Una mujer ocupada 2/5

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Clark

Finalmente. Por fin he dado el paso.
Me paseo por mi apartamento con el corazón todavía a cien.
Llevo años loco por Sue Maddison, posiblemente desde que la vi por primera vez.

Mi intención nunca fue terminar viviendo a su lado.
Todo lo que quería era conocer a la mujer a la que mi medio hermano había abandonado con dos hijos pequeños.
Quería conocer a mis sobrinos.
Stuart era un egoísta de mierda.
Ni siquiera tenía intención de pasarle una ayuda para que a los niños no les faltase de nada.
El muy cabrón tenía intención de olvidarse de su familia e irse lejos para empezar de cero. Otra ciudad y todas las mujeres a las que pudiese engañar.

Me había visto en la obligación de amenazarle y obligarle a hacerle creer a Sue que cada mes aportaría dinero hasta que los niños fuesen mayores de edad.
Yo soy quien ingresa ese dinero en nombre de Stuart y me temo que eso no es todo. Supongo que debo empezar por el principio.

Cuatro años atrás

Salgo del trabajo agotado.
Hemos estado trabajando duro tratando de lograr que mi cliente consiga lo que le corresponde por su divorcio.
Estoy empezando a hartarme de este tipo de casos. Siempre es lo mismo.
¿Por qué la gente se casa si poco después todo lo que quiere es arruinar al que antes era el amor de su vida?
Si en algún momento me planteé la idea de casarme, desde luego las ganas se me estaban yendo.

Tambolireé el volante con los dedos mientras Sunday Morning de Maroon 5, sonaba en los altavoces de mi coche.
Me encanta el grupo y al igual que mi hermana pequeña, Jazz, nunca nos perdemos un solo concierto.
Pensar en mi hermana me hace sonreír.
Ella acaba de ser admitida como profesora infantil en una de las mejores escuelas de la ciudad.
Habíamos celebrado la noticia en uno de esos conciertos.

Mi teléfono suena cuando la canción cambia.
Activo el bluetooth del coche al ver que es mi madre.
-Estoy de camino, mamá. Por una vez llegaré pronto para la cena.
-Me alegra saber eso hijo, pero no es por eso por lo que te llamo. Stuart está aquí.
Me tenso de pies a cabeza.
Nuestra relación no es la mejor.
Stuart es hijo de mi padre y su primera mujer.
Ellos se habían separado un año antes de que papá conociera a mi madre y cayese rendido a sus pies.
Stuart tenía un año por aquel entonces y yo nací nueve meses después de que mis padres se conociesen.
Pese que habíamos pasado mucho tiempo juntos, siempre pensé que él nos guardaba rencor por haberle arrebatado a su padre.
Mamá siempre le ha tratado como un hijo, a pesar de su comportamiento egoísta e infantil en ocasiones.
La última vez que supimos de él, fue cuando enterramos a papá.
Han pasado cinco años desde entonces.
Todavía le extraño cada día.
Sus consejos, su sonrisa e incluso su pésimo sentido del humor.
No solo he perdido a mi padre, sino a mi mejor amigo. Y eso era realmente jodido, por que aun teniendo a mi hermana y a mi madre, extraño a mi padre con cada parte de mi alma.

-¿Y que quiere?
-Creo que es mejor que hablemos de esto en persona. Conduce con cuidado, hijo.
-Siempre.
Termino la llamada y apago el reproductor.
Ni siquiera mi grupo favorito consigue ponerme de buen humor cuando se trata de Stuart.

Quince minutos después aparco frente a la casa en la que crecí.
Ver el coche de Jazz me calma. Ella tiene ese efecto en mi.
Me abro paso hasta el salón, donde sé que les encontraré.
Estoy tratando de calmarme pero algo me dice que voy a golpear a mi medio hermano.

Esta noche nos cuenta sobre Sue.
Ella es más joven que él y han salido por un tiempo.
Ella había quedado embarazada y todo iba bien pero ahora que los gemelos ya tenían un año se había dado cuenta de que no la quería ni tampoco la responsabilidad.
Definitivamente le golpeé.
Obligo a este imbécil a decirme donde encontrarla y a firmar un acuerdo en el que se compromete a fingir que él es quien se ocuparará de que no les falte de nada.

-Soy abuela.
Miro a mi madre y a mi hermana. Ambas tienen lágrimas en los ojos.
Stuart se ha marchado después de que llamase a la chica y se comprometiese a pasarle una pensión.
Espero no volver a verle de nuevo.

-Dos niños, Clark. Dos niños inocentes y preciosos que no conocemos.
-Voy a arreglar eso, mamá. Me ocuparé de que no les falte de nada.

Me he asegurado de cumplir mi promesa.
Investigué y descubrí que vivía en un buen lugar, pero que el alquiler era enorme y que apenas podía llegar a final de mes.
Dos bebés son una enorme fuente de gastos, así que me aseguré de que la pensión cubra todo lo que los tres necesitan.

Y luego la vi y caí de cabeza.

Había puesto a un hombre de confianza sobre ellos.
Quería saber en todo momento si necesitaban cualquier cosa, pero ese día me acerqué por mi mismo.
Había pasado todo el día con una sensación en el pecho que no desaparecía.

Aparqué el coche frente al parque donde ella solía llevarles a jugar.
Caminé hacia donde sabía que la encontraría.
Siempre en el mismo banco. Bajo el mismo árbol.

Me detuve en cuanto vi a los niños correr hacia ella. O tambalearse más bien.
Sonreí al ver lo grandes que eran ahora.
Me moría por acercarme.
Quería que mi madre y mi hermana pudiesen compartir tiempo con ellos también. Ellas preguntaban a diario por ellos. Amaban ver las fotografías que mi hombre me entregaba todas las semanas.

Fijé mi mirada en ella.
Sabía que era hermosa.
El sol caía sobre ella rodeándola de un halo de luz que detuvo mi corazón, pero cuando ella sonrió hacia ellos y abrió los brazos para estrecharlos en un abrazo y llenarles de besos, lo supe.
Estaba enamorado.

Una semana después me mudé al edificio.
Fue una suerte que el piso de al lado del suyo estuviese vacío.
Ella era tan preciosa y tan malditamente confiada que me alegré de estar cerca.
Y los niños... Eran dos pequeños monstruos adorables a los que amaba muchísimo.

Actualidad

Me ha llevado tiempo reunir el valor para dar el paso.
He estado cerca cuando ella pensaba en si no iba a poder pagar un buen colegio para los niños y me aseguré de que una beca completa para ambos le fuese concedida.
Mi madre no solo es una maravillosa mujer. Es la directora del mismo colegio en el que mi hermana trabaja.
Finalmente de un modo u otro podemos estar cerca de los niños y conocerles.
Pero ahora necesito urgentemente que ella me vea como algo más que un vecino amable.
Necesito que me vea como un hombre. Uno que la ama a ella y a sus hijos y que jamás permitirá que derramen una sola lágrima.
Les voy a llevar de fin de semana y espero, rezo, para que esto solo sea el principio para nosotros y que cuando ella descubra la verdad, no se marche de mi lado llevándose a los niños con ella, porque solo Dios sabe que no hay modo en que yo les dejase marchar.

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