La apuesta 7/12

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Tras el primer momento de vergüenza cuando Wes la vio prácticamente desnuda, sus palabras le aportaron una calidez y esperanza en la que ya no creía.

Una vez vestida y fuera del hospital, esperó a que Wes fuera a buscar su coche y la recogiera en la puerta.

De nuevo, no pudo evitar pensar en lo que le depararía el futuro si aceptaba la oferta que le hizo Julian. No tenía ninguna duda de que no quería regresar a la empresa, y lo cierto es que a pesar de que fingió sentirse alegre cuando habló con sus padres, no lo estaba.

Ya se había acostumbrado a vivir en la ciudad y la vida allí le gustaba todavía más, por lo que si podía evitar regresar al pueblo, estaba agradecida.

El sonido del claxon de un coche interrumpió sus pensamientos y la obligó a centrarse en el aquí y ahora.
Wes se apresuró a bajar del coche para abrirle la puerta y ayudarla a subir.
No fue hasta que ella abrochó con cuidado el cinturón de seguridad evitando todo lo que pudo hacerse daño, que cerró la puerta y regresó al lado del conductor.

De camino a su casa, después de que le indicara la dirección, fue ameno y mantuvieron una conversación fluida y agradable. Sin embargo, cuando llegó a su puerta, seguida de cerca por Wes, se encontró con la desagradable sorpresa de un completamente demacrado Roger esperando su vuelta.

-¿Qué haces aquí?

-Necesitaba verte y explicarte lo que ocurrió. No es lo que crees. Sí, empezó como una apuesta pero...

Sunny palideció. Lo último que quería era que Wes, quien había sido tan amable con ella, escuchara como todos se habían reído de ella. No solo eso, sino lo estúpida que fue al confiar en alguien a quien evidentemente no conocía.

Por su lado, Wes apretó fuertemente la mandíbula al escuchar las palabras de ese imbécil.

La razón por la que Sunny había terminado con ese idiota ni siquiera podía entenderla.

¿Qué había visto en él? ¿Y que demonios quería decir con lo de la apuesta?

Antes de pensarlo más, dio un paso adelante y se interpuso entre ambos.

-Entra en casa, coge lo que necesites y sube de nuevo al coche. No vas a quedarte aquí.

Una vez más, Sunny no discutió. Tampoco quería estar allí y menos aun si Roger tenía intención de presentarse día tras día en su puerta esperando por algo que nunca más sucedería. No volvería a confiar en él.

Con lágrimas en los ojos que se negó a que ninguno de ellos viese, entró en el que había sido su hogar y que después de lo ocurrido ya no sentía como tal.

Deseando darse una ducha y quitarse y quemar la ropa que llevaba, se apresuró a poner algunas prendas dentro de una maleta junto con algunas de sus cosas personales y volvió a salir.

Una vez abrió la puerta del coche para meterse dentro, se volvió hacia Roger quien seguía cara a cara con Wes pero que tenía los ojos puestos en ella, y le dirigió lo que esperaba que fuesen las últimas palabras.

-Si me llamas o vuelvo a encontrarte cerca de mi o de mi casa, llamaré a la policía. Olvídate de mí. Ya has hecho bastante daño.

Wes corrió a su lado y al igual que minutos antes en el hospital, esperó que ella estuviese acomodada para poner la maleta en la parte de atrás y luego subirse al coche.

Con la cabeza llena de pensamientos en ningún momento se puso a pensar en el lugar al que iban.

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Tambolireó los dedos en el volante mientras conducía.

Sunny se había mantenido en silencio desde que habían dejado atrás su lugar y él estaba tratando de contener su lengua para no hacerle preguntas y que se sintiera incómoda.

Sinceramente actuó por impulso y ahora no sabía como reaccionaría ella al ver a dónde la llevaba.

La sintió tensarse cuando llegó a la carretera dónde había tenido el accidente.

-¿Wes? ¿Qué hacemos aquí? ¿Dónde vamos?

-A mi casa. Te estoy llevando a mi casa.

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