El incidente 1/6

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Dicen que el cortocircuito empezó en la habitación del fondo.
La casa era vieja, pero era todo lo que tenía desde que su abuela murió dos años atrás.
A sus veinte años, la vida no le había sonreído demasiado, pero tenía un techo sobre la cabeza, y un trabajo que le permitía pagar por comida y las facturas.

Cobijada bajo la manta que había puesto sobre ella uno de los técnicos de emergencia, se secó las lágrimas con ella mientras el jefe de bomberos le daba la mala noticia.

-Siento mucho lo ocurrido señorita. ¿Tiene algún sitio donde quedarse?
Negó con la cabeza. Su abuela era su único familiar y ahora tampoco estaba.
Había crecido junto a sus fogones, preparando galletas y escuchando la radio que había ocasionado ahora todo aquello.

Había guardado la radio en la habitación de su abuela, pero la noche anterior se había sentido sola y la encendió quedándose dormida allí.

Con las prisas por haberse dormido, no volvió a desconectarla, y después de la enorme tormenta eléctrica que sacudió la ciudad a lo largo de todo el día, ni siquiera pensó en ello.

Poniéndose en pie con las piernas temblorosas, dejó caer la manta sobre la parte trasera de la ambulancia y agradeció a los paramédicos que la habían atendido.

De no ser por ellos y por los bomberos que la rescataron, ahora mismo su situación sería muy distinta.

Cuando giró con su coche la esquina de su pacífica calle y vio la enorme columna de humo que sobresalía de su casa, enloqueció.

Recordaba haber frenado el coche y bajar para acercarse corriendo hasta el lugar.

Alguien había llamado ya a los bomberos pero ella no pensó antes de correr hacia el interior.

Necesitaba saber que aquello que guardaba con tanto cariño seguía intacto.

Su abuela no había tenido mucho, pero se las habían apañado a lo largo de los años.

Su libro de recetas, junto con la casa y muchos momentos felices era todo lo que conservaba de ella, y pensar en perder ese libro no era una opción.

El humo era denso y apenas podía respirar, pero se obligó para seguir avanzando hasta su habitación y después hasta el baúl a los pies de su cama donde lo guardaba.

El baúl había estado ardiendo debido al calor, y pese a las quemaduras de las palmas de su mano, que ahora permanecían vendadas, había podido abrirlo y coger el libro, pero el humo llenó rapidamente la habitación y antes de poder dar un paso más, cayó de rodillas al suelo.

Lo siguiente que recordaba era despertar con una mascarilla sobre el rostro dentro de la ambulancia.

Cuando el chico que la atendió extendió el libro hacia ella, las lágrimas no tardaron en llegar.

-Dice el bombero que te trajo que te estabas aferrando tan fuerte a él que tuvo que sacarlo contigo.

-Gracias.

Ahora tenía que pensar en cual sería el siguiente paso.

Tendría que ir a comprar algunas cosas y después buscar algún hotel para pasar la noche.

Por la mañana contactaría con el seguro, pero por el momento, necesitaba algún lugar donde vivir.

Después de responder a las preguntas del oficial de policía, este se reunió con el jefe de bomberos y ella caminó lentamente hasta donde había dejado su coche.

Abrió la puerta, se sentó y después de encerrarse dentro, el peso de todo lo ocurrido cayó sobre ella y rompió en un llanto desgarrador.

******

-¿Estás escuchando lo que te digo, Dave?
Miró a su padre, que casualmente era su jefe también y negó con la cabeza.
Tampoco hubiese podido mentirle, le conocía demasiado bien.
-¿Que ocurre, hijo? El médico dijo que ya te puedes ir a casa. Estarás un poco dolorido unos días pero nada que un buen descanso y un par de ibuprofeno no solucionen.
Se puso en pie aun con la mente en otra parte y cogió su chaqueta. Supongo que fue la que evitó que, además del golpe, acabase con una quemadura.

-Solo estoy algo distraído. No pasa nada.
Se encogió de hombros e hizo una mueca de dolor.
-Vamos, te llevaré a casa. Tu madre querrá mimarte hasta la saciedad.
Sonrió ante eso, porque era cierto.

Todavía vivía con sus padres, o bueno, en parte.
Ellos le habían visto crecer en una maravillosa casa de dos plantas, con un sótano totalmente reformado y convertido en apartamento.
Tenía una entrada independiente por lo que solo se podía acceder desde fuera, pero seguía siendo su casa.
Hacía poco que trabajaba en el Departamento de Bomberos, por lo que sus ahorros para poder mudarse todavía no eran gran cosa, y les pagaba un pequeño alquiler por quedarse donde estaba.

Sin embargo, nada de eso le impediría a su madre ir hacia el apartamento y tratarle como si todavía fuese su bebé.
Un bebé de casi veinticinco.

Durante el viaje, se permitió pensar en lo ocurrido durante ese día.
Cuando llegó a la estación de bomberos tuvo que correr a cambiarse porque nada más llegar, la alarma se disparó.
Se puso el traje en modo automático y corrió hacia el camión antes de que su padre arrancase.
Nada de lo que había vivido hasta ahora, se comparaba a la adrenalina que sientía cada vez que esa sirena sonaba. Hasta hoy. Hasta ella.

Recordaba haber saltado del camión y ver una figura correr hacia el interior de la casa en llamas. No lo pensó. Solo corrió tras ella.
Le gritó que se detuviese pero siguió corriendo.
Escuchó a su padre gritar su nombre pero tenía que alcanzarla.
Una de las reglas de los bomberos, es que salen los mismos que entran.
Iba a cumplirla. Iba a sacarlos a ambos de allí porque la alternativa, era impensable.

Cuando finalmente dio con la mujer, se encontraba en posición fetal en el suelo, junto a un baúl.
El humo llenaba la estancia.
No sabía si era demasiado tarde. Simplemente actuó.
Ella aferraba fuertemente algo entre sus manos, y eso fue lo que le indicó que seguía con vida porque por más que trató de quitárselo de sus manos heridas, no pudo.
La cogio en brazos y buscó la salida.
Veía a sus compañeros tratar de extinguir completamente el fuego y a su padre hacerle señas para que se apurase, y entonces escuchó el crujido y finalmente el golpe.

Un trozo de viga cayó sobre su hombro derecho, pero se obligó a seguir caminando hasta la calle y después hacia la ambulancia.

A la luz del día, la visión de ella, incluso con el rostro manchado por el humo, detuvo su corazón.
No sabía quien era ella o porque ese libro que aun sostenía la había impulsado a entrar en una casa en llamas, pero haría cualquier cosa por saberlo.

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