Cita a ciegas 2/8

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Raven despertó con el corazón en el puño.

De nuevo los recuerdos de la noche del accidente se colaron en sus sueños y los convertieron en pesadillas.

Todavía podía oír los gritos de su hermana pidiendo ayuda, mientras ella salía arrastrándose por una de las ventanas traseras que se había roto con el impacto.

Su madre tiraba de ella mientras le gritaba a su hermana que la ayuda estaba en camino y que iban a sacarla pronto.

Un breve vistazo al interior, y vio como el asiento delantero de había aprisonado las piernas impidiéndole moverse.

Rezó para que la ayuda llegase pronto.

Sin embargo, una mirada a los ojos de Lena y lo supo. Al igual que su hermana lo sabía. No iba a salir de allí.

Gritos a lo lejos. El sonido de las sirenas, y luego el inconfundible olor a gasolina.

-¡Marchaos!- Lena gritó con todas sus fuerzas.

Sintió los brazos de alguien tirando de ella y luego la noche se tiñó de naranja y rojo.

Contuvo las lágrimas mientras su mente seguía atrapada en esa noche.

Entró en el cuarto de baño y abrió el armario frente a ella para coger su cepillo de dientes. No lo cerró. No soportaba verse reflejada en el espejo.

La cicatriz cubría gran parte de su mejilla derecha, hasta casi el ojo.

Los médicos repitieron muchas veces lo afortunada que fue de no perder el ojo, o no quedarse ciega. Ella no lo sentía así.

Cuando terminó de lavarse y vestirse, bajó al piso inferior y caminó hasta su despacho.

Durante años lo compartió con Lena, pero aunque sus cosas seguían sobre su mesa, ellas las ignoró como todos los días y se sentó en su silla.

Encendiendo el ordenador, revisó los correos más urgentes y los respondió.

Su madre ya debía estar en el despacho en la ciudad.

Ella no podía volver allí tampoco.

Demasiados recuerdos había en la casa como para afrontar también los de allí.

Suspirando profundamente, se centró en el nuevo correo que acaba de llegar.

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Después de su tercera taza de café, Simón aflojó el nudo de su corbata y revisó la pantalla del ordenador.

Su chaqueta reposaba sobre el respaldo de su silla. El tiempo no era excesivamente caluroso, pero sentía el sudor bajar por su espalda y le incomodaba.

Hacía más de dos semanas que no sabía nada de Athenea. Había tratado de hablar con otras chicas a través de la aplicación, sorprendiéndose al descubrir que tras unas pocas palabras, perdía el interés.

Al final había terminado por cerrar la aplicación y no volver a abrirla.

Centrándose sobre todo en el trabajo, pasó esos días investigando un poco sobre como lograr su objetivo.

Sin embargo, todo le llevaba a lo mismo. Si quería alcanzar el éxito en ese proyecto específicamente, necesitaba que esa mujer contactase con él.

Quizá si le escribía, puesto que parecía que nunca estaba en su oficina cuando llamaba, ella le daría la oportunidad de presentarle su proyecto y la convencería de que podían trabajar juntos.

Por eso le había tomado algo de tiempo redactar un correo eléctronico para ella y finalmente mandarlo después de repasarlo unas cuantas veces.

Una notificación le trajo de vuelta. Su correo había sido respondido.

De: Rvpetterson@gmail.com

Para: Sward@gmail.com

Asunto: RW: Reunión

Señor Ward, lamento mucho no haber podido acudir a nuestra anterior reunión.

He estado estudiando junto con mi socia su propuesta y nos gustaría volver a agendar una reunión en la cual debatir nuestras ideas.

Lamentablemente ahora estoy fuera de la ciudad y no tengo previsto volver en algún tiempo. Sin embargo puedo hablar con mi socia y que ella se ponga en contacto con usted y discutir el tema que nos concierne.

Disculpe que no me haya puesto en contacto antes y espero su pronta respuesta.

Raven Petterson

Petterson, S.A


Simón releyó el correo de nuevo.

No estaba interesado en hablar con la socia de nadie.

Raven Petterson pertenecía a la familia más influyente de la ciudad. Con ella era con quien tenía que hablar.

Y justamente iba a responderle eso mismo, cuando una notificación distinta le distrajo.

Mirando la pantalla de su teléfono, sintió como su corazón se aceleraba.

Allí, parpadeando frente a sus ojos, apareció la notificación de que Athenea quería hacer una videollamada con él.

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¿Vosotr@s que decís? ¿Responderá Simón o Athenea cortará la llamada antes de que él atienda?

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