Madre 6/16

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-¿Eso es todo, entonces?

-Si, señor. En cuanto los papeles estén firmados, procederemos al traslado. Estará bien allí. No debe preocuparse. Es una gran institución.

-Estoy seguro de que es lo mejor para él. Necesita observación constante.

Se despidió del médico y pasó a la habitación donde un adormilado Jake, le esperaba.

-¿Ya lo dejaste todo listo?

Le sorprendió que le hablase. En cuanto había salido de la habitación con el médico, parecía bastante molesto.

-Si.

-Bueno, pues supongo que esto es una despedida. Ya no tendrás que cuidar de mi. Tu responsabilidad hacia mi persona hace tiempo que dejó de serlo. No tienes que preocuparte por mi, ni fingir que te importa lo que me ocurra.

-Si eso es lo que piensas, entonces es que nunca hice bien mi papel como tu hermano mayor.

-Lo que sea. No tienes que quedarte. Eres libre, Oliver.

No le hizo caso, por supuesto, pero tampoco se quedó en la habitación. Caminó hasta la máquina dispensadora de café y se compró uno. Después, se sentó en la sala de espera hasta que el médico que atendió a Jake y un par de enfermeros junto con un hombre trajeado entraron en la habitación.

Permanecieron en ella más de veinte minutos, lo que le obligó a centrar su mente en otra cosa.

Y sus pensamientos fueron instintivamente hasta Alexia.

Esperaba que ella cumpliese su palabra y le llamase, porque se arrepentía muchísimo de no haberle pedido el número también.

No le quedaba más remedio que esperar a que ella diese el paso, y ni siquiera podía barajar la idea de que no lo hiciese.

Apoyó la espalda en el respaldo de la incómoda silla de plástico y se llevó el vaso a los labios antes de hacer una mueca y apartarlo.

Poco después la puerta de la habitación de Jake se abrió dando paso a este, sentado en una silla de ruedas y siendo empujado por uno de los enfermeros.

Se puso en pie en cuanto vio que el hombre trajeado enfocaba sus fríos ojos azules en él.

Tras las presentaciones, comprobó que lo único que no encajaba con el hombre, eran sus ojos.

Lejos de ser alguien en quien no confiaría, le puso al tanto de todo lo que tenía que ver con su centro y todo lo que él podría necesitar saber acerca de este.

Antes de despedirse, le entregó una tarjeta con su nombre y número de teléfono, en caso de que le surgiese alguna duda.

Un poco más tranquilo, regresó a su coche y se dirigió a su casa.

🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼

Alexia llegó a su casa después de una rápida visita al supermercado.

Tenía una ligera idea de lo que hacer para cenar, y quería que fuese algo especial.

Quizá debería haber llamado a Oliver por si tenía planes esa noche o si había algo específico que no podía comer.

Golpeándose mentalmente con la palma de la mano, dejó las bolsas sobre la encimera de la cocina y buscó el teléfono dentro de su bolso.

Más de cincuenta notificaciones llamaron su atención cuando desbloqueó el teléfono.

Hacia casi una semana que no actualizaba su blog de cocina, pero por lo que podía ver, sus suscriptores estaban deseando que compartiese nuevas recetas.

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