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Tras haberse subido a todo tipo de atracciones, y con la adrenalina por los cielos, Peter y Carey habían comenzado a participar en varios juegos. May, Tony y Steve les habían dejado margen para estar "a solas" mientras ellos hablaban, aunque no se alejaban del todo de los dos jóvenes.

Peter había intentado de todas las maneras conseguir un premio en un juego que trataba de tirar botellas con una bola, pero no lo consiguió. Carey que lo miraba divertida y con cierta gracia lo apartó, pagó y se dispuso a tirar.

—Es obvio que no lo vas a conseguir, ni yo pude. —bromeó Peter mientras se cruzaba de brazos.— a no ser que seas una digna hija de tu padre, claro.

—Eres una arañita muy linda pero algo patosa, déjame enseñarte cómo se hace. Solo debes de concentrarte. —susurró con una sonrisa en sus labios, y como había dicho, consiguió tirar todas las botellas y ganar un oso de peluche.—

Peter se llevó las manos a la cabeza mientras se reía, celebrando con sonidos de sorpresa ante la increíble jugada de Carey.

—¡Wow! ¡Eres increíble! —exclamó Peter, acercándose a ella para abrazarla.— aunque debería de haber sido al revés. —hizo una mueca divertida mientras la chica le cedía el oso.— ¿para mi? —preguntó y ante la afirmación de ella, añadió.— gracias Carey, no tienes por qué. —murmuró.—

—Oh vamos, no todo tiene que ser como en las películas. —bromeó ella. Verdaderamente se sentía halagada por la celebración y ánimos de Peter.—

Cuando empezaron a andar mientras veían las instalaciones, Peter tímidamente le tendió la mano. Sabía que ella le había pedido no volver a tener algo "romántico" pero quería probar por si había cambiado de opinión.

Y así fue, Carey, alegre por el gesto, le dio la mano.

Al otro lado del parque, en un puesto de algodón de azúcar, se encontraban May, Steve y Tony. Las cosas no iban tan bien y tan calmadas como estaban en donde se encontraban los jóvenes.

Como ya era de costumbre entre ellos, Tony y Steve se encontraban discutiendo, cosa que no le sorprendió a May (aunque seguramente no le sorprendería a nadie).

—Los niños van a terminar sabiendo qué es lo que pasa, no se porqué te obligas a ti mismo a negarles la verdad. —declaró Steve tratando de no perder la calma.-

—Los niños no deben saber totalmente nada y menos aún, es por estas cosas que a veces te odio. Solo hablas de cosas malas, de preocupaciones, de misiones, de cosas que pueden salir mal... Odio que seas tan negativo, y por favor Steve, son niños y estas cosas son de adultos, no los vamos a meter en esto.

Steve procesando la información que acababa de recibir se quedó en silencio, un silencio bastante corto porque ya había abierto la boca para volver a protestar.

—No lo veo como una cosa mala, además, tu vida amorosa es importante porque con quién estes afectará a tu hija. —contestó el rubio como siempre, serio y sin perder la compostura.—

—¿Ahora eres Steve el ángel del amor y la familia? Como tu mismo dices, es mi vida amorosa y mi hija, ¿Quieres acaso que una niña de quince años se preocupe por cosas de mayores? Creo que no es necesaria esa información para ellos, y cuando digo esa me refiero a mi vida amorosa y a la misión. —le pidió a la mujer encargada de los algodones uno y le pasó este al hombre con el que discutía.—Come, calladito estás más guapo, Capitán.

Steve miró el algodón y se lo pasó a May mirando a Tony con enfado.

—Eso me involucra a mí no sólo a ti, no eres más que un egoísta. —protestó.—

La Stark Donde viven las historias. Descúbrelo ahora