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Carey Stark poco había tardado en instalarse en casa de los Parker. Al parecer, Tony había esperado al último instante para contarle a su hija lo de la misión, por lo que su mudanza repentina se dio ese mismo día. En su primera noche, ella y Peter habrían acordado que él dormiría en la cama de arriba y ella en la de abajo, Carey así lo había pedido y Peter había accedido sin problema, a pesar de que dónde dormía solía ser abajo. Quería que su invitada estuviera lo más cómoda posible.

En un momento en el que Carey había salido a hablar por teléfono, Peter se sentó en la que sería su cama temporalmente, esperándola. No paraba de pensar en bucle en el fatídico día que había tenido. Aún sentía en cada célula de su cuerpo la intensa vergüenza de darse un beso con la chica ese mismo medio día. Carey, por su parte, estaba súper preocupada de que alguien supiera que eso había pasado, pues sería un problema enorme para Alan y para ella. No sabía cómo reaccionaría su madre después de estropearle el "negocio".

Peter sentía vergüenza y arrepentimiento, pero no por el beso, sino porque después de aquel gesto se tuvo que enterar de que Carey estaba enamorada de otro. Se sentía idiota por pensar que la hija de Tony Stark podría corresponderle, sentía que ella estaba en otro nivel, no solo en clase social, sino en aspecto y vida. Mientras él ayudaba como podía a su vecindario, ella se codeaba con los vengadores; le resultaba imposible poder sorprender a alguien así. Suponía que tendría que mantener una relación platónica, tal como había sido con Liz hasta que conoció a Carey.

Escuchó el sonido de la puerta, y alzó la mirada para encontrarse con los ojos llorosos de la chica. Hizo un gesto muy leve de extrañeza y se levantó, caminando hacia ella con cierta preocupación.

—Carey... ¿Qué te ocurre? —le preguntó en un tono suave, tratando de no invadir mucho su espacio personal.— ¿es por lo de tu padre?

—No... Bueno, también. —limpió las lágrimas que recorrían sus mejillas y se acercó tímidamente, pidiendo permiso para abrazarlo.— estuve hablando con Alan, está súper molesto conmigo. Cree que le traicioné y no me quiere perdonar porque ya nadie tomará en serio nuestra relación.

—Él no tiene nada que perdonar, fue un accidente. —dijo hablando en el tono más tranquilo y despreocupado que pudo.— además, ¿qué importa que la gente se tome en serio o no vuestra relación? No debería de preocuparle eso.

Carey se abstuvo de explicarle la difícil situación de Alan tras meditarlo unos segundos y decidió ignorar por completo aquel el tema en ese momento.

—El caso es que piensa que no fue solo un beso, está casi seguro de que tenemos algo. —suspiró.— y no sé cómo hacerle entender que no.

—Si está dispuesto a perderte por algo tan tonto como eso, diría que estás mejor sin él.

Carey se separó un poco, queriendo reír por un segundo pero manteniendo el tipo. Para él, desde la ignorancia, era todo tan fácil. A Peter se le paró el corazón al darse cuenta que esa separación supuso que sus rostros estuvieran muy cerca, por lo que no podía parar de mirarla a los ojos. La mirada de ella denotaba mucha tristeza, y él cada vez se sentía más culpable.

Tímidamente puso su mano derecha sobre la mejilla de ella, buscando secar el resto de lágrimas. Su mirada indiscreta pasaba de sus ojos a sus labios y esto ella lo estaba notando. Lo que más quería Peter en ese momento era que todo fuera más fácil, que ella no fuera quien era y que Alan no estuviera en su vida, quizás en esa situación se atrevería a hacer el próximo movimiento. Sin embargo, cuando notó que ya habían estado cerca demasiado tiempo, y que inconscientemente se había acercado más, se separó y huyó de la situación, saliendo él directamente de la habitación.

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