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Carey caminaba con miedo en el cuerpo, deseando haberse quedado con Bucky. No entendía el porqué Peter odiaba al hombre, para ella era muy dulce y agradable, realmente era un buen amigo pues incluso se había preocupado por ella y no había juzgado su accidental embarazo.

Cualquier buen pensamiento que le proporcionaba el recuerdo de su amigo se desvaneció de su mente al ver a Peter y May, Esta lloraba mientras se secaba las lágrimas que iban saliendo. Carey se sintió muy culpable en ese momento y tenía unas locas ganas de escapar de ese lugar. Hacer llorar a una persona como May era la mayor crueldad que podía hacer.

—Oh, Carey, ya estás aquí. —murmuró May mientras se acercaba a la nombrada, La Stark cerró los ojos y suspiró esperando oír la peor bronca del mundo, pero no pasó eso, todo lo contrario, sintió unos brazos alrededor de ella en un abrazo.—

—¿May? —dijo abriendo sus ojos mientras seguía su abrazo, aún extrañada.— creí que tú me gritarías.

La mujer, que aunque alguna que otra lágrima se escapaba de sus ojos, sonrió y se separó para mirar a la joven.

—Creo que ya tienes que estar pasando un muy mal miembro personal como para que yo te esté gritando. —opinó ella mientras suspiraba para calmarse.—  no sé cómo sentirme con esto, y ni si quiera sé si estoy en el derecho de sentirme de alguna forma. Jamás llegué a pensar que Peter me daría una noticia así, no al menos tan pronto... Ya me dijo que iban a estar pensándolo un tiempo, y no quiero influir en vuestra decisión, pero piensa bien. Cuentan con mi apoyo.

—Pero... Se supone que es malo. —dijo confundida Carey, aún sin creer todo el apoyo que estaba recibiendo.—

—Un bebé no es tan malo como puede ser otra noticia. —opinó May y alzó la vista para mirar a su sobrino, que parecía estar algo más feliz con la situación.— es malo a vuestra edad pero serían peores otras muchas cosas.

Carey le dedicó una pequeña sonrisa reconfortante y asintió dándole la razón. Ambos, Peter y ella, se quedaron entonces escuchando todos los consejos de la Tía May. Era genial que ella estuviera en la misma posición que Steve, aunque los jóvenes aún tenían la decepción en el cuerpo por la reacción de Tony. Steve, Bucky y May los apoyaban, pero sin embargo Tony no. A lo mejor lo raro no era que los apoyaran sino que no lo hicieran, y ese era el caso de Stark. Él se negaba a aceptar la noticia, no le gustaba nada y no cambiaría de opinión, al menos no por ahora.

Para mala suerte de ellos dos, May hacia la tarde noche se tuvo que ir, aunque no se fue sin antes decir que en unos días volvería, no se quería perder mucho de su familia y además quería seguir apoyando a su sobrino en todo esto nuevo que le estaba ocurriendo. Estar alejada de él solo la mataría de incertidumbre.

—No sé si me encuentro bien con la noticia aún. Me marea toda esta información. —confesó Carey cuando ya se había quedado a solas con Peter.—

—¿Pero de salud te encuentras bien? —le preguntó con preocupación.—

—Pues... Sí. No siento nada a decir verdad. Totalmente nada. —murmuró mirándose el cuerpo.— qué extraño, ¿debería de sentir algo?

—¿Igual no? —respondió él confuso.— bueno, trata de no obsesionarte con eso ahora.

—Ni si quiera sé cómo decírselo a Alan. —suspiró.— le dije que me haría la prueba, pero no le dije el resultado y ahora me da pánico.

—Ya hablaremos más adelante del porqué Alan sabía de todo esto antes que yo.

Carey le iba a responder, pero se vio interrumpida por la presencia de alguien. Era Bucky, pero no el Bucky de siempre, este tenía el cabello corto y además se le veía un poco molesto, aunque eso poco le importaba a los presentes.

La Stark Donde viven las historias. Descúbrelo ahora