La cabaña 4/6

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Carter observó divertido como Diana refunfuñaba mientras apagaba el fuego y recogía sus cosas.

Siempre disfrutaba viendo como hablaba consigo misma, incluso cuando murmuraba acerca de lo terco e insensato que él era.

-Deja que te ayude.

-No hace falta. Ya casi está. Voy a salir fuera por si ahí hay más cobertura. Cuanto antes contacte con alguien que pueda venir a por ti, antes podremos despedirnos.

-Puedes contactar con quien quieras, cariño, pero no pienso ir a ningún lado si es no contigo.

-¿Por qué insistes en esto? Se acabó, Carter. ¿No puedes entenderlo?

-No. No puedo. No quiero. Me niego a creer que el tiempo que compartimos no significase nada para ti, porque no sabes mentir. Tu boca puede decir lo que quiera, pero tu cuerpo no miente. Me quieres tanto como yo lo hago, y si, todavía quedan muchas cosas por decir, empezando conmigo yendo contigo a esa cabaña perdida en medio de la nada.

-¿Hablas en serio? ¿Por qué iba a aceptar eso?

-No tienes otra opción. No voy a darte una salida rápida. He esperado demasiado para volver a verte y a menos que me mires a los ojos y puedas decirme sin que te tiemble la voz que no significo una mierda para ti, entonces, cariño, estás atrapada aquí conmigo.

Observó como ella bufaba desesperada pero siguió guardando las cosas y olvidó la idea de comunicarse con alguien más.

Quizá por las dudas, debería quitarle esa maldita radio y destrozarla.

Sonriendo ante esa idea, se acercó a ella por detrás y le quitó la bolsa de las manos.

-¿Que haces?

-Busco la radio. No es mala idea comunicar a las autoridades que estoy bien y que dejen de buscarme. He llegado justo donde quería. Después, me aseguraré de que no me la juegues y pidas que vengan a por mi.

Encontró lo que buscaba y la miró con una sonrisa.

-Carter, por favor, devuélvemela.

Quizá fue por las lágrimas en sus ojos, o por el temblor en su voz, pero hizo precisamente lo que le había pedido.

Jamás haría nada que pudiese herirla. ¿Como hacerlo si ella era todo lo que amaba en el mundo? Más que Texas. Más que su adorado rancho. Diana era mucho más valiosa que todo eso. Era irremplazable.

-Lo siento.

Ella enfocó sus ojos en él mientras mantenía la radio apretada contra su pecho, y entonces lo supo. No era por la radio en si, era por la persona a la que le había pertenecido. Su padre.

-Si de verdad vas a venir conmigo, deberíamos salir ya.

Colgando la mochila sobre sus hombros, salió al exterior sin esperar a que él la siguiese.

Él siempre lo haría.

❄️❄️❄️❄️❄️❄️❄️

La vuelta a la cabaña no fue tan complicada como cuando se marchó. La tormenta se había detenido y estaba empezando a dudar de que volviese a formarse. Incluso el Sol había empezado a calentar y gruesas gotas de sudor bajaban por su espalda, empapando la camiseta interior de algodón que llevaba.

Sentía a Carter a su espalda. Ninguno de los dos había vuelto a decir una palabra desde que salieron de la cueva.

Se había asegurado de que él comiese algo y tomase un poco de agua antes de empezar el camino de vuelta.

Poco después de dos horas, llegaron a su destino.

Necesitaba con urgencia darse una ducha, pero antes tenía que comunicar a las autoridades de Anchorage, que Carter estaba a salvo.

Y tú atrapada aquí con él. Genial.

-¿Te importa si me doy una ducha?

Diana se volvió hacia él, quien ni siquiera había esperado una respuesta antes de empezar a quitarse la ropa.

Cuando las botas, el gorro, los guantes y la chaqueta habían desaparecido, y él llevó las manos a sus pantalones, tuvo que detenerle.

-¿Te importaría desvestirte en el baño. Es esa puerta de ahí-dijo señalando la puerta del fondo.-¡Y no acabes con el agua caliente!

-Podemos compartir la ducha, y así me aseguro de que haya suficiente para ambos.

-¡Eres un descarado!

Fue inevitable que escapase una carcajada de su boca. Realmente la había extrañado.

Se encerró en el baño y continuó desnudándose. Tenía que encontrar el modo de contarle a Diana sobre la carta de su padre. Solo esperaba que realmente ella le escuchase.

❄️❄️❄️❄️❄️❄️❄️

En cuanto escuchó el agua, respiró aliviada.

Estar continuamente a la defensiva era agotador.

Recogió las cosas que Carter había dejado caer al suelo cuando vio algo que sobresalía de uno de los bolsillos de su mochila.

Echó un vistazo a la puerta del baño. Seguía cerrada.

Curiosa como era, cogió el trozo de papel y lo sacó del todo.

Parecía que estaba algo mojado, pero con varias marcas de doblado, lo que significaba que lo había leído más de un par de veces.

Lo más seguro era que no fuese nada importante.

Iba a dejarlo de nuevo donde estaba, cuando la caligrafía del sobre llamó su atención.

Era la letra de su padre.

Sin pensarlo de nuevo, sacó la carta del sobre y cada palabra fue como una puñalada en el pecho.

Él lo sabía. Su padre sabía que se moría y se lo ocultó. Le mintió.

-Él solo quería protegerte.

La voz de Carter a su espalda la asustó. Trató de secar las lágrimas para que no las viera, pero era demasiado tarde.

-Me mintió...

Sus hombros empezaron a temblar. Las piernas amenazaban con no sostenerla, y los brazos de Carter eran en ese momento el único lugar donde nada podía herirla.

Dejándose consolar por el hombre al que le había entregado su corazón tiempo atrás, dejó salir todo el dolor que todavía guardaba en su interior.

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