.— la perfección no existe. Mételo ya en tu cabeza.

Lucas se dirigía a su habitación y seguía haciendo oídos sordos a lo que Peter proclamaba. Él tergiversaba las palabras de la gente y manipulaba su realidad para que todo estuviera a su gusto.

—Claro que la perfección existe, la tienes delante. —murmuró con una sonrisa de felicidad.

Abrió la puerta de su habitación y rodó los ojos al encontrarse allí sentado a su hermano, que leía un libro tranquilamente. Peter entró en la habitación con total normalidad, pero el portazo que escuchó tras él lo sacó de su aura de tranquilidad.

—¿Lucas? —murmuró el chico girándose, pero el nombrado ya se había ido.— ¿qué le pasa?

—No le gusta mi presencia, dice que lo trato como un niño pequeño. —dijo Jerome cerrando su libro y mirando a Peter con una suave sonrisa.— percibo muchos sentimientos en ti pequeño Pierre. ¿Qué te preocupa?

Peter frunció ligeramente el ceño y con algo de desconfianza tomó asiento en la cama de Lucas, esperando que este apareciera de un momento a otro.

—Me llamo Peter señor Murphy, no Pierre. —le corrigió el chico tratando de no sonar grosero.— y creo que no me preocupa nada.

—Disculpa, Pierre es la versión francesa de tu nombre. Suena bonito y por cierto, ¿señor Murphy? Llámame Jerome, o Louis. Pero prefiero Jerome. —le dijo riendo ligeramente y guiñándole un ojo.— a mi no puedes mentirme. —añadió, cruzándose de brazos con esa sonrisa amable y pacífica que transmitía confianza.— ¿de quién estás enamorado?

Jerome se quedó unos segundos mirando al chico que ahora se sonrojaba ligeramente.

—¿Cómo...? —iba a comenzar a preguntar Peter con confusión, pero Jerome le interrumpió.

—Eres adolescente, te has sonrojado y percibo perfectamente esa intensidad de emociones. —sonrió mirando a Peter.— no fue difícil adivinar, además te veo muy unido a cierta chica.

El chico asintió dándole por fin la razón a Jerome, este sonrió satisfecho con su deducción y se acomodó en su asiento, mirando a Peter.

—Estar enamorado no es malo Pierre. —le dijo Jerome casi como un recordatorio.— no tienes porqué sentirte mal, el amor es maravilloso. —le volvió a decir con ese tono de voz, refiriéndose a los sentimientos negativos que percibía en Peter.

Peter se recostó en la cama de Lucas y cerró los ojos negando ligeramente, el tono de voz de Jerome, su acento y la seguridad con la que hablaba en cierto modo le relajaba.

—El amor no es siempre bueno y sobre estar enamorado... tampoco sé si es bueno. —murmuró frunciendo ligeramente el ceño.— si estar enamorado fuese bueno, no sería tan doloroso en ocasiones.

—Bueno, el amor no es doloroso. —objetó Jerome, tomando un lápiz del escritorio.— si te duele, quizás no es amor. Lo que pasa es que eres muy joven para entender la complejidad de este.

La Stark Donde viven las historias. Descúbrelo ahora