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Habitación 239.

—No podemos simplemente entrar y secuestrarla. —dijo Steve totalmente en desacuerdo con la idea.—

—No hay tampoco que ponerle una etiqueta a todo. —se quejó Lucas.—

—Eso está en contra de mis principios, ni si quiera tenemos pruebas de que sea ella. Me gustaría que dejases de decir sandeces.

—No es ninguna sandez ni ninguna locura. Si es la que nos acosa y venimos a hablar con ella y además la dejamos libre, las consecuencias pueden ser fatales. No necesito pruebas para saber que dejarla en libertad sí que sería una locura.

—Visto de esa manera...

—Es la única solución.

A la vista estaba que aquella mujer lo último que quería era decir la verdad de lo que estaba pasando. Dejó pasar a Lucas para que hablara con ella ya que no quería negarle la entrada y que la aniquilaran. El rostro de pocos amigos que traía el hombre le decía que igual se habían enterado de que hay un complot para destruir a Tony y todo lo que le hiciera feliz.

Steve a instrucciones de Lucas se había quedado fuera, tenía la tarea de atacar en cuanto Lucas le avisase, ambos eran conscientes de que era una mujer peligrosa y dejarla en libertad no era más que un acto de torpeza. La mujer no lo sabía aún pero estaba encerrada en su propia trampa.

Tras un prolongado silencio, donde el abogado la miraba de una manera seria e impaciente, Marie decidió romper este, dirigiéndole a Lucas una mirada algo desconfiada, según ella él estaba muerto, se había suicidado.

—Tu cara me es familiar. —dijo con confusión fingida, tratando de hacerle creer de algún modo que ella no tenía nada que ver.— ¿quién eres?

Lucas alzó una ceja, no podía leerle la mente. Su consumo constante de todo tipo de drogas habían deteriorado momentáneamente una de sus habilidades más útiles; la lectura de la mente. Podía borrar recuerdos y manipular la mente hasta cierto punto, pero para nada leer los pensamientos como tal; Esa función requería una máxima concentración y que ninguno de sus sentidos se vieran afectados, los necesitaba limpios y activos, cosa que no tenía gracias a sus días de consumo incesante.

A pesar del "pequeño" problema de no poder hacer uso de ese poder, Lucas sabía a la perfección que mentía, pero no podía decirlo así como así, no tenía ninguna prueba de ello.

—Soy Lucas Murphy, abogado de Tony Stark, protector de Peter Parker, vengador en funciones y futuro padre del bebé más bonito e impresionante del mundo. —se presentó con una sonrisa. Como siempre se lo estaba todo tomando en broma, aunque esta vez era porque sabía que Marie sabía quién era él.— pero me imagino que ya sabrás todo eso, pequeña acosadora asesina. Estás intentando matar a los Parker y por tu cara de sorpresa al verme ahora me imagino que creías que seguía muerto... ¿Recuerdas? Me suicidé porque me hiciste daño psicológico. —reprimió una risa mientras negaba.— cualquiera diría que se te torcieron tus macabros planes.

Marie se levantó dejando de nuevo un silencio breve pero intenso. Tomó una tetera de la mesa central y la llevó consigo hasta donde estaba sentada hablando con Lucas. Aún actuaba como si no supiera nada y a opinión del abogado lo hacía bastante bien.

—No sé de qué hablas Murphy. —contestó la mujer con aparente tranquilidad.— de donde único te conozco es de cuando viniste con Stark a quitarme a mi hija.

—Qué tierna, ahora actúa como una madre preocupada. —dijo Lucas con una falsa sonrisa y un tono de ternura en su voz.— esto es simple, una notita más o alguna tontería de película de terror de los ochenta y te mato. ¿Me he expresado con claridad?

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