El incidente 6/6

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Dos meses más tarde, después de vivir juntos en el apartamento de Dave, ambos se mudaron definitivamente a la casa en la que Kelly había crecido con su abuela.
La reforma había tardado un poco más de lo que a ambos les hubiese gustado, pero finalmente dejaron la última caja de Dave en el interior.
—Creo que eso es todo, preciosa. Podemos desempacar todo ahora, o— y acercándose lentamente a ella con una enorme sonrisa en los labios, continuó— podemos iniciar nuestra luna de miel.
—¿Para eso no hay que casarse antes? — respondió ella entre risas cuando la atrapó entre sus brazos.
—Yo creo que deberíamos ir practicando para cuando finalmente des el si delante de nuestros invitados.
—Y yo creo que deberías pedírmelo para llegar a todo eso que quieres.
—Voy a terminar convenciéndote. Es cuestión de perseverancia. Y soy un hombre perseverante.
—No tengo la menor duda, sin embargo, vamos a quitar todas esas cajas del medio para que podamos pasar sin tropezar con nada.
—No eres divertida, cariño. Mi idea sonaba mejor. 
Entre risas y algunas caricias puntuales,  dejaron todo listo antes de poder ponerse a preparar la cena.
Los padres de Dave irían aquella noche a cenar, por lo que este estaba feliz de tenerles allí, sobre todo porque Kelly les amaba, y nervioso por la pequeña cajita que guardaba en el bolsillo de su pantalón.

Durante semanas había ido con ella a todas partes, esperando el momento adecuado para poder pedirle que fuese su mujer, sin embargo, cuando no surgía una cosa, era otra. De modo que decidió que cuando finalmente se mudasen juntos a la casa, lo haría.

—¿Puedes remover la salsa? Necesito ir al baño un momento.
Tomó su lugar mientras ella corría hacia el cuarto de baño.
Centrado en sus pensamientos, siguió removiendo la salsa mientras el último par de meses pasaba por su mente.
Después de su primera vez juntos y de que ella aceptase vivir con él, a la mañana siguiente juntaron las pocas cosas que ella tenía en el motel y las llevaron a su apartamento.
Tuvo que soportar los gritos de alegría de su madre y las carcajadas roncas de su padre cuando les vieron bajar del coche.
Un par de días después, citó a los hermanos Ramírez.
No quería que su amistad se viese dañada, y sabía que César saldría herido.
Sin embargo, él parecía bastante bien con la noticia.
—No eres muy bueno mintiendo, Dave. Lo imaginé cuando me preguntaste por ella. De todas maneras, Kelly habló conmigo ayer. Está todo bien.
Eso le sorprendió. Ella no había mencionado nada al respecto, pero si su amistad con los hermanos Ramírez no se había jodido, él estaba feliz.
Después de un par de copas, había observado a los dos hermanos irse, y aunque lamentaba ver a César algo triste, no quería seguir mintiéndole.

Cuando aquella noche habló con Kelly, ella confesó que después de hablar con Ramírez, finalmente comprendió el motivo por el que nunca habían salido de las cuatro paredes del motel.

Unas semanas después, César se había presentado en su apartamento mientras él no estaba.
Kelly se lo contó cuando él llegó por la tarde.
—Solo quería hablar sobre lo que sentía. Me disculpé por no poder corresponder a sus sentimientos y después le ofrecí un te.
Ese fue el fin de la conversación, sin embargo, días después, César Ramírez había sido visto con una chica recién llegada al pueblo con la que ahora compartía no solo el tiempo, sino también su corazón.
Al comentarlo con Kelly, ella había sonreído antes de mostrarle la libreta de su abuela.
Parece que el te iba acompañado de algo más.

La vida siguió su rumbo hasta que un incendio en la joyería del pueblo le despertó a medianoche.
Las pérdidas no fueron muy graves, pero todos los bomberos que habían acudido a la llamada, obtuvieron un descuento en cualquier producto que quisieran comprar.
Un anillo fue lo primero que pensó que compraría.
Solo esperaba que la dueña supiera guardarle el secreto.
Y lo hizo por lo que él sabía.

Ahora solo esperaba que la emoción de su madre no revelase nada.
Había acudido a ellos en el mismo momento en el que les avisaron de que podían mudarse.
Su madre había destrozado los tímpanos de ambos debido al grito emocionado que salió de su garganta.

Acarició la cajita dentro de su bolsillo aun inmerso en sus pensamientos cuando escuchó la puerta del baño abrirse.
Sacó la mano del bolsillo y continuó removiendo la salsa.

—¿Todo bien, preciosa?
—Si. Yo sigo con esto. ¿Por qué no sacas el vino y lo abres para que vaya respirando?
—A sus ordenes, hermosa mujer.
Amaba muchas cosas de Kelly, pero su risa era, sin duda, su favorita.
Con esta aun resonando en sus oídos, abrió la botella de vino y la llevó hasta la mesa ya puesta.
Esperaba que sus padres no se retrasasen.

El timbre sonó veinte minutos después, puntuales como un reloj.

Después de los abrazos y besos de cortesía, pasaron hasta el salón, donde se sentaron a tomar una copa de vino, mientras la cena terminaba de cocinarse.

Vio varias veces como su madre tomaba breves sorbos de vino mientras sonreía misteriosamente a la par que miraba a Kelly.

Y al mirar a esta, comprobó que parecía ausente mientras la copa de vino seguía intacta en sus manos.

—¿Está todo bien?

Ella pareció salir del trance en el que se encontraba y se disculpó mientras se levantaba y volvía a ir al cuarto de baño.

Poniéndose de pie de un salto, hizo ademán de seguirla cuando sintió que le detenían.

—Creo que será mejor que nos marchemos mientras vosotros habláis. Podemos comer lo que sea que hayáis preparado mañana y de paso celebrar vuestro compromiso.

—Todavía no se lo he pedido mamá.

—Entonces, creo que este es un buen momento. Despidenos de Kelly.

Después de que ellos se marcharán, se acercó al cuarto de baño y golpeó la puerta antes de girar el pomo y entrar.

—¿Estás bien, cariño?

Kelly levantó la mirada hacia la puerta y la enfocó en el mueble frente a ella.

—Le pedí a tu madre esta mañana que me trajese algo esta noche. No quería decirte nada hasta no estar segura, pero supongo que ya no puedo ocultarlo.

Dave miró hacia donde ella lo había hecho segundos antes y se acercó tomando lo que allí había con manos temblorosas.

Las dos rayitas eran claramente visibles.

—Supongo que ahora es un buen momento.

Su voz salió entrecortada y llena de emoción.

—Pero apenas estamos empezando a salir y ya llevamos un tiempo viviendo juntos. Cada paso que hemos dado ha sido agigantado.

—Y todavía vamos a dar otro si dices que si.

Cuando Kelly le miró, Dave estaba arrodillado frente a ella con una cajita de terciopelo abierta en la mano.

El anillo más bonito que jamás había visto, esperaba por ella y solo tenía que decir una palabra.

—Si.


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