Madre 4/16

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Aparcó en el aparcamiento del hospital sin perder aun la sonrisa que atrevesaba su rostro.

Durante el camino, había recibido una llamada de Ted, quien como ya sabía, se había alegrado muchísimo por ella.

-Ojala estuviese allí, Alexia. Tienes que hacerle un montón de fotos a mi sobrino o sobrina. Como me gustaría que fuese Pascua ya para poder ir a veros. ¿Necesitas que te mande algo de dinero para poder comprarle cosas? Tengo algunos ahorros.

Y ese era otro de los motivos por los que amaba tanto a su hermano.

A pesar de que estaba en Oxford con una beca completa, trabajaba a media jornada en una tienda de discos antiguos cerca del rio Támesis. No ganaba mucho, lo suficiente para salir por ahí si le apetecía o comprarse algún capricho. De ninguna manera dejaría que le diese algo de lo que tenía. Eso era para él.

-No es necesario, pero te lo agradezco. Voy a colgar ya Ted. Quiero llegar cuanto antes.

-Por supuesto. No te olvides de mandarme las fotografías. Y si es niño espero que lleve el nombre de su tío favorito.

-Eres el único tío que va a tener-respondió entre risas antes de despedirse y colgar.

Una vez en el hospital preguntó por el area de maternidad y se dirigió hacia los ascensores.

Aun sonriendo, sacó su teléfono y llamó a la señora Svenson para comunicarle que ya había llegado.

Estaba tan nerviosa que no podía estarse quieta. Aun en el lugar en el que se había detenido, se balanceó sobre sus pies mientras el teléfono seguía sonando al otro lado.

Finalmente su llamada fue contestada.

-Alexia, ¿ya ha llegado?

-Si, estoy justo esperando el ascensor. Enseguida estaré ahí.

-Verá, es que ha habido un problema. He tratado de llamarla pero comunicaba. La chica ha decidido quedarse con el bebé. Ha convencido a sus padres y ellos finalmente han aceptado.

-Ah, ¿de verdad?

-Siento mucho que haya tenido que venir hasta aquí sin motivo. Siempre informamos de que esta es una posibilidad.

-Si, por supuesto. Sabía que podía pasar.

-Estaré en contacto con usted en el caso de que...

-Lo entiendo-la cortó-.Gracias de todas formas.

Colgó la llamada y parpadeó varias veces tratando de contener las lágrimas. No quería derrumbarse allí.

Un dolor como nunca antes había sentido se instaló en su pecho robándole el aire.

El sonido el ascensor la hizo moverse de forma automática, pero sus piernas fallaron y se dejó caer contra la pared mientras el sollozo que tenía atascado en la garganta escapó y ya no pudo detenerlo.

No sabía cuanto tiempo había pasado, pero no debía ser mucho cuando unos fuertes brazos la levantaron y su cuerpo se amoldó al de el hombre que la sostenía.

-Tranquila. Ya te tengo.

🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼

Bueno, ella no solo tenía un cuerpo precioso, sino que además se acoplaba perfectamente al suyo, por lo que sus pensamientos, aunque solo por un minuto, se imaginaron como sería si ambos se encontrasen desnudos.

Sus pequeños brazos le rodearon el cuello mientras su camisa se empapaba debido a sus lágrimas.

Quería más que nada tranquilizarla y darle la paz que parecía haber perdido.

La llevó hasta la cafetería donde la dejó sobre una silla y se agachó frente a ella.

-Voy a ir a por algo caliente para que tomes y te sientas mejor.

Detestaba realmente la idea de dejarla allí y apartarla de él, pero no podía soportar verla llorar.

¿Qué o quién la había puesto en ese estado?

Ella asintió debilmente con la cabeza sin mirarle aun a los ojos.

Todavía no tenía claro de que color eran sus ojos, y esperaba averiguarlo pronto.

Mientras esperaba a que le sirviesen un café para él y una tila para ella, estuvo observándola.

Parecía empequeñecer en esa silla contra más se encogía a si misma.

Vio como sostenía su teléfono en la mano y se lo llevaba al oído secando las lágrimas con el dorso de su otra mano.

-Su pedido, señor.

Volvió a mirar hacia el camarero para recoger su pedido y pagar por él antes de dirigirse de nuevo a la mesa donde su chica misteriosa le esperaba.

Sonrío ante ese pensamiento.

¿Cuantas posibilidades había de que volviesen a encontrarse?

Su teléfono estaba en la mesa cuando volvió, pero ella seguía mirando el suelo.

Sus hombros se movían arriba y abajo señal de que seguía llorando.

-Te he traído un te.

Se sentó frente a ella y esperó a que ella cogiese la taza que había dejado junto a su teléfono.

Desde donde estaba podía ver que estaba sonando a pesar de que no emitía sonido.

El nombre de Ted parpadeaba en la pantalla, pero ella seguía ignorándolo.

¿Sería ese tal Ted quien la tenía de ese modo?

Una imagen del hombre con el que la habia visto en el karaoke vino a su mente.

¿Sería él?

-Gracias.

La débil voz de ella le hizo mirarla y sonreír esperando que eso aliviase un poco su tristeza.

-Bebe mientras aun está caliente. Va a sentarte bien, ya lo verás.

Ella asintió y tomó la taza en sus pequeñas y bonitas manos.

Su sonrisa se amplió al ver el dibujo de caritas sonrientes en sus uñas.

-Soy Oliver, por cierto.

-Alexia.

-Es un placer, Alexia.

Tendió su mano esperando a que ella la estrechase. Cuando lo hizo supo que esta vez, no se iría sin ella.

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