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Addison

Una parte de mí estaba avergonzada por lo que acababa de ocurrir, pero cuando la sangre volvió a mi cabeza, comprendí que esa noche en la que había estado con Kevin, o cuando este me escribía, no sentía nada comparado a lo que ver a Austin en mi habitación, sus besos, sus palabras, le hacían a mi cuerpo.

Unos ruidos en el pasillo me sacaron de mis pensamientos. Sabía quien era. Podía oír su chillona voz. Vi a Austin tensarse.
Si se descubría que estaba aquí podrían suspenderle.

-Le digo que he oído ruidos en esta habitación. Vi entrar a un chico también.

Maldita Willow.
Unos golpes en la puerta seguidos por la voz autoritaria de la supervisora de dormitorios exigiendo que abriese la puerta me obligaron a reaccionar.
Lanzando el bolso sobre la cama, me apresuré a descalzarme, atarme el pelo en un moño desordenado y a cubrir mi vestido con una fina bata que solía usar encima de mi pijama.

Le di una mirada a Austin justo para verle salir por la ventana.
Afortunadamente mi dormitorio estaba en la planta baja, por lo que podría escapar sin problema y con suerte nadie le vería.

Abrí la puerta de golpe antes de que volviese a golpearla.

-¿A que vienen esos golpes?
-He sido avisada de la presencia de un chico en el edificio. En esta habitación en concreto.
Vi a Willow a su espalda sonreír con suficiencia y me dieron ganas de golpearla.
-Puedo asegurarle de que aquí solo estoy yo. No hace mucho que he llegado e iba a ponerme a estudiar.
-Si no te importa, quiero comprobarlo por mi misma.
Echándome a un lado le facilité la entrada y de reojo comprobé que no hubiese quedado prueba alguna de la presencia de Austin en la habitación, pero no parecía ser así.

Vi como entraba en el cuarto de baño y descorría la cortina de ducha, antes de salir y comprobar que no escondía a nadie en el armario ni bajo la cama.

-Lamento el malentendido. Buenas noches.
Escuché a Willow decir que estaba mintiendo y que estaba segura de lo que vio.
Sin poder demostrarlo, no le quedó más remedio que regresar a su habitación en medio de una pataleta.
Suspiré aliviada después de cerrar la puerta.
Ahora tenía que tratar de poner mi mente en blanco y concentrarme en mi examen.
Cuando eso hubiese pasado, ya tendría tiempo de pensar en lo que sentía por Austin.

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Austin

Una vez en mi coche, pasé las manos por mi rostro tratando de aclarar mi cabeza.
Lancé una carcajada al techo de mi coche sin poder creer aun lo que acababa de pasar.
¡Estaba enamorado! Y nada más y nada menos que de la persona que menos esperaba.

Una vez en mi propio dormitorio y después de una muy necesaria ducha, me tumbé en la cama solo con un corto pantalón cubriéndome, y las manos bajo mi cabeza.
Allí en la oscuridad, me permití pensar con más calma.
Reviví cada momento con ella.
Sonreí al pensar como se enfadaba cuando la llamaba princesa, y sin embargo, esta noche cuando lo mencioné en medio del clímax, ella no reaccionó como siempre.
Es cierto que la situación era muy distinta y que realmente tampoco habíamos tenido tiempo de hablar justo después. Y todo por culpa de Willow.
Maldita entrometida rencorosa.

Era ella quien me había colado dentro del edificio con la silenciosa promesa de darnos placer mutuamente, pero cuando nos detuvimos fuera de su puerta, simplemente no pude.
No estaba excitado. No la deseaba. Y su voz me estaba taladrando el cerebro.
Solo quería irme, así que me despedí.

Debió verme cuando me detuve frente a la puerta de la habitación de Addison.
No pensé. Solo giré el pomo y al encontrarla abierta entré pensando que ella ya estaba allí, pero fui recibido por la oscuridad y el más absoluto silencio.
Podría haberme marchado entonces, pero no lo hice.
Quería verla llegar, disculparme y a ser posible joderle la noche a su cita si por algún motivo ella le colaba dentro.

Escuché el coche llegar y detenerse.
La vi despedirse y bajar. Y como él esperaba a que ella entrase para irse.
Eso era lo que yo hacia. Era algo mío.

Cogí el teléfono de mi mesita y lo desbloqueé.
Tenía su contacto en mi agenda aunque nunca lo había usado.
Abrí un nuevo chat y pulsé el icono de videollamada.
Quería verla una vez más antes de acostarme.
Conociéndola, ella estaría estudiando aun un buen rato.

-¿Austin?
Sonreí a la cámara cuando la vi mirarme con el ceño fruncido.
Incluso con ese moño mal hecho y unas gafas que le cubrían casi la mitad del rostro me parecía que estaba preciosa.
-Hola. Llamaba para comprobar que no hubieses tenido ningún problema.
-Está todo bien. La supervisora entró y revisó, pero al no encontrar nada se fue.
-Lamento eso. No pensé que Willow...
-¿Que estamos haciendo Austin? Tu y yo... Simplemente no encajamos.
Podía ver que estaba confusa.
Bueno, yo también lo estaba. Todo esto me había sorprendido tanto como a ella.
-Nada de lo que pasó estuvo mal, Addison. No estoy arrepentido y me preocupa que tu lo estés.
-No es eso.
-¿Entonces?
Me incorporé un poco en la cama y encendí la luz. Quería que pudiese ver cuan sincero era.
-Es raro. Apenas nos hablamos, a menos que sea para decirme algo que me hace enojar. Trabajo para tu padre.
-Es verdad, sin embargo todo, desde el momento en que te besé se sintió correcto para mi.
Ella se mantuvo en silencio, pero no apartó los ojos de los míos.
Me alegraba haber encendido la luz.
No iba a esconder lo que sentía.
-¿Por qué pusiste ese anuncio?
El cambio de tema debió descolocarla porque frunció el ceño de nuevo.
-Salí con mis amigas y bebimos un poco de más. Hablamos sobre nuestras relaciones del pasado y de como todas habían terminado mal. Dakota fue la que tuvo la idea de poner un anuncio para encontrar un buen tío. Fue una tontería.
-Lo fue, pero me he dado cuenta de algo esta noche. Mira-. Me puse en pie, con el teléfono en la mano y me acerqué a mi mochila. Saqué esos papelitos que había mantenido ocultos durante días y se los mostré.
-¿Que haces con eso?
-Los arranqué en cuanto los vi. No lo pensé, solo sentí que era lo que debía hacer. Cuando te vi esta noche en el restaurante... Estaba tan jodidamente celoso, Addison. Estabas allí, preciosa y con otro chico. Y cuando te besé la primera vez, las piezas encajaron en su lugar. Todo lo que he sentido desde el momento en que arranqué estos papeles del tablón de anuncios, cobró sentido. Me he enamorado de ti.

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