La adivina 1/5

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Corrieron por todo el lugar.
Su primera vez en la feria sería algo que ella no olvidaría. Él se encargaría de eso. Quería hacerla feliz. Ella lo merecía después de toda la mierda que soportaba en su casa a diario.

Cogidos de la mano pasaron por todas aquellas pequeñas paraditas y atracciones que llamaban su atención.
Sus ahorros desaparecían a pasos agigantados y sin embargo, no podía importarle menos.

Su trabajo en la pequeña ferretería del pueblo después de clase y los sábados por la mañana, le permitía algo de independencia económica y de ese modo poder hacer feliz a la única chica a la que le había entregado su corazón.

Cinco años atrás, cuando ella llegó al pueblo con su familia y se mudó a la casa de al lado, supo que se casaría con ella. No importaba que en ese entonces fuese un crio de doce años, y ella una niña de nueve. Ahora con diecisiete y catorce respectivamente, seguía soñando con ese futuro.

-Liam, mira.

Volviéndose hacia ella, centró su mirada en la anciana que señalaba.
La mujer, quien reconoció de haberla visto otros años, levantó la mirada de su bola de cristal y enfocó sus ojos oscuros en ellos.

-¿Quieres que te adivine el futuro?

-¡Será divertido!

Claire tiró de su mano y lo arrastró hacia la anciana.

-Buenas noches niños.

Liam sacó pecho tratando de demostrar que no era un niño. En unos pocos meses alcanzaría la mayoría de edad.

-¿Puede leernos el futuro?-preguntó Claire mientras tomaba asiento frente a la adivina.

-Por supuesto. Dame tu mano.

Desde su espalda, Liam observó como su chica parecía completamente absorta en la mujer.
A él todo eso le parecía ridículo.
Aquella vestimenta, las velas y los juegos de luces que aparecían en el interior de la bola eran una farsa.

-No eres feliz. Hay una tristeza enorme dentro de ti que tratas de esconder.

Eso llamó de inmediato su atención.
¿Estaba triste? ¿Por qué? ¿Qué no le había contado? Siempre le contaba todo.

Los ojos de la anciana se centraron en él mientras seguía sujetando la mano de la chica.

-Vuestras vidas están ligadas.

Apoyó su mano sobre el hombro de la chica. Él ya sabía eso porque no había otra opción. Había esperado cinco años, podría esperar cuatro más hasta que ella cumpliera los dieciocho. Entonces ya nada se interpondría entre ellos.

Salieron de allí unos minutos más tarde después de pagarle a la adivina su tarifa.

Ella se mantuvo en silencio mientras se dirigían a casa.

-¿Qué está mal?-preguntó esperando poder arreglar lo que fuese que la preocupase.

Se encontraban fuera de sus casas y no quería dejarla irse hasta saber qué ocurría.

-¡Claire! Entra en casa ahora mismo.

Ambos se volvieron hacia la voz desagradable del padre de ella.

-Gracias por lo de hoy, Liam. No lo olvidaré.

La vio alejarse y cruzó una mirada con el hombre. Lo odiaba y el sentimiento era mutuo.

-No te quiero cerca de mi hija. No es la primera vez que te lo digo.

-Su hija y yo somos amigos. Nunca haría nada para herirla.

-¿Te crees que soy idiota, muchacho? También tuve tu edad. Es más que una amiga para ti. Veo como la miras.

-La amo.

Una risa ronca, a causa de la gran cantidad de alcohol que consumía, llenó el silencio.

-Me importa una mierda lo que sientas. No volverás a estar cerca de ella.

No quiso discutir. Ese idiota borracho no iba a impedirle ver a la chica que amaba.

Cuando se acostó esa noche, su sueño fue intranquilo.

A la mañana siguiente, cuando salió para ir a trabajar, el mundo se tambaleó bajo sus pies.

Junto al buzón de Claire, un cartel con las palabras EN VENTA, se burlaba de él.

Confundido, se acercó hasta el hombre que debía haberlo clavado sobre el césped.

-Disculpe, ¿y la familia que vivía aquí?

-Se marcharon temprano esta mañana. Parece que tenían prisa por irse.

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Hola!!!! Aquí estoy con una nueva historia corta. A ver como va.
Espero que os guste.

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