Una mujer ocupada 1/5

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Cada día lo mismo.
Madruga, prepara el desayuno, levanta a los niños, preocúpate de que desayunen, se laven los dientes y no peleen mientras se visten, porque nunca acierto cuando se trata se elegir su ropa.
Siempre quieren la del otro.
Siempre.

Vestirlos igual sería la solución, no creáis que no lo intenté.
Simplemente no funcionó, porque, según sus palabras y no las mías, no tenían identidad propia.
¿Quien les entiende? Solo tienen cinco años.
A su edad yo solo quería ir al parque y jugar con mis muñecas.

Una hora después, salgo corriendo de casa, como cada maldito día, para coger el coche y llevarlos al colegio.
Y el viaje es una batalla campal.
Patadas en los asientos, pellizcos, gritos, cientos de Mamá para que regañe al otro.
Solo necesito un día para mi. Es todo lo que pido.
Un día.

Y no acaba ahí. Recién empieza, porque cuando llego a la escuela la maestra de mis dos demonios me pregunta donde está la bolsa con sus cosas para la excursión y entonces solo deseo que la tierra me trague porque mis hijos no me entregaron ningún papel avisando de dicha excursión y para ser sincera, no miré en sus mochilas.

—Puedo ir a casa rápido y juntar sus cosas.
—El autocar no esperará Sra. Maddison.
—Será un momento. Estaré aquí enseguida.
—Si no está tendremos que dejar a los niños aquí. Deben traer algo para comer también.
—Por supuesto.
Voy a tener que ser realmente rápida, porque mis hijos no comerán cualquier cosa. Para eso son especiales también.

Sabiendo que si iba a casa no lo conseguiría, diez minutos más tarde me las he ingeniado para ir a un chino, comprar un par de mochilas, cubiertos de plástico, dos gorras y servilletas y para pasar por un supermercado y coger un par de bandejas de macarrones con carne, fruta y agua.
Puntualmente llego cuando el autocar está a punto de arrancar.
Me despido de mis hijos aun sabiendo que ellos ni siquiera están mirando por la ventana y me vuelvo a casa.

Cuando llego ni siquiera puedo sentarme.
Las tareas del hogar no se hacen solas.

Quito todas las sábanas y enciendo la lavadora.
Quito el polvo, friego los platos, barro y friego el suelo, limpio los dos cuartos de baño, y tiendo la ropa.
Con un poco de suerte, antes de ir a por los peques se habrá secado.

Me detengo para picotear los restos de ensalada que me quedaron de la cena y luego salgo para hacer la compra.
Es mejor hacerlo sola porque es imposible con ellos.
Siempre acabo comprando de más.

Llego a casa de nuevo hora y media más tarde y el ascensor no funciona.
Normalmente no tengo problema, pero he traído medio supermercado conmigo y voy muy cargada.

Resoplo con cada escalón que subo.
Los zapatos que llevo puestos no ayudan.
La chaqueta me molesta y voy a terminar con marcas en los antebrazos y muñecas por culpa de las asas de las bolsas.

Cuando llego al segundo, tres pisos por debajo del mío, una de las bolsas se rompe.
Maldigo porqué sé con seguridad, debido a que sapicó mis zapatos, que es la bolsa donde llevaba los huevos.
Ahora voy a tener que apresurarme y volver a bajar para limpiarlo antes de que la vieja que vive ahí lo vea lo que obviamente ocurre cuando su puerta de abre.

Hoy no debe ser mi día, sin embargo debo tener un ángel cuidando de mi en algún lado porque antes de que yo pueda disculparme o ella pueda gritarme, mi vecino de al lado llega subiendo.

—Deja que te ayude, Sue.
Arrebata la mayoría de mis bolsas dejando que la sangre vuelva a circular por mis brazos y saluda a la vieja cotilla con una sonrisa que hasta ella pierde las bragas de abuela que lleva.
—Gracias Clark.
—No hay problema. Para eso están los vecinos.
Y entonces caigo en que eso es lo que es. Un vecino.
Por muy atractivo que sea, no repararía en un ama de casa sudada y despeinada con dos críos pequeños a su cargo, aunque siempre sea amable y cuando les ve bromee con ellos.

—Gracias de nuevo—digo cuando abro mi puerta y le dejo paso para dejar todo en la cocina.
—No me agradezcas. Hoy por ti, mañana por mi.
—Claro. Cuando quieras.
Espero no haber sonado desesperada, pero necesito compañía adulta antes de volverme loca.
Amo a mis hijos, pero no tengo con quien desfogarme.
Mi familia no quiso saber nada cuando me embaracé y el padre de los chicos se quedó hasta que nacieron y se dio cuenta de que ya no tendríamos intimidad.
Estoy sola con ellos desde entonces.

—Será mejor que vaya a limpiar el desastre que hice abajo.
Odio los silencios incómodos y como él no decía nada me obligué a hacerlo yo.

—Te dejo entonces. Saluda a los enanos de mi parte.
—Claro.

El desastre de los huevos está limpio y no he recibido ningún sermón lo cual está bien para mi.

Hago las camas y cojo mis cosas para ir a recoger a los niños.
Con algo de suerte, estarán muy cansados y se dormirán pronto.

El viaje de vuelta es tranquilo.
Ellos me cuentan todo lo que han visto y hecho.
Por suerte, el ascensor ya funciona, porque se han quedado dormidos y arrastrarlos cinco pisos por las escaleras no es algo que quiera hacer.

Una vez en casa, los baño y les pongo el pijama.
Ellos ven sus dibujos mientras la cena se cocina a fuego lento.
Unos golpes en la puerta interrumpen mis pensamientos.

Clark sonríe cuando abro la puerta.
—Hola. ¿Ocurre algo?
—No. Es solo que, ¿recuerdas eso de hoy por ti, mañana por mi?
Frota las palmas de las manos con sus pantalones por lo que parece que está nervioso.
—Claro. ¿Que necesitas?
—Ten una cita conmigo.
—¿Es una broma? No tengo con quien dejar...
—Entonces traelos. Lo que quiero decir es que quiero intentar algo contigo, y sé que los chicos forman parte de ti. Ellos son increíbles y podemos pasarlo bien.
—Clark no sé si...
Él da un paso al frente invadiendo mi espacio personal y no puede importarme menos.
Su loción para después del afeitado junto al leve olor mentolado que sale de su boca están volviéndome loca.
—Di que si Sue.
—Si...
—Perfecto. Pasaré por vosotros el viernes por la tarde. Prepara una bolsa para un par de días. Iremos a la playa.
Cierra la poca distancia que nos separa y deja un leve beso en mis labios.
No sé en que momento se aleja.
Tampoco sé si he cerrado la puerta.
No puedo recordar si he terminado de hacer la cena o lo que pasa después.
Pero si recuerdo que esa noche me dormí con una sonrisa en los labios.

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Feliz cumple almarianna.
Te quiero muchísimo.
Disfruta de tu día.
😘😘😘😘😘

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