Madre 11/16

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Alexia se levantó tan deprisa que tropezó hacia atrás.

Si Oliver no hubiese reaccionado rápido, podría haberse golpeado con fuerza en la cabeza con la mesita de centro.

Aun así, en cuanto se aseguró de que sus pies iban a sostenerla, puso las manos en el pecho de él y se apartó sin atreverse a mirarle.

-Alexia...

-Solo necesito un poco de tiempo. Oliver, yo... Ni siquiera sé que decir.

-Solo promete que vas a pensarlo. Si llega el momento y no quieres hacerlo, le llamaré de nuevo y cancelaré todo.

-¿Por qué haces esto?

Levantando de nuevo su barbilla para que sus ojos se encontrasen, ella pudo ver algo que no estaba allí durante la cena. Como si algo completamente intenso hubiese despertado en Oliver.

¿Acaso él creía que ella esperaba algún tipo de recompensa por haberse mantenido a su lado no solo con lo de su amigo, sino también durante su crisis asmática?

-Sé que parecerá una locura. Ni siquiera yo lo entiendo, pero es real. Lo es para mí.

Cogiendo su mano, la puso sobre su pecho, justo sobre el corazón y esperó que eso solo acallase todas las dudas o respondiera las preguntas que parecían gritar en el interior de su mente.

-Late muy rápido.

-Tú tienes mucho que ver en eso, ¿sabes? Hay otra cosa que no te he contado.

Alexia pasó la lengua por sus labios pero no apartó la mano de su pecho. El latido frenético del corazón de Oliver provocaba en ella que el suyo se acelerase, que su respiración se volviese errática y que la humedad que residía entre sus piernas, se intensificase también.

Su cuerpo, atraído por el magnetismo del de Oliver, se acercó más a él, hasta que solo sus manos, se interponían entre ellos.

-Hoy no ha sido la primera vez que te he visto. Te vi una noche cantando en un karaoke con un chico, y esa noche ya me di cuenta de que tu eras diferente. Encontrarte hoy... He pensado en ti tantas veces, Alexia. Solo necesité verte una vez y escucharte cantar para entender que te quería en mi vida.

Sus palabras no llegaron a escapar de su garganta, porque Oliver era un hombre con una misión.

Cuando la boca de él colisionó con la de ella, su mente desconectó.

Nada importaba más que ellos dos.

Nada más que sus cuerpos hablando, dejándose llevar y diciendo todo aquello que no podían decir.

La ropa desapareció. Fue arrancada de sus cuerpos mientras sus bocas compartían el aliento.

Sus manos se movieron frenéticas sobre el otro tratando de acariciar todo a la vez.

La falta de aire ni siquiera les importaba.

Oliver era un hombre con una misión. Mostrar a Alexia cuan perfectos eran juntos.

🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼

Sin esfuerzo, Oliver levantó el cuerpo de Alexia y sin dejar de besarla, caminó con ella hasta el que era su dormitorio.

Antes de extender su perfecto y delicado cuerpo sobre la enorme cama de sábanas blancas, la dejó en el suelo, y se arrodilló para acabar de sacarle la última prenda que quedaba en su cuerpo.

El pequeño trozo de encaje blanco se deslizó por sus muslos, hasta que acabó en el suelo.

Apoyando las manos en los hombros de él, levantó primero un pie y luego el otro, hasta quedar completamente desnuda.

-Eres lo más hermoso que he visto en mi vida.

Alexia, embriagada con sus palabras, acarició su cabello y luego su rostro.

Volviendo la cara hacia una de sus manos, Oliver dejó un tierno beso sobre la palma de esta y acto seguido, le abrió las piernas y llevó su codiciosa boca hasta sus labios, llenos y resbaladizos.

Sorprendida, se agarró con fuerza de su cabello, mientras él rodeaba su cintura con los brazos impidiendo así que las piernas le fallasen.

Despacio, él fue retrocediendo hasta que la parte trasera de las rodillas de Alexia, tocaron el colchón.

En ningún momento apartó la boca de ella.

Necesitaba saciarse de su sabor, sin embargo, contra más obtenía, más necesitaba.

Escuchar sus gemidos, solo hizo que su ansia creciera, hasta tal punto, que no se detuvo hasta que, ahora ya sobre la cama de espaldas, abrió sus piernas todo lo que pudo y fue implacable con su lengua.

Nada importaba ahora. Nada más que hacerla llegar tan alto y tan fuerte, como fuese posible.

Solo entonces, empezaría de nuevo. Se apartaría de ella y buscaría su propia liberación en su interior.

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