El incidente 2/6

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La luz a través de la ventana del motel la despertó.

Realmente no había conseguido dormir mucho, pero finalmente el cansancio, la situación y las lágrimas, habían hecho mella en ella y acabó sucumbiendo al sueño.

Lo primero que hizo después de tomarse un café de la maquina expendedora del motel, que practicamente tiró entero porque era asquerosamente malo, fue llamar a la compañía del seguro.

El jefe de bomberos se había encargado de presentar sus informes a la policia, por lo que ella, simplemente tendría que recogerlos y llevarlos hasta la pequeña compañía de seguros que había en la calle principal. Lo bueno de vivir en un pueblecito, aunque tuviese que pasar por delante del que hasta el día anterior, había sido su único hogar.

Contuvo las ganas de llorar y siguió conduciendo.

Una vez en comisaría, saludó al oficial Ramirez, quien presto a ayudarla, le facilitó rapidamente los papeles que necesitaba, después de reiterarle varias veces que cualquier cosa que necesitase, contase con él.

Su abuela siempre insinuó que Ramirez tenía intenciones románticas con ella, pero Kelly no tenía tiempo ni ganas de embarcarse en una relación.

-Pues esto es todo señorita Robbins. Tramitaré todo e intentaré agilizar el proceso lo antes posible. Compruebe que su número de teléfono es correcto para que pueda contactarla en el momento en que sepa algo.

Una vez dejó eso resuelto, tocaba ir al trabajo.
No se sentía con fuerzas, pero era a lo único a lo que podía aferrarse en ese momento.

Sin embargo dado que era un pueblo pequeño, todos allí sabían lo ocurrido, de modo que a media mañana, se encerró en el cuarto de baño deshecha en lágrimas debido a todas las muestras de compasión y lástima recibidas.

Para cuando regresó al motel, todo lo que quería era cerrar los ojos y que aquella pesadilla terminase.
Después de una ducha caliente, se dio cuenta de que iba a necesitar algo de ayuda para poder vendarse las manos de nuevo.
La crema para las quemaduras podía aplicarla sola, e incluso vendarse una mano, pero cuando le tocase la derecha, no sería capaz.
En ese momento deseó haber aprendido a utilizar más la mano izquierda.
Su abuela había sido zurda, pero tuvo que obligarse a usar la derecha cuando iba a la escuela, por lo que se manejaba perfectamente con cualquiera de las dos.
-Te extraño tanto, nana.
A veces, sobre todo cuando se quedaba dormida, podía sentirla a su lado, susurrándole las buenas noches y acariciando su cabello igual que hizo todas las noches desde que se mudó con ella.

**********

-Estoy bien, mamá. De verdad. Puedes irte a descansar. Voy a darme una ducha y a dormir.
-¿Estás seguro, hijo? Ese golpe no se ve bien.
Y era cierto. Conforme el paso de las horas y después de una noche incómoda en la que no había podido dormir, el moratón del hombro se había oscurecido y el dolor era apenas tolerable con algo de medicación, pero no podía decirle a su madre que no le dolía. Era obvio cada vez que se movía.
-Claro que si.
-Está bien. Buenas noches, hijo.
Una vez a solas, cogió el teléfono e hizo la llamada que había estado retrasando todo el día.
-¿Ha venido?
-Buenas noches a ti también Dave.
-Mierda. Lo siento, Ramirez.
-No importa. Y si, ha venido esta mañana.
-¿Y como estaba?
-Pues mal. Bastante ha sufrido ya y ahora hay que sumarle la pérdida de su hogar. Es jodido, hombre.
-¿Ella está quedándose en el motel?
Dave necesitaba saber.
Ramirez y él habían salido algunas noches de copas. Era el hermano mayor de uno de sus compañeros bomberos, pero se juntaba con ellos algunas noches. Era un gran tipo.
-Preferiría que estuviese en mi casa. Escucha, Dave. Esta chica me gusta mucho. No sé si tu interés se debe a su situación o a algo más, pero si es así, necesito que me lo digas.
Oir las palabras de su amigo golpearon directamente en su pecho.

-Es por la situación. Ella...
Es hermosa. Y no puedo olvidarme de ella.
Pero no podía decirle eso a su amigo. Y menos después de saber que él sentía algo por ella.
-Bien. Me alegro.
-Claro. Bueno, espero que tengas suerte.
-Ojalá. Realmente quiero una oportunidad con ella. Está sola desde que su abuela falleció, pero creo que necesita más que nunca a alguien en quien apoyarse y quiero estar ahí cuando lo necesite.
-Eso es genial. Buenas noches.
-Buenas noches.
Colgó el teléfono y lo lanzó sobre la mesita de centro decidido a pasar página.
Encendió el televisor e hizo zapping un rato hasta que dejó el canal de noticias esperando a por los resultados del partido. No obstante, no fue eso lo que vio.
Subió el volumen cuando una imagen de él con esa chica en brazos salía en la pantalla antes de que el cámara enfocase hacia la casa en llamas.
Apagó el televisor y se puso en pie.
Pidiendo disculpas a su amigo mentalmente, cogió las llaves del coche y salió de casa.

Aparcó frente al motel quince minutos más tarde después de una rápida parada al supermercado a por un par de refrescos y un paquete de veinticuatro alitas de pollo recién hechas.
Ahora solo tenía que averiguar en que habitación estaba.
Con su compra en una mano, salió de su coche y caminó directo hacia la recepción.
Como era su costumbre, el viejo Archie dormitaba en su mecedora con la televisión sonando de fondo.
Procurando no hacer ruido para no despertarle, dio la vuelta al libro de registros que había abierto sobre el mostrador y comprobó las entradas del día anterior.
No se habían registrado muchas personas. Prácticamente todo eran parejas, excepto una. Kelly Robbins.
Tenía que ser ella.
Buscó el número de habitación que le había asignado, dejó el libro como lo había encontrado y salió de nuevo.

Una vez frente a la puerta, dudó durante unos segundos antes de escuchar un quejido viniendo desde el interior.

La puerta se entreabrió dejando ver a una belleza aun mayor de lo que había podido vislumbrar a través del humo y aunque solo fue durante un breve instante, el aire se quedó atascado en su pecho.
-Hola. ¿Que quieres?
-Esto, perdona-, se aclaró la garganta y le mostró la bolsa que llevaba en la mano.-Me llamo Dave, y soy el bombero que te sacó de la casa.
Sus palabras parecieron relajarla, porque la puerta se abrió del todo, sin embargo su mirada se llenó de una profunda tristeza.
-Gracias por ayudarme, Dave.
-Es mi trabajo y, bueno, he pensado que quizá te apetecería acompañarme para cenar.
-No tengo hambre ni ganas de salir. Solo necesito terminar de ponerme este estúpido vendaje y cerrar los ojos.
Mirando sus manos comprobó que la mano izquierda estaba perfectamente vendada, pero la derecha, era un lío.
-¿Puedo ayudarte con eso?
-Eso seria muy amable por tu parte. Por favor, pasa.
Una vez dentro, el olor de ella lo envolvió llenándole de calidez y a la vez, sintió el irremediable deseo de tenerla en sus brazos.
Kelly se sentó en el borde de la cama y él se arrodilló frente a ella.
Sintió su mirada sobre él mientras con cuidado vendaba la mano herida procurando hacerle el menor daño posible.
-Tu también estás herido.
Sus miradas se encontraron cuando él levantó la suya de golpe.
-¿Por qué piensas eso?
-Te tensas y has estado haciendo algunas muecas cuando movías el hombro derecho. ¿Fue durante el incendio?.
-Un trozo de viga cayó sobre él, pero solo es un golpe. Nada grave.
-Lo lamento. Es mi culpa.
No queriendo que ella se lamentase por algo que no pasó a mayores, no permitió que bajase la mirada y le ocultase su rostro.
-No lo es, Kelly.
Sus manos actuaron por instinto y se pusieron una a cada lado de su rostro, mientras con los pulgares acariciaba la suave piel de sus mejillas.
Al ver como ella cerraba los ojos y se apoyaba de su toque, perdió la batalla contra la tentación y buscó la calidez de sus labios, encontrando en ellos el mayor de los afrodisíacos.

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